Arrés

Voy a dedicar esta nueva entrada de Lugares con encanto a un sitio especial: Arrés. Especial porque sólo podrán descubrirlo aquellos que se decidan a hacer El Camino de Santiago partiendo desde Somport, Jaca… o cualquier otro lugar que les lleve hasta estas tierras del norte de Huesca. No se trata sólo del lugar en sí, un pequeño pueblo como hay decenas en esta zona de España, sino de la experiencia que vive el peregrino que elige descansar allí unas horas antes de retomar el camino la mañana siguiente.

Arrés es un pueblecito que se encuentra a poco más de tres kilómetros de Puente la Reina de Jaca. Debe tener una quincena de habitantes en invierno, bastantes más en verano, y cuenta con un pequeño albergue regentado por la Asociación de Amigos del Camino de Santiago. Un hecho fundamental porque no es ni municipal ni privado. Es… otra cosa.

Llegué a Arrés el 22 de Julio de 2009 después de una jornada durilla. Desde Jaca vienen a ser unos 27 kilómetros. Los primeros 15 hasta Santa Cilia son facilitos, por un andadero paralelo a la carretera que se pone cabroncete cuando comienza a subir y bajar y, sobre todo, a variar la textura del suelo (tierra, piedrecitas, cantos rodados, cantos gruesos…). Entre Santa Cilia y Puente la Reina es otro tanto de lo mismo, pero como los hice a unas horas en las que comienza a apretar la calor se hace menos llevadero. Los realmente destructores son los últimos tres kilómetros y medio, un sendero caprino que asciende de forma tortuosa hasta el alto donde se encuentra Arrés. Un pueblo que representa, como ningún otro, uno de los dos tipos que te encuentras en el camino: «sé que tengo que llegar a él pero no termino de verlo por más que ando». Como curiosidad el otro es «cuando cojones llegaré a ese puto pueblo que veo desde hace dos horas».

La vida en los albergues, sobre todo en los pequeños, mola. Llegas, te duchas, lavas la ropa, conoces gente, te invitan a compartir mesa con ellos, hablas con la hospitalera mientras el resto duerme la siesta (Nuria, una joven murciana encantadora que hizo mucho por que nos sintiésemos mejor que en casa), conoces a una profesora jubilada de Alemania que lleva dos años haciendo el Camino en verano (Bremen-Colonia el primero, Colonia-Cluny el segundo, Cluny-Pamplona este…), ves llegar a nuevos peregrinos que se lo han tomado con mucha más calma y/o han subido a San Juan de la Peña (otro lugar con encanto que algún día contaré por aquí)… Pero en Arrés, como decía antes, ocurre algo más. Al ser «independiente» y pequeñín se pueden hacer actividades que ayudan a conocer mejor al resto de preregrinos. Algo que en albergues más grandes, o pequeños que deben rendir pleitesía a la hostelería local, es imposible.

Se prepara una cena comunal que disfrutas a la fresca, subes con el resto de peregrinos a lo alto del pueblo a ver una preciosa puesta de sol, visitas la iglesia del pueblo, haces de traductor al inglés de lo que va contando la hospitalera (para que algún otro traduzca después al francés para que los franceses que había se enterasen de lo que se contaba…), disfrutas de la conversación a la puerta del albergue mientras te alicatas los pies para aguantar los casi 30 del día siguiente hasta Ruesta… Y a dormir, que hay que despertar pronto.

Un entorno ideal para probar lo mejor que ofrece el Camino: el contacto con gente de todo tipo de los que aprendes más en unos minutos/horas/días que de otras personas toda la vida, alejado del ruido de la rutina diaria y del que florece a medida que penetras en la llamada vía francesa. No ya en Galicia o León, sino desde la misma Navarra.

Un lugar para el recuerdo.

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5 respuestas a Arrés

  1. abel dijo:

    Esta claro que esa es la esencia del Camino: pequeños albergues en los que puedes disfrutar de la compañía de un grupo de personas que comprenden lo que estás viviendo, porque lo están viviendo contigo.

    Y creo que esa «comunión» se disfruta más en las primeras etapas del Camino, donde hay menos gente y los pequeños albergues permiten/obligan la creación de grupitos. Tanto en el Camino aragones como el frances, hasta Puente la Reina de Navarra tiene ese tipo de albergues (al menos es mi experiencia). Luego, tienes más variedad, los albergues se hacen más grandes, la cantidad de peregrinos aumenta y la cosa cambia. No empeora, pero ya no es lo mismo.

  2. juan francisco arrés Segovia dijo:

    Soy un amante de la naturaleza y por supuesto de la historia, lo que me alaga enormemente es que haya gente que comparta la esencia que nos da recorrer los caminos de nuestra historia la cual nos da momentos de satisfacción y alegría, pues como bien dicen ; «se hace camino al andar» …… cuidemos de ella puesto que es nuestro legado.

  3. antonio Llanos dijo:

    Hola
    Simplemente indicar que mi madre nacio en Arrés, y gracias a eso, conozco este pueblo y región que es maravillosa.
    Me es dificil no acercarme una vez al año a este maravilloso pueblo, que ha evolucionado. He visto, llover, nevar, y me he calentado a la lumbre en casa de mis tios, ya fallecidos.
    Adoro este lugar
    Antonio

  4. Manuel Vaguer Hernadez dijo:

    investigando sobre mi apellido llegue a Arres, y foto a foto me enamore del lugar , y mas aun cuando es lo contrario a Madrid , es todo una filosofía de vida y no se en que momento me acercaré a conocerlo en persona , pero me lo he prometido a mi y a mis hijos , sería una bonita escapada y quizá realice con ellos un tramo del Camino,
    Ya os hecho de menos

    Manuel Vaguer Hernandez

  5. Nacho dijo:

    Si dispones un fin de semana, merece la pena escaparse. Desde la capital serán unas cinco horas de coche. Si quieres hacer una etapa del camino, puedes salir de Jaca y llegar hasta Arrés. Serán unos 20 km de sendero pedregoso pero llano y saliendo sobre las 8 de la mañana te permite llegar al pueblo a la hora de comer. La entrada al pueblo a través del sendero del bosque es un recuerdo imborrable: las vistas son espectaculares. Incluso, si andáis apretados de tiempo y preferís algo más desahogado, puedes dejar el coche en Puente la Reina de Jaca y llegar a Arrés por el mismo camino. Es apenas media hora.

    Un lugar inolvidable.

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