Cero absoluto, el riesgo y el resultado

Aunque me cuesta horrores leerlos, me estimulan los libros que se arrojan al vacío e intentan hacer algo nuevo con un material como el futuro cercano; un entorno temporal exprimido hasta el tuétano y del que, conceptualmente, poco nuevo queda por extraer. Javier Fernández se lanza a degüello en Cero absoluto a la experimentación más osada. De hecho ha escrito el libro de ciencia ficción española más audaz que he leído estos últimos años desde un punto de vista formal, circunstancia que bien merece una loa. Sin embargo su obra se resiente de los riesgos que toma y las elecciones que realiza, amargando la factura final.

Para presentar y desplegar el escenario de Cero absoluto, Fernández se sirve durante el primer tercio de novela de la técnica del collage: idea recortes de prensa, folletos publiciarios, alguna entrevista,… que introducen una novedosa técnica de realidad virtual destinada a cambiar el mundo y que proporciona ese soma que aleja a la gente de la cruda realidad. A través de textos verosímiles nos pone en situación con diligencia sin caer en la sobreinformación.

Una vez expuesto el lugar narrativo, Cero absoluto parece coger un rumbo más convencional al aparecer su protagonista, Ricardo Bracquemont, un investigador enviado por la corporación que domina la realidad virtual a La Isla, el único lugar de la Tierra libre de esta tecnología. Su objetivo: descubrir qué hay detrás de un grupúsculo terrorista que se opone al «progreso». Aquí es donde la novela comienza a perder fuelle. A pesar del adecuado ambiente opresivo, la deriva interior del protagonista es tan impostada como volátil. A su vez la trama peca de inverosímil, está trazada con pinceladas rápidas escasamente certeras y deja un exceso de indefinición en el conjunto.

Aquí me veo obligado a hacer un inciso. En los últimos tiempos tiendo a utilizar lo menos posible el término confuso, porque en ocasiones la sensación de confusión que se detecta en una narración no está exclusivamente en la incapacidad del narrador para transmitir su historia, sino en la posible limitación del lector que se puede ver completamente superado por los acontecimientos. Sin embargo… sin embargo tengo que reconocer que Cero absoluto termina siendo bastante confusa. Sin ser un hacha se pueden seguir las vicisitudes de Ricardo mientras profundiza en lo que era, en principio, una investigación de campo más o menos rutinaria. Pero la falta de concreción que emerge entre elipsis y elipsis, con elecciones cuanto menos cuestionables, estalla, definitivamente, cuando arbitrariamente se citan varios párrafos del comienzo de El circo del Dr Lao; novela que está leyendo uno de los personajes y que, quizás erradamente, sólo puedo interpretar como un absurdo modo de promocionar su próxima publicación por la editorial Berenice (a la sazón editora de este libro).

Fernández se ha alejado de los cánones del thriller para construir una distopía fragmentaria, difícilmente descifrable, demasiado abstracta,… y EMHO le ha salido un poco rana. Cero absoluto alberga buenas ideas, sacude al lector, le pone al límite… pero dista una enormidad de cuajar. El cargo más evidente se encuentra en el propio apéndice final, en el que se sintetiza a modo de resumen lo ocurrido en el desenlace ante el presumible temor de que el lector no se haya enterado de lo que ha movido ante sus ojos.

El riesgo no garantiza, ni mucho menos, un resultado satisfactorio.

Nota: Quizás he sido demasiado duro en la valoración, o un tanto obtuso durante la lectura. Muestra de ello son los comentarios de Vicente Luis Mora o Javier Romero.

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2 respuestas a Cero absoluto, el riesgo y el resultado

  1. Javier Fernández dijo:

    Por casualidad he leído sus generosos comentarios acerca de mi novela y le escribo para agradecer personalmente la atención.

    La cita de El circo del Dr. Lao realmente nada tiene que ver con estrategias comerciales, la auténtica explicación es que la novela del Sr. Finney es una de mis obsesiones privadas -como lo es también La investigación, de Stanislaw Lem, al que también editaré próximamente en Berenice-.

    Sin más, reitero mi más sincero agradecimiento por sus palabras.

  2. Nacho dijo:

    Mi comentario era ciertamente desafortunado. Gracias por la aclaración.

    Aprovecho para desearte suerte con la aventura editorial de Berenice. Los libros que estáis sacando y tenéis previstos merecen la pena. Mucho.

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