Como comentario final a la extensa entrada anterior, quería referirme a un asuntillo nada venial. Durante la comida del sábado alguien en la mesa preguntó si el Christopher Priest que estaba en la AsturCon era el mismo que escribía cómics para Marvel. La respuesta que di es la canónica. Hay un Christopher Priest que ha llevado toda su vida ese nombre y que escribe novelas cojonudas y después hay un Christopher Priest que escribe cómics, con el que no tiene nada que ver y que antes se llamaba James Owsley; concretamente James Christopher Owsley. Por un motivo que no ha querido explicar, a comienzos de los 90 se cambió el nombre, cosa que al auténtico Priest le sentó como una patada en los mismísimos. Como curiosidad, Peter David, al que James Owsley dio la oportunidad de escribir su primer guión, tiene una frase muy ingeniosa sobre el asunto pero que me veo incapaz de reproducir ya que la tengo medio olvidada.
Durante la charla en el Lagar se lo comenté al autor inglés y, aparte de lamentar el no haber podido desfacer el entuerto durante su participación pública de la tarde, reconoció que el tema es para él una muy particular Habitación 101; circunstancia que nos hizo reir a mandíbula batiente. Asimismo confesó que durante un tiempo estuvo preparando un relato en el que un personaje llamado James Owsley pasaba las de caín (no cogí los detalles, y mira que se explicó extensamente). Lástima no haberle preguntado por Harlan Ellison, aunque probablemente me hubise lanzado un lacónico no comment.
Creo que lo de Priest Guionista es una cuestión religiosa, me parece recordar que es aprendiz de páter (lo siento, no conozco los términos técnicos) de la Iglesia Evangelista, pero él no ha querido aclarar nada, aparte de asegurar que desconocía la existencia del Priest Escritor. Como curiosidad es uno de los pocos guionistas negros que hay en el mundillo.
En cuanto al relato-venganza de Priest Escritor, es curioso que coincida con el affaire Muñoz-Sampayo/Giffen. Resulta que el americano, en una de sus habituales mutaciones, clonó el estilo de Sampayo sin vergüenza ninguna y los argentinos pergueñaron una historia sobre un dibujante sudamericano que veía su trabajo robado por un estadounidense sin escrúpulos. Estas venganzas metaliterarias son lo único que queda en estas situaciones…
jajaja! bueno, hace unas semanas tuve una pequeña discusion con mi vecino y amigo (y dueño de una tienda de comics) en la que yo aseguraba (aun sin tener el dato en la mano) que le guionista que estaba detras del basurón de comic del Capitoste no podia ser la misma persona que se esconde tras «la separacion» o «el prestigio»