Ésta es una de las series que más estoy disfruntado en el último año. Un cómic de la línea Vertigo, creado y guionizado por Bill Willingham y dibujado por varios autores dependiendo del arco argumental, entre los cuales han aparecido gente de la talla (alguno más que otros, claro) de Mark Buckingham, Brian Talbot, Graig Hamilton y P. Craig Russell y uno bastante competente, Lan Medina.
Su punto de partida rápidamente invita a la complicidad. Los protagonistas de los cuentos populares más conocidos han sido forzados a huir desde sus reinos hasta nuestro mundo «empujados» por un Adversario que amenazaba con acabar con todos. Después de un par de cientos de años se han adaptado como han podido a nuestra civilización, algunos a la perfección y otros… con serios problemas. Es a partir de estos de los que surgen los conflictos que relata Willingham.
El primer tomo, «Leyendas en el exilio» es el más convencional de los tres que han salido hasta el momento; cuenta una historia de misterioso asesinato de las de toda la vida. Sin embargo la recreación de esos personajes viviendo en nuestro mundo real se hace sumamente agradable; cada uno conserva su magia original sin perder el contenido adulto que se espera de una serie de Vertigo. Salvo por Feroz, el protagonista, que es el enésimo detective privado a lo Hammet, Chandler o Spillane travestido de John Constantine, rol que está bien pero que utiliza un estereotipo muy trillado, el resto de su reparto (mayormente coral) funciona de fábula (nunca mejor dicho).
El segundo, «Rebelión en la granja», creo que es el más conseguido. En vez de desarrollarse en la Nueva York en la que moran las fábulas antropomorfas, lo hace en la bucólica granja donde se ven obligados a vivir los animales parlantes, caso de los tres cerditos, los compañeros de Mowgli, los protagonistas de El viento en los sauces,… Hartos de vivir en este ambiente aislado para salvaguardar el secreto y envidiando pegarse la gran vida que se dan sus compañeros urbanitas, bajo la guía de una estalinista Ricitos de Oro emprenden una sangrienta rebelión para cambiar su status e intentar volver a sus reinos de origen (claro, debidamente pertrechados con armas ultramodernas para darle bien dado al Adversario)
El último en salir ha sido el reciente «El último castillo», el más variado de los tres. Recoge un fill in ilustrado por Brian Talbot un tanto simplón (como «buen» número de relleno), una historia en dos partes dibujada por Lan Medina y el especial «El último castillo», dibujado fundamentalmente por Craig Hamilton y 6 páginas de su «maestro» P. Craig Russell. La secuencia ilustrada por Medina es una cachonda vuelta de tuerca a periodista sensacionalista descubre el gran secreto, con las fábulas obligadas a intervenir para salvaguardar su modo de vida utilizando los recursos que tienen a su alcance: los del mundo real pero también los propios de su condición mágica. Muy divertido. Además, después de los arcos argumentales bastante cerrados de los dos primeros tomos, sitúa nuevas tramas en acción y permite observar que la serie promete más chicha en el futuro.
Mientras, «El último castillo» ofrece información sobre la desesperada contienda emprendida contra El Adverdario al trasladarnos al último castillo que aguantó en pie sus envites. Una narración de resistencia heroica futil con un alto contenido épico y aderezada con una triste historia de amor bastante previsible.
Resumiendo, a pesar de el excesivo convencionalismo con el que se mueve Willingham para construir sus historias, Fábulas ofrece una lectura placentera que establece un glorioso nexo con esa parte de todos nosotros que anida en los estratos más antiguos de nuestra personalidad.
Como apunte final, me llama la atención observar cómo la postmodernidad y el mestizaje funcionan a toda máquina en el mundo de la fantasía; cómo una vez que parece todo inventado no hay más que coger varios ingredientes de diversos puntos creativos para construir las nuevas historias que nos llegan. Poniendo unos pocos ejemplos, Neil Gaiman ha fundamentado su carrera en arrasar con toda una serie de influencias para hacerlas suyas metiéndolas todas en el mismo mundo (el suyo); China Miéville ha hecho lo mismo en un terreno diferente para conseguir también unos resultados alucinantes; Sapkowski ha conseguido singulares logros partiendo de los cuentos centroeuropeos y la tradición de su país; la serie de El códice de Merlin de Robert Holdstock mezcla elementos mitológicos aparentemente antagónicos como los griegos, célticos y fineses y el resultado final carbura;… ¿Falta de ideas? ¿Estamos llegando al fin de La Fantasía en esta época o es sólo el fin de un ciclo?
Al final me vas a hacer picar con una serie Vértigo y mira que me había hecho propuesta de pasar de este sello…
En cuanto al agotamiento de la fantasía, yo creo que lo que ocurre es más bien agotamiento del modelo Tolkien o de la fantasía épica después de muchos años de imitaciones. Y para salir de ese callejón hay varias opciones; China Mieville explora como sería la fantasía si se hubiese tomado como modelo a Peake en vez de Tolkien, Sapkowski y Holdstock vuelven a las raíces de lo que influyó a Tolkien para avanzar en un sentido diferente y nuevo, etc. Supongo que quizá veamos más de eso en los próximos años; hay un filón tremendo en la literatura fantástica que se puede aprovechar para insuflar nueva savia a la fantasía; Kafka, Borges, Dunsany, Calvino, Machen…
No sé si tú eres el lector «blanco» de este tebeo, pero desde luego deberías probar con tu novia o cualquier otra mujer que no se acerque a los cómics con asiduidad. A poco que sepan seguir las viñetas se lo pasan pipa.
> hay un filón tremendo en la
> literatura fantástica que se puede
> aprovechar para insuflar nueva
> savia a la fantasía; Kafka,
> Borges, Dunsany, Calvino, Machen…
Cierto. Lo curioso que es que dos de los ejemplos que ponía, Miéville y Sapkowski, también utilizan en una parte importante la receta Tolkien de la fantasía heroica. La estación de la Calle Perdido era deudora de muchos otros sitios, entre ellos Peake, pero unas 300 páginas eran pura fantasía pajera en plan mago, ladrón y un par de guerreros persiguiendo al malo de turno.
Una pena que no sigan más a los autores que citas. Claro, para poder hacerlo se necesita una calidad de la que, lamentablemente, no andamos sobrados
Pues yo tuve que dejar Fables…
«Rebelion en la Granja» respira un aire… digamos que poco Orwelliano y un poquillo derechista. Es mas, durante toda la serie se nota algo raro que no pude aguantar. Vamos que la tuve que dejar porque soy demasiado rojillo.
Pero vamos, eso no le quita merito a Willingham, porque Fables no esta mal… Lo mio es una mania personal.
El que si que me gusto mucho tambien es el Legends of the Dark Knight que se curro el Willingham. Muy divertido, porque comienza con un batman amnesico, y con el final te partes…