No sé si recuerdan Condenados, la novela de Santiago Eximeno publicada mediante crowdfunding a través de Lánzanos en el primer trimestre del año. Una obra que tuvo su minuto de gloria previo a su lanzamiento, con bastante repercusión mediática, pero que una vez publicada parece haber pasado ¿desapercibida? Al menos es mi impresión después de observar que apenas ha sido reseñada en un puñado de sitios. A bote pronto cabe apuntar al menos tres posibles motivos: el momento de los lectores electrónicos es todavía incipiente; los que contamos con uno tenemos otras preferencias, muy próximas a las que manifestamos a la hora de elegir lecturas en papel; y las pequeñas editoriales, como la que lo ha publicado con posterioridad (Saco de huesos), lo tienen cada vez más crudo para hacerse un hueco en las librerías. Tres hechos difícilmente soslayables que se topan con otro propio: aunque estamos ante una más que aceptable narración apocalíptica, no raya a la altura de muchos relatos de Eximeno.
Condenados se desarrolla en dos planos. En el primero cuatro personajes atraviesan un Madrid asolado después que la práctica totalidad de la humanidad haya perecido a manos de las hordas celestiales tras la llegada del juicio final. Tres personas «normales»: Antonio, José y María (como no podía ser de otra manera, embarazada de un niño); y Lázaro, condenado a la vida eterna, testigo de las grandes tragedias de nuestra historia y a la búsqueda de romper su maldición, sea cual sea el precio. Un trayecto en pos de la puerta hacia el cielo por unas calles infestadas de ángeles y resucitados que han traído un trozo de averno en la tierra y que muestra una realidad inmisericorde en la que ni siquiera los «justos» han sobrevivido a la ira de Dios (y con un último giro que aumenta la omnipresente sensación de desamparo). Un simbolismo que se da la mano con la idea de que el curso del actual rumbo social no tiene solución; que cualquier humanismo se volatiliza cuando ese barniz que llamamos civilización desaparece.
Intercalados entre los capítulos que narran este desesperado periplo se relatan fragmentos de las vidas de los cuatro personajes. Pedazos de infierno cotidianos como los que podemos encontrar a nuestro alrededor, que afirman sus personalidades y terminan de componer el viaje interior de los condenados. Ya sea a través de las miserias que alejaron sus vidas de sus aspiraciones iniciales o de las diversas explosiones de violencia que han padecido.
Durante su lectura no podía quitarme de la cabeza la idea que Condenados hubiera necesitado un poco más de tiempo de escritura. Una mayor depuración de las escenas del pasado, un poco más de chicha en el viaje por Madrid (con apenas tres momentos acojonantes), más conexión entre ambos planos, algún personaje con un desarrollo diferente, un poco de optimismo en la vida de estos que permitiese un mayor constraste para sus pesares… Y, como apuntó foehammer en Alechia, una mayor continuidad en el estilo, que al comienzo fluctúa con violencia de la lírica más evocadora al lenguaje más directo para, rápidamente, apoderarse éste de la narración. Poco antes de terminarla descubrí que Eximeno escribió la novela siguiendo las pautas del llamado NaNoWriMo (algo que el propio autor explica en una nota final); un «certamen» en el que sus participantes escriben una novela de unas 50000 palabras en 30 días. Ni uno más, ni uno menos.
Creo que se nota.
Como curiosidad, tampoco me he podido quitar la sensación que Condenados era una variación del tema zombie. Aclaro que más por la manera en que estas novelas (oportunistas) se han apoderado de las claves del relato apocalíptico que porque se pueda considerar como tal. Pero esa «invasión» es otra historia.
Enlace a Condenados, para leerla de forma gratuita.
¡Gracias por la reseña, Nacho!
Es verdad que la novela no ha tenido demasiada repercusión en cuanto a reseñas, y como el ego de los autores se alimenta casi siempre del feedback, me ha ayudado a perder un poco 🙂
Por cierto, me llevo parte del texto para mi Web, como siempre 🙂