Iba a empezar esta reseña con un capón, pero lo voy a dejar para el final porque hacía mucho, mucho, mucho tiempo que no encontraba una narración que me atrapase de esta manera, me mantuviese en vilo durante las tres horas que empleé en su lectura y me dejase un mal cuerpo de espanto. Su título es La silla y su autor David Jasso. No es la mejor novela española de literatura fantástica que he leído de 2006 pero sin duda es con la que mejor me lo he pasado.
Daniel Lonces es un escritor de terror en plena cresta de la ola. Ha escapado del mundillo aficionado y se ha forjado una carrera profesional con dos novelas de éxito y una antología de relatos. Casado y con un hijo de unos meses, vive aislado en un chalet un tanto alejado de cualquier población que le proporciona la soledad que necesita para crear. Un día, para documentarse y conocer de primera mano la emociones por las que atraviesa un secuestrado, le pide a su mujer que le ate a una silla y le amordace. Ni se imagina el horrible infierno que va a atravesar durante las siguientes horas y que puede costarle la vida a él y a su familia.
La clave argumental de La silla es tan simple que resulta sorprendente cómo se pueden llenar doscientas páginas con ella: un señor sentado en una silla, prácticamente sin movilidad y sin manera de comunicarse con nadie. Sin embargo funciona sin hacerse demasiado reiterativa gracias a un pulso narrativo acerado, una serie de giros argumentales muy bien llevados y la pericia de su autor a la hora de estimular la curiosidad más morbosa y la expectación más insana. De hecho, ahora que lo pienso, la novela es una buena muestra de lo que defienden las presentaciones de Paura, un terror surgido de situaciones «cotidianas» y que explota sobre individuos aparentemente «normales».
Para acentuar la implicación del lector, La silla está contada en su mayor parte en primera persona. Jasso no pierde detalle en describir las torturas física y psicológica que se ciernen sobre Daniel, en un crescendo asolador que sacude su personalidad hasta dejarle al borde de la locura. Una deriva mental coherente y verosímil a través de una serie de estadios que le llevan a recordar, por ejemplo, los devaneos amorosos con una joven lectora y el consiguiente sentimiento de culpa, y que suponen un doloroso respiro en el axfisiante rumbo que toma su cautiverio.
Cierto es que hay detalles que me han dejado un tanto frío. Como decía Javier Vidiella en la reseña que escribió para C, es una novela muy cinematográfica y aunque eso le sienta bien al ritmo o las sucesivas pausas que se establecen para aliviar la tensión, no lo es tanto a la hora de resolver detalles como los innecesarios pasos a tercera persona (se podrían calificar como cámara externa) en las secuencias en las que alguien se acerca a la casa y parece que va a salvar a Daniel. Alejan en demasía al lector del sufrimiento que atraviesa Daniel, el auténtico elemento motivador de La silla, y hacen que la narración pierda incertidumbre. Tampoco me parecen de recibo los guiños frikis (¡ey! ¡sale mencionada la Hispacon!) o los embaucadores macguffins como el que abre la novela, más tramposos de lo necesario aunque, también, fieles a lo que representa la silla para el protagonista: una inmensa trampa (para ajustar cuentas consigo mismo).
Lo que no tiene perdón de Dick es la pésima distribución que tienen los libros de la colección Transversal y, por extensión, todo el material publicado por Sirius. Da la impresión de que están demasiado preocupados de que sus libros puedan llegar a las librerías y venderse. Si no no se explica cómo es posible que otras editoriales pequeñas como AJEC o El Parnaso puedan verse con «relativa» facilidad en librerías de todo el país y una obra tan recomendable como ésta sufra el más absoluto de los olvidos porque apenas se vende en un par de grandes establecimientos (supongo que La casa del libro y la FNAC). Que pase eso con los libros de Bituindelains (ahora onceuponatime) es una cosa. Que pase con una novela tan insana y revulsiva como ésta es otra. Y también se puede hablar largo y tendido del precio del libro (17 €), pero esa es otra cuestión. El formato tipo de la colección Transversal no es agradable, sobre todo el tipo de letra. Sin embargo al menos cuenta con el trabajo gráfico de Manuel Calderón, con unas ilustraciones interiores que sirven de encabezamiento a cada capítulo y que, en su mayor parte, ponen rápidamente en situación al lector.
Nota: Tampoco me engaño. Si se vendiese en todas las librerías del país las ventas tampoco serían espectaculares. Pero al menos competiría en igualdad de condiciones.
Me lo apunto, claro que sí. Me atraen mucho las historias que se desarrollan en un solo lugar, porque creo que exigen un talento mayor de lo normal.
Totalmente de acuerdo con la pésima distribución de Sirius, sólo comparable con la de Ediciones Jaguar. Pedí el libro hace tres meses a la librería que según la web de la editorial trabajaban con sus libros. Pues nada, tras más de dos meses de espera lo tuve que pedir al cyber.
En cuanto a la novela, aún no la he leído, pero ganas no faltan