Hace unos días recibí un correo en el que un internauta, lector habitual de mi otra página web, me pedía recomendaciones para iniciarse en la new wave, esa corriente que a mediados de los años 60 dio la vuelta a la ciencia ficción, introduciendo una serie de temas y recursos narrativos poco vistos hasta entonces en el género y que provocó un terremoto de consecuencias insospechadas. Servidor preparó a vuela pluma una pequeña lista, la que sigue:
+ Visiones peligrosas. Antología en la que se encuentran los autores más importantes del movimiento con muy buenas piezas mientras hay otras que, bueno… no hay por dónde cogerlas. Históricamente un puntal.
+ Ballard. Soy partidario de comenzar con sus relatos, aunque no los más experimentales y nueva oleros (los de La exhibición de atrocidades). Personalmente recomiendo cualquiera de estas cuatro colecciones: Aparato de vuelo rasante, Playa terminal, Zona de catástrofe y Mitos del futuro próximo. Recogen lo mejor y más variado de su producción breve entre mediados de los 60 y comienzos de los 80.+ Michael Moorcock. He aquí el hombre. Una novela corta brillante que resume lo mejor de la new wave escrito por uno de sus padres. O cómo un crononauta con serios problemas para aceptarse a sí mismo acaba tomando el rol del Mesías.
+ Harlan Ellison. Tiene un huevo de relatos publicados en las antologías de Los Premios Hugos y algunas otras (como Lo mejor de los Premios Nebula, saldado por ahí a 4 €). La mayoría son obras maestras inolvidables.
+ Norman Spinrad. Las dos de las que hablo en mi web (Incordie a Jack Barron y Los jinetes de la antorcha). Y después El sueño de hierro, que tiene múltiples lecturas. Una de ellas, como disección de la space opera de los 30, 40 y 50, exhibe una mala hostia descomunal.
+ Silverberg. En el número 26 de Solaris apareció un artículo de un servidor hablando sobre su obra. Como ocurre con Ellison, cualquiera de sus cuentos de los 60 y 70 es una pasada. Esta es la guía de lectura fundamental que recomendaba:
Lo mejor de Silverberg
Alas nocturnas
La torre de cristal
Tiempo de cambios
El libro de los cráneos
Muero por dentro
Tom O´Bedlam+ Christopher Priest. Aunque su obra importante es posterior al movimiento, es uno de sus «hijos» más aventajados. Hasta sus libros menos buenos merecen la pena.
+ Thomas M. Disch. Dos obras difíciles de conseguir, 334 y Los genocidas, y una todavía a la venta, En alas de la canción. Su novela más señera que escribió en plena new wave, Campo de concentración, me gusta bastante menos que los citados. Quizás por la edición con que nos ha llegado, muy poco adecuada a sus características.
+ John Brunner. Sus distopías Todos sobre Zanzíbar, El rebaño ciego y Órbita inestable son sumamente recomendables. Sobre todo la segunda, que tiene menos fama que Zanzíbar pero es la más potente. Eso sí, deja un mal cuerpo…
+ Tiptree Jr. Si se tiene el cuerpo preparado para historias duras (por áridas y requerir un intenso esfuerzo mental para seguirlas), sus dos colecciones de cuentos en castellano: Mundos cálidos y otros y Cantos estelares de un viejo primate.
Analizando a posteriori este improvisado listado observo tres hechos que merecen comentario. Por un lado su condición «canónica»: el 95 % de los títulos citados saldría en cualquier selección para ensalzar obras surgidas en este periodo. Algo normal si se tiene en cuenta que soy un tipo convencional. Segundo… es un listado bastante tramposo; incluye libros que han aparecido fuera del entorno temporal en el que se suele situar el movimiento. Y tercero… se echan en falta autores que también participaron del movimiento como Ursula K. Le Guin. Autora que adoro y que no sé muy bien por qué no cité.
Puestos a juegar con estas tres ideas, añado otro título a la lista: El mono del hielo. Obra de un tipo muy particular, M. John Harrison, forjado en la revista clave de la new wave, New Worlds. Aunque son relatos de finales de los años 70 y el contenido fantástico que hay en ellos es prácticamente inexistente, hacen uso de unos recursos narrativos que derivan de la mejor experimentanción literaria de esa época. Es un autor que genera mucha controversia, porque su gusto por las atmósferas sucias, densas y opresivas roza lo demencial. Sus personajes son extremos, hasta el punto que se hacen increíbles. Su interés por la ciencia ficción (y la fantasía, o el terror) no se parece en nada a lo que se lee en estos géneros. Pero son una experiencia que todo lector que aprecie la ciencia ficción debiera conocer ya que, sin duda, es uno de los mejores prosistas que han salido de su interior. De hecho su última novela, Luz, es tenida por gran parte de la crítica como uno de los hitos más importantes de la ciencia ficción de los últimos años. Aunque, claro, también muchos lectores piensan que es un timo, difícil de seguir, confusa,…
¿Por qué recomendar ese título si ni me parece una obra maestra ni creo que esté cerca de serlo? En el fondo es un autor que representa la que fue la new wave. Cómo trasgredir las normas convencionales de la ciencia ficción para representar facetas poco exploradas del ser humano. Con tales mimbres no siempre se consiguen los mejores resultados, y muchas veces la experimentación atenta contra las normas más elementales de la narración (transmitir una historia inteligible por el lector; de ahí que un gran autor como Brian Aldiss haya quedado fuera de este texto). Pero si no fuese por ella seguiríamos leyendo obras a lo Asimov. Entretenidas y con ingenio. Pero siempre más de lo mismo.
Olé esa lista: im-pecable, que diría Jesulín.
Permíteme, de paso, añadir un título que es anterior a la New Wave, pero que algunos ensayistas consideran precursora: El hombre demolido, de Alfred Bester. Ciertamente, el retrato psicológico de los protagonistas, sobre todo del héroe/criminal, era completamente inaudito en la fecha de su publicación.
Nacho, apunta, que he cambiado la dirección de mi bitácora: http://alexvidalbermudez.blogspot.com.
jejj…lo que te gusta a ti una lista!!!! 😛 lo cierto es que no he leido nada de Ballard y creo que gustandome las cosas que me gustan, es una asignatura pendiente que debo aprobar en breve…es curioso esto de la new wave, dentro de la cual he leido algunos de mis libro favoritos indiscutibles (En Alas de la Cancion, Los Jinetes de la Antorcha) y algunos de los mas infumables pestiños (Campo de Concentracion – Disch en lo mejor y en lo peor 😛 – o A Cabeza Descalza)
Creo que en breve me abrire un blog de estos en blogspot …total, uno mas charlotenado sobre cifi no se notara 😉
que tal «Cismatrix» tengo esperanas puestas en ese libro…
¡Buenas!
Yo añadiría algo de Samuel R. Delany; me gustan especialmente La balada de Beta 2 y Babel 17, que son obras nada áridas y bastante entretenidas.
Lo de doña Ursula no lo veo tan claro…, como new wave, quiero decir.
Cabe recordar, por otra parte, que a aquella «movida» de los 60 también se la suele llamar new thing.
Saludos.
Juan
Álex -> Completamente de acuerdo con Bester. ¿Qué habría sido la ciencia ficción sin las novelas y algunos cuentos suyos de los 50?
Nemes -> Lo de las listas viene de muy atrás, de antes de que tuviese una «personalidad» en la red. Un vicio adquirido de las guías de lectura de Pringle y Barceló, o de artículos leídos en la Blade Runner Magazine o el primer número de Gigamesh. Anda que no gusta ni nada jugar con estas elecciones, ya sea para compartirlas… o buscarles los agujeros 😀
De Cismatrix apenas llevo 25 páginas. Es que le estoy dando más caña a los relatos de Brown y una pila de cómics que tengo atrasados desde hace meses y a los que hay que dar salida antes de que lleguen las novedades del Saló. Y tardaré, porque esta semana me tienen que llegar Tormenta de espadas y Carnono alterado. Palabras mayores.
Y ábrete un blog. Allí si quieres nos metemos con los excesos de la new wave, que produjeron engendros como ese monstruenco de Aldiss que comentas o Informe sobre probabilidad A.
Jean Mallart -> No eres el primero que me enmienda a Le Guin en una clasificación de este estilo. Pero me gusta meterla dentro porque su despegue coincide justamente con el clímax del movimiento y la novela y los relatos con los que destacó están intrínsecamente ligados a parte de las ideas que lo impulsaron. Ya confrontaremos argumentos entre caña y caña en la próxima TerSa 😀
Lo de Delany… sencillamente no puedo con él. Y lo de new thing, yo es que soy muy devoto de Priest y dado que fue él (si no me equivoco) quien lo etiquetó así… 😉
Delany es que es… A mí me gusta muchísimo su space opera «Nova», es su novela más accesible sin duda y a los que se os atragantaron cosas como «Las torres de Toron» o «Dhalgreen» os hará reconciliaros con él. Creo que es una novela fundamental en la new wave y ya que habláis de Cismatrix, el estilo barroco de Gibson o Sterling bebe directamente de ahí y de Bester. Habría una línea que une «Las estrellas mi destino», «Nova», «Neuromante» o «Cismatrix» y la moderna space opera como «Luz».
Asimismo «Babel 17» está muy bien, es, superficialmente, una novela de aventuras. Pero además un análisis brillante del lenguaje y la realidad. También creo que es una novela que se puede recomendar.
Por lo demás has clavao las recomendación de Ballard, si con esas antologías Ballard no os gusta ya podeís darle por imposible.
Mi «problema» con Delany, puramente maniático, se debe a los escasos relatos que he podido leer suyos, las ediciones de Ultramar (salvo Babel 17, que admito que tiene sus cosillas), y a La intersección Einstein. Mucha gente alucina con estas dos últimas novelas. A mi me parecen normalita la primera y tediosa la segunda. Pero claro, no he leído ni La balada ni Nova, porque cuando tenía tiempo para leer no había edición disponible en el mercado (uno es relativamente jovencito y vive en una ciudad de provincias donde la segunda mano se limita a cosas muy puntuales)
Haré acto de contricción y me leeré la de Beta 2, que la tengo por aquí. Un siglo de estos, claro, que la pila amenaza reventar (y más cuando me lleguen Tormento de espera y Carbono alterado)
Y sobre lo que comenta fonz de Ballard… ¿por qué no, a parte de tanto relato, recomendar alguna novela? ¿Cuál pensáis que son las mejores? A mi las que más me chiflan de las que he leído son Rascacielos, EMHO la más redonda y la que mejor recoge las particulares neuras de Ballard sobre el binomio hombre-tecnología, y El mundo sumergido. El mundo de cristal, p.e., está bien pero me quedo con el relato incluido en Playa terminal, que viene a ser lo mismo en 40 páginas.
Y Crash, pues a pesar de sus excesos, me parece una obra fundamental. Por su atmósfera insana, y su manera de convertir una monomanía en un brillante ejercicio literario. Es mucho más que ese tengo una accidente; me «pongo» al ver un coche destrozado; quiero tirarme a mi terapeuta entre la chatarra; mi máxima ilusión es morir con una estrella en un accidente de tráfico con el que se suele resumir.