Esto de escribir sobre literatura desde la más absoluta falta de formación, la escasez de medios y una relativa dejadez hace que a veces acabes construyendo opiniones no sólo en base a las lecturas realizadas e interpretaciones más o menos encauzadas, sino a lo que te dicta la lógica directa vulgar. Un ejemplo.
Tienes una serie de datos:
a) Has leído Tropas del espacio
b) Encuentras unas ideas promilitares del carajo que colisionan de pleno con tu visión de lo que debería ser el mundo y la democracia.
c) No te gusta la ideología tipo que se marca su autor en otras de sus novelas, caso de Amo de títeres
Conclusión: Es un facha del carajo.
Pero después lees un poco más, descubres otras como (la mediocre) Estrella doble en la que el autor hace un alegato en contra de la xenofobia, te informas, escuchas más opiniones… y llegas a la conclusión que Heinlein dista un abismo de ser un facha. Estás ante ese ultraliberal el gobierno jamás tiene la mejor solución que tan bien queda representado por uno de los personajes que John Varley recrea en Trueno rojo (sí, aquí debería haber puesto el prototípico personaje guía de Heinlein, pero resulta ta cargante…)
La lógica directa vulgar conduce, en muchas ocasiones, a resultados precipitados, falsarios, equívocos,…
Les cuento esto porque un servidor había llegado a la errónea conclusión de que César Mallorquí había dejado de escribir ciencia ficción porque la literatura juvenil daba (y da) mucho más dinero y prestigio. Sin embargo, como ha dejado escrito en su blog durante las dos últimas semanas, el motivo fue otro.
El problema que veía en la cf española era su dependencia de los modelos anglosajones; sobre todo, los norteamericanos. Demasiado mimetismo, pensaba yo; y me preguntaba: si te dieran a escoger entre un Rolex auténtico y otro de imitación, ¿cuál elegirías si costaran lo mismo? La respuesta es evidente. Pues bien, mi proyecto fue buscar una voz propia para cf española, contemplar los grandes temas del género, pero desde la perspectiva de nuestra realidad, española o europea. El resultado de ese proyecto fue la antología El círculo de Jericó y las novelas cortas La vara de hierro y El coleccionista de sellos, así como un puñado de artículos donde intentaba explicar lo que yo creía que debía ser la cf en nuestro país.Finalmente, acabé pensando que mis ideas sólo servían para crear polémica. Luego, pensé que no estaba de acuerdo con la mayor parte de la cf que se publicaba en España y, un segundo más tarde, comprendí que en realidad no estaba de acuerdo con la práctica totalidad de la cf mundial. Entonces, ¿para qué seguir? Abandoné el género a mediados de los noventa; desde entonces, sólo he escrito algún que otro esporádico cuento. Y lo lamento, porque me gusta escribir cf; pero, ¿qué sentido tiene?
Aquí uno tiene que suspender la incredulidad y olvidarse del tema económico. Pero leyendo las opiniones que ha ido dejando en las últimas semanas en el blog de Julián Díez y recordando algunos artículos escritos para Gigamesh (sobre todo aquél del año 95: «Por qué no fui a la HispaCon»), queda claro que ha sido terriblemente consecuente con su visión de la ciencia ficción actual. Visión que comparto en una parte mientras que en otra… pues sobra decir que no. Sólo hace falta haber leído algunas de las entradas que he escrito en el Aburreovejas.
Sin embargo me tengo que rendir ante la coherencia de su discurso y la lucidez que se puede apreciar en él. Y padecer sus consecuencias. Como tantos otros lectores necesito más historias como «El rebaño», «El coleccionista de sellos» o «La casa del doctor Pétalo». Narraciones mayúsculas que sólo hay una persona que puede escribir.
Tendremos que seguir conformándonos con sus novelas juveniles y su blog.
Las pruebas de cargo:
Heinlein es un individualista recalcitrante, el prototipo del colono americano que está dispuesto a irse lo más lejos posible con tal de que nadie le de órdenes. En su cuento «caballeros permanezcan sentados» va más lejos aun: dice claramente que los militares siempre tienen que estar sometidos al poder político, y que nada excusa un alzamiento militar, ni siquiera lo de la obediencia debida al superior. Si el militar que tienes al mando te ordena que dispares contra un representante de la clase política, tu deber es detenerlo por todos los medios a tu alcance. De esto va «caballeros permanezcan sentados». Curiosa ideología para un fascista.
Pero bueno, esa polémica es la que tiene más solera de la ciencia ficción española. El problema no está en Heinlein, sino el significado que le da cada uno a la palabra fascista.
Sí, es lo que tiene el verbo rápido y una lectura por encima. Y los prejuicios, esas cosas tan molestas cuando te enfrentas a la vida. Con qué alegría colgamos sambenitos…
Y por lo poco que he leído de Heinlein, era un narrador cojonudo.
Como también lo es el blog de César, por cierto 🙂
Pues es una verdadera pena que César Mallorquí haya abandonado la ciencia ficción, porque escribía unas cosas maravillosas. Salvo «El coleccionista de sellos», me he leído todo lo que tiene publicado y lo he disfrutado enormemente, en especial la antología «El círculo de Jericó» que es una verdadera joya que, por desgracia ya está descatalogada 🙁
Espero que algún día mude de parecer y nos siga ofreciendo esos magníficos relatos que escribía, porque si realmente dejó el género por esos motivos, es una verdadera pena. Lo único que puedo decir es que en estos casos, lo mejor es seguir la dicha de Feynmann: «¿Qué te importa a ti lo que opinen los demás?». Cuando uno tiene una voz propia debería hablar alto y claro, aunque cada cual hace lo que estima oportuno, por supuesto.
Yo no veo a César fuera de la CF. Sus novelas juveniles suelen tener un transfondo fantástico. Lo que está es fuera del fandom, y me temo es que en su planteamiento lleva bastante razón.
Coñe, me refería a «La larga guardia», claro. Un lapsus. 🙂
La primera vez que oí hablar de los UPC fue precisamente por «El coleccionista de sellos»; Mallorquí ya me sonaba bastante por entonces.
Pero bueno, aunque ya no escriba «propiamente» ciencia ficción, las historias que hace ahora siguen siendo magníficas, y dentro de un género muy difícil, en mi opinión: hay que tener muchísimo talento y sensibilidad para hacer buena literatura juvenil.
Joder, Nacho, con tanta alabanza voy a acabar convirtiéndome en uno de esos autores insoportablemente vanidosos que pululan por ahí. Recuerda que el ego es como la polla: cuanto más lo acaricias, más grande se hace.
Gracias a todos por vuestras palabras. Leyendoos, me entran unas ganas enormes de volver a escribir cf. Afortunadamente, logro reprimirlas 😉
Algún día es posible que con estas (sentidas) tácticas caigas en la tentación. Afortunadamente todavía eres humano O:-)