Como comenté hace un par de meses, Christopher Priest ha sido el invitado de honor de la WorldCon (Convención Mundial de Ciencia Ficción) de este año, que se ha celebrado en Glasgow la primera semana de agosto. Hace unos días cloudXXI, lector inquieto, siempre a la busca de libros con un fuerte componente revulsivo, otro entregado seguidor de la obra de este autor (aunque, eso sí, menos indulgente), puso en los foros de sedice el discurso íntegro que pronunció como invitado de honor.
No tengo una noción clara de cómo suelen ser estos discursos, así que no soy el más indicado para juzgar si la aproximación tan «egotista» utilizada por Priest es la habitual. Habla de las diferentes convenciones a las que ha asistido, anécdotas allí vividas, sus gatillazos cuando estaba entre los nominados,… Para el oyente de fuera del circuito no deja de ser un galimatías autoreferencial con un par de pasajes muy interesantes. Pero para el iniciado en los entresijos del fandom anglosajón, el conocedor de los autores y corrientes que han imperado en los últimos cuarenta años, el que quiere saber más cosas sobre su lío con Harlan Ellison, una exposición completa del cambio de nombre de James Owsley,… supone un azucarillo agradecido y, por tanto, edulcorado, al que le falta algo de salero. Priest podría haber sacado el látigo y haber expuesto (una vez más) sus ideas sobre la ciencia ficción norteamericana tipo y el mundillo que se mueve en torno a ella (como escribió hace quince años en «Sin hacer cargos«), pero supongo que hay que guardar las formas. No obstante, hay segmentos de su discurso que apuntan un poco en este sentido. Mírese si no los problemas para publicar en EE.UU. The Separation, de la que los editores yanquis decían que era impublicable (bonito eso de ver a España citada como lugar donde este tipo de libros pueden aparecer, aunque me temo que está lejos de ser el éxito que Priest se apunta).
Analizado en esta clave, uno de los momentos cumbres más divertidos es la mención de su affaire con Harlan Ellison, a raiz del bochornoso espectáculo al que se entregó en la segunda mitad de los sententa, mientras anunciaba allí donde le daban dos líneas que estaba trabajando con ahínco en la tercera entrega de Visiones peligrosas; que iba a ser todavía mejor que las anteriores, que nunca se había editado una antología así,… Y con razón. Al final el libro no se publicó y está considerado como uno de los mayores bluffs de la historia de la ciencia ficción. Priest, llamado a ser uno de los participantes, no se tomó demasiado bien lo ocurrido, se dedicó a recopilar la larga serie de textos en los que Ellison voceaba el supuesto trabajo que estaba realizando y los reunió en un agudo ensayo que vendió en plan fanzine por las convenciones a las que iba. En sus propias palabras:
There was no personal motive in this project. I simply enjoyed the technique of turning up embarrassing information, checking it was true, then writing about it.
No me creo que no haya despecho en sus intenciones. Además a Priest a veces le gusta tergiversar el pasado (¿no lo hacemos todos?).
El caso es que años más tarde, la editorial especializada en cómic Fantagraphics, reeditó el ensayo en el libro: The Last Deadloss Visions: The Book on the Edge of Forever (un título glorioso que juega con el título original de los libros de Ellison, el título de uno de los capítulos de Star Trek que guionizó: «The City on the Edge of Forever», el título de un fanzine que publicó Priest: «Deadloss», y el destino final de la antología nonata), y Priest fue candidato al Hugo. Desafortunadamente para él, lo ganó el libro de memorias póstumas de Asimov. Aunque igual hasta tuvo suerte. Según cuenta en el discurso, John-Henri Holmberg y Norman Spinrad tenían la misión de sacarle a gorrazos del escenario si ganaba:
I discovered immediately after the worldcon that my friend with the unutterable name had had a Plan B in case I did win. Two of my professional colleagues had been recruited as his goons. The idea was that if by some terrible misfortune I should win the Hugo, they were to dash up on the platform and interrupt my acceptance speech by beating me up.
Joer con Spinrad.
Pasando de frikismos fandomíticos, dos referencias obligadas. Primero su defensa del fantástico y la ciencia ficción como mecanismo para tratar los asuntos que nos acechan en nuestras vidas, cómo se ha acercado a ello, una visión optimista de que lo mejor está por llegar (curioso cuando gran número de lectores piensan todo lo contrario) y cómo se está tratando la ciencia ficción desde otros medios.
In spite of rumours you might have heard to the contrary, I claim that all my novels are SF, or something close to it. But I would also say that all my better novels are further away from the centre of science fiction than the others. I believe in the inner workings of SF: the way the unimaginable or the fantastic can be made to stand for things the reader is interested in, or feels about, or can be made to be interested in, or to feel about. There’s a lot of imaginative muscle in fantastic literature, but to date it remains largely unflexed. It’s my belief that we are still in early days, that we are only gathering speed, that the best is yet to come. In other words, the truly great classics of science fiction are not the ones we think we know about now, but ones which will be written at some time in the future.What I’m less comfortable with are what you might call the outer workings of SF. I’ve never been happy with those. The surface qualities of science fiction are easily adaptable or corruptible, a fact which can be seen in almost any film or TV adaptation. The curse of all genre fiction is inbreeding, when success begets imitation or adaptation, when we are dazzled by the glittering exterior, not stunned by the secret depths. It has always been my contention that science fiction and fantasy is difficult to write well, and should present a satisfying challenge to the reader, with intelligence rewarded.
Y segundo… algo que estaba en La Separación y en lo que profundiza en el discurso con nuevas aportacione. Su obsesión con los gemelos, las dobles identidades, las confusiones, la manipulación,… resumidas en una teoría de la conspiración sobre el destino de Hess, Jorge VI y sus hermanos. Supongo que terminará como otra leyenda urbana, y que la desclasificación de los documentos de Churchill sobre el tema será igual de insatisfactoria para los fanáticos de las ideas cogidas por los pelos que otros fenómenos similares que hemos vivido más recientemente (Kennedy). Pero anda que no mola pensar que pueda tener razón.
Me acabé esta semana The Separation (versión horrorosamente traducida, y no sólo por el título, en Minotauro) y me quedó una sencilla duda:
¿Qué pasa de verdad en el libro?
En su momento no entré en el hilo que iniciaste en cdk sobre el libro… lo que no sé si se puede recuperar. Me iría bien echarle un ojo.
Jorl, echarse como «contendientes» a Ellison y Spinrad es garantía de movida 🙂
Justo ahora estoy con «La afirmación». A ver si descubro a este tipo, porque parece un autor poco usual.
PD, peor habría sido si Asimov estuviera vivo. Lo habría interrumpido y dejado de lado con un solo de Gilbert & Sullivan a pleno pulmón. Como para verlo…
En The separation lo que pasa es lo que todos conocemos que sucedió en la WWII. El resto es un conjunto de alucinaciones, engaños y malinterpretaciones con las que el autor pretende describirnos una especie de ucronia insertada en la historia «real». Más o menos, y resumiendo bastante, esto es lo que pasa.
Por cierto Nacho, ¿quién es el indulgente, tu o yo?
Y por cierto, ¿qué quiere decir, exactamente, con menos indulgente?
Redondeando lo dicho por cloud, en cyberdark le hicimos la pregunta a Priest y respondió
(spoiler)
Creo que te acabo de dar parte de la respuesta. Las alucinaciones de Joe Sawyer son sólo un elemento. Creo que la verdadera historia de El ultimo día… está en los distintos textos, que puede responder cada uno probablemente a una verdad literal, sin que ninguno intente engañar deliberadamente (¡excepto Goebbels!) y donde siempre hay la posibilidad de que alguien haya olvidado algo, no se haya dado cuenta de algo o que no haya comprendido la historia bien. Todos los fragmentos crean una imagen. La historia está ahí, pero no hay una “única” verdad o una versión “definitiva”.
http://www.cyberdark.net/portada.php?edi=6&cod=403
(fin spoiler)
cloud -> Siempre me he considerado un lector indulgente en el sentido de que suelo obviar ciertas taras que a otras personas se le atraviesan de lado a lado. Muy especialmente en autores que tengo «encumbrados» (Crowley, Martin, Priest, Disch,…). Sobre tu última pregunta, ser menos indulgente creo que equivale a ser más crítico.
Fran -> Espero que te guste. Creo que la gran falla del libro es que hacia el último tercio el ritmo de la novela, más o menos marcado hasta el momento, decrece hasta empantanarse en uno que no le sienta nada bien. El resto… un libro repleto de hallazgos con un final inconmensurable.
iarsang:
vaya, pues tu texto me ha hecho fijarme en detalles que me habían pasado por alto o que no sabía. Desde luego es un personaje de lo más curioso este Priest.
A ver si un día me decido a atacar Indoctrinario y La máquina espacial…
No sé. «Indoctrinario» es con aplastante claridad lo peor que ha escrito, y no recuerdo nada por lo que valiese la pena leerla. Quién sabe si ahora, con el modo devoción ON, pensaría lo mismo.
«La máquina espacial» es, con «Sueño programado», lo único que me falta de leer de lo traducido. Estoy esperando a sacar tiempo para leérmela justo después de la pertinente relectura de «La guerra de los mundos». Pensé que este verano podría, pero al final los quité de la lista porque ya tenía demasiados libros. Por lo que me han comentado merece la pena si gusta Wells. Y a mi me encanta.