Hoy hace 10 años escribía el primer texto de (Reflexiones de un) Aburreovejas. Sé que va a sonar como si hablara del cretácico, pero eran aquellos días funestos que siguieron al anuncio de cierre de Cyberdark, en pleno “vacío» de no saber hacia dónde mover las horas de ocio en la red dedicadas a escribir, discutir, divulgar… sobre narrativa fantástica. Entonces se llevaban los blogs e hice lo mismo que unos cuantos cuando cerró el proveedor de soma: me creé mi pequeño reino de taifas. Tras diez años soy uno de los escasos supervivientes de aquella diáspora que dio forma a Onanismo naranja.
Siempre se van los mejores.
Visto en perspectiva, Aburreovejas fue la continuación de algo que llevaba haciendo desde el año 2000 cuando comencé a utilizar el espacio web que mi proveedor de servicios en internet de aquellos tiempos de 56Ks, CTV, me “daba” con la conexión a internet. Ese El rincón de Nacho que hace casi una década duerme el sueño de los cementerios.
No me he puesto a auditar ni el tiempo ni las palabras dedicadas a esta afición extraña. Ni las horas invertidas en otros textos que han aparecido en revistas (Gigamesh, Solaris, Hélice) o en proyectos que he coordinado como la portada de Cyberdark o Prospectiva. Una tarea que cuesta explicar en términos materiales de inversión-ganancia y que, sin embargo, me ha hecho progresar como lector, conocer gente valiosa y algún jeta incapaz, participar en discusiones vibrantes, dar curso a cabreos estúpidos o tragármelos por el bien de la paz universal. Sin quedarme atado a un único lugar y echando el resto allí donde estuviera.
Ahora son tiempos de C
C nació como El hijo de Cyberdark en la primavera de 2006 tras una conversación con Javi Vidiella durante aquella Septentrión de Marzo de 2006. El hueco dejado por la desaparición de la portada de Cyberdark seguía vacío. Sin la presión de tener que satisfacer al público heterogéneo del portal, apostamos por recuperar colaboradores, repescar los contenidos de entidad que estaban pendientes y abrir una línea editorial sin hacer demasiado caso a las necesidades del «mercado».
Por el camino hubo un bache laboral y personal, la web se resintió y quedó en coma, nació Prospectiva, pasaron tres años… Una vez quedó claro su deceso, el gusanillo seguía allí y, puestos a hacer las cosas bien, mejor retomar el sexo en grupo que continuar con otra cabalgada en solitario. Aunque en su retorno C tuvo una época que más parecía un blog personal, apenas equilibrado por las participaciones de Alfonso García, poco a poco se va convirtiendo en lo que fue. Un espacio compartido donde un grupo variable escribe sin restricciones, ajenos a lo que marcarían los chicos de marketting; eso ya lo hacen bien otras iniciativas. Un sitio independiente, abierto a todo tipo de sensibilidades, crítico, con afán de llegar al máximo público posible sin la necesidad de tener que inflar las visitas con relleno. Un espacio donde cada texto informe o ayude a crear opinión relevante.
Aburreovejas padece esta decisión. Además la faceta más inmediata que permitía escribir un comentario corto sobre algún evento, noticia, novedad… y la más personal, con mención a lugares con encanto, vacaciones, exaltación de aficiones varias… han pasado a redes sociales como twitter y Facebook. El resultado es que ahora mismo está en el mismo baúl que El rincón de Nacho. Testimonio de una época más procaz, donde los blogs tenían un peso mayor y cualquier entrada más comentarios.
¿Y ahora qué?
Se me dan mal las predicciones (lo de RBA era fácil, pero también pensaba que La Factoría cerraría hace cuatro años y mírales, saldando con el mismo vigor que en 2007). No sé si tendré las energías necesarias para seguir la estela de Julián Díez, Juanma Santiago o Santiago L Moreno, que llevan en esto más de dos décadas, marcando el camino de la excelencia. O, ya dentro del mismo proyecto, el incombustible Francisco José Súñer Iglesias; un corredor de fondo con dieciocho inviernos cargando a sus espaldas el Sitio de ciencia-ficción. Puedo quedarme ciego, tener hijos, reventar con mi propia versión de “Cansancio», pasarme a la novela romántica o los cupcakes, cabrear a los otros participantes y quedarme solo, padecer un brote de terremoto estelar, morir, soñar… Pero sigo creyendo en esto. Vale la pena. Supone una diferencia. Ahí fuera hay gente interesada.
El extraño e inexplicable placer que supone leer un libro y exponer tus impresiones al juicio de cualquiera. Poner a disposición de gente valiosa un lugar donde se puedan argumentar sus ideas y se sientan cómodos. En ocasiones dejar negro sobre blanco lo que pocos se atreven porque (casi) nadie desea resultar molestos.
El secreto de todo esto.
Permanezcan en la otra sintonía.
Siempre agradecidos por tenerte ahí, o de tener el recuerdo de tus palabras escritas en tu blog.
Un abrazo, querido Aburreovejas.
Jo, ¡qué rápido has estado! Me alegro que sigamos en este mundo, dando guerra. Un abrazo, mi estimado hobbit.
Deja que la veteranía de diez años, las experiencias obtenidas y de como te apetezca sacarlas partido a estas últimas, te indiquen que cañada cruzar con el aburreovejas. Todo lo demás es llenarte la mochila con piedras 🙂
Mi más sincera enhorabuena.
Enhorabuena por estos diez añazos, Nacho, una década repleta de vaivenes en muchísimos sentidos pero caracterizada (y me ciño al ámbito de este blog que está de aniversario) por el rigor informativo, la franqueza, la independencia y la sinceridad, cualidades que si ya antes eran bienes escasos hoy por hoy adquieren tintes casi quiméricos. Para mí el Aburreovejas siempre ha hecho gala, en ese sentido, de una coherencia absolutamente modélica e irreprochable. Felicidades y que pasen diez años más (¡pero no hasta que volvamos a vernos las caras!).
Enhorabuena por esa década, aburreovejas. Una de las mejores cosas que tiene internet es que lo escrito no desaparece, sino que queda ahí para siempre, al servicio de cualquier lector que en una noche anónima tropiece con el fantasma de los textos pasados. Seguimos leyéndote en los nuevos territorios.
Muchas gracias, gente. No os merezco.
¡Buena noticia! Espero tus agudas reflexiones.