En Trueno rojo, novela que ofrece un curioso y divertido cruce entre las vetustas novelas juveniles de Robert «Heil» Heinlein, la primera hora de Misión a Marte y Sensación de vivir costa Este (se desarrolla en Florida), John Varley, se marca una escacharrante imagen sobre lo que supuso el proyecto Apolo que llevó al primer hombre a la Luna.
Durante una conversación en la que un laureado astronauta caído en desgracia alecciona a sus jóvenes pupilos sobre la carrera espacial, después de explicar razonablemente bien cómo debieran haber ido las cosas, se luce sagazmente con la siguiente diatriba. Lean, lean…
Pero había otra forma de llegar a la Luna. ¿Os suenan las palabras «rápido, barato y sucio»? Podéis llamarlo el proyecto von Braun: rápido, muy caro y muy sucio. Pero era la única manera de poder estar allí el 31 de diciembre de 1969. Digamos que Colón escoge la ruta Apolo para llegar al Nuevo Mundo. Comienza con tres naves. Al llegar a las Islas Canarias hunde la primera deliberadamente. Es la mayor de ellas. Una vez en las Bahamas, se desembaraza de la segunda. Llega al Nuevo Mundo… pero su tercera nave no puede desembarcar allí. Bota una balsa salvavidas, hunde el tercer barco y rema hasta la costa. Recoge algunas rocas de la playa, vuelve a hacerse a la mar, cruza el Atlántico… y al llegar al estrecho de Gibraltar hunde el bote y regresa nadando a España con un neumático como salvavidas […]
[…]El Programa Apolo fue posiblemente la forma más estúpida creada jamás por la mente humana para resolver un problema… pero era el único modo de ganar la «carrera»
Real como la vida misma.
Los párrafos destacados son realmente impresionantes. Para ser más precisos: son divertidísimos. Nunca había leído una interpretación tan cínica y realista del proyecto Apolo…