Hace dos años y medio me preguntaba por estos verdes pastos qué hacía publicando Minotauro El espejo de Salomón. Hoy, después de leerla, aun asumiendo la deriva editorial que ha conducido al sello hasta la casi completa aniquilación de su antigua personalidad, me sigo preguntando lo mismo. Supongo que tiene mucho que ver que León Arsenal ganase la primera edición del premio Minotauro con Máscaras de matar y su buena carrera comercial. Y también que la novela fuese un thriller pseudohistórico, por aquel entonces todavía en la cresta de la ola al calor del boom Dan Brown. Porque si buscamos el más ínfimo elemento fantástico en su trama nos encontraremos con que éste no existe, más allá de toda la fabulación que se establece sobre los hechos históricos de los que parte su autor, León Arsenal.
Dejado a un lado esta faceta, el material de partida promete: huye del rancio espíritu que motiva las habituales búsquedas de tesoros templarios o los complots orquestados por las órdenes que controlan el mundo mundial para acercarse a algunos de los momentos menos conocidos de nuestra historia: la presencia visigótica, sobre todo tras la caída de su reino, y las órdenes secretas patrias, que las ha habido y en elevada cantidad (algo que el propio Arsenal exploró un poco más tarde con la ayuda de Hipólito Sanchiz en su Una historia de las sociedades secretas españolas). No se puede decir lo mismo del argumento: las pesquisas de una historiadora en paro y recién salida de una relación poco satisfactoria, inmersa en una investigación sobre un texto escrito en ulfiliano; un antiguo alfabeto visigótico que se creía perdido. Búsqueda aderezada por las extrañas muertes que acontecen a todos los que tienen alguna relación con el texto y que amenazan a la propia protagonista, que viaja por España, conoce a técnicos en la materia, un chico que le hace tilín… El material habitual.
El espejo de Salomón es una novela amena y tiene a su favor esa ambientación typical spanish, como que el malo maloso, cuando revela su fachada, te hace sonreír de lo cañí que resulta. Y exhibe una documentación contundente que le proporciona a la historia una verosimilitud notable. Pero no se puede decir lo mismo de la redacción del texto, cuanto menos apresurada. Más allá del estilo, funcional y directo, abundan soluciones narrativas poco cuidadas que no por vistas son menos aseadas, como que al comienzo de muchos capítulos se nos aleje de la narración para trascribir, tal cual, información histórica relevante para comprender los vericuetos del argumento en ese momento o la presencia de comentarios en plan aparece fulanito, que le había entregado (cien páginas) antes a la prota tal documento. Tampoco se puede decir que todos los vericuetos del argumento estén a la altura de la base histórica, lo que debilita la credibilidad del conjunto.
Si alguien es aficionado a estas novelas, y es un poco indulgente, ahora que está disponible en bolsillo puede darle un tiento; no saldrá defraudado. Eso sí, si gusta de una narración más cuidada, mejor buscar otro tipo de libro.
Yo me la leí de un tirón y la verdad es que me gustó. Me parece una novela bien acabada, sin cabos sueltos y en ese sentido de lo mejor que tiene León. Lo que comentas de que se sale de las letanías habituales de templarios y magdalenas para mí también es un valor añadido. Igual patina un poco a la hora de crear personajes y situaciones porque está más acostumbrado a la novela histórica y/o de aventuras en ambientes menos «normales», pero desde luego mucho mejor que Dan Brown sí que es. Hay que tener en cuenta que estamos acostumbrados a narraciones traducidas, y a veces creo que eso nos hace esperar más de las escritas en nuestra lengua, pero personalmente disfruto más de una novela sin demasiadas florituras, la verdad.
De Arsenal sólo he leído, relatos aparte, «La boca del Nilo» y me pareció una novela más cuidada, sólida… Aunque asumo que mi juicio de «El espejo de Salomón» está mediatizado por el sentimiento pero qué c&$@0€s hace Minotauro publicando una novela así. Eso sí, mira que encontrarse lo que se encuentran en los sótanos de un bar de Madrid y que nadie se hubiese topado con ello antes…
La boca del Nilo es la otra que cuento entre sus mejores (a mí, Máscaras de matar no me gustó, la verdad, aunque no dudo que a alguien que le guste la fantasía heróica…). Lo que pasa es que me parece que deja algunos cabos sueltos (es una impresión mía, luego, hablando con él, resulta que no). Lo de Minotauro tampoco lo entiendo y lo del sótano… uy, si tú supieras :D. Lo que sí que es cierto es que es una buena novela para conocer a León, es más «comercial», y si sirve para que luego le busquen otros libros pues estupendo. Yo ya digo que me la leí de un tirón un día que estaba en cama con gripe o algo así, y la disfruté bastante.