En ese largo hiato en el que George R. R. Martin no termina de rematar a los protagonistas supervivientes de Canción de hielo y fuego, sus seguidores esperamos con ansia la traducción de otras obras suyas. Y en esta carrera de caracoles en que se ha transformado la publicación de novedades por parte de la editorial Gigamesh, antes de las Navidades Sueño del Fevre se adelantó a la todavía inédita Armageddon Rag; el gran fracaso comercial de Martin como novelista y la novela que más me gustaría leer traducida junto a la imposible A House Of Leeves de Mark Danielewski. Supongo que tal y como está el mercado es más fácil vender una de vampiros que una novela de terror sobre el rock de los años 60 y 70. Y eso estando Martin de por medio.
Hablar de Sueño del Fevre es hablar de una novela de vampiros donde se entremezclan los rasgos clásicos del mito con características de la actualización que Anne Rice había abordado años antes en Entrevista con el vampiro, y ese punto personal que Martin ha imprimido (casi) siempre a todos los estereotipos que ha tratado. Es hablar, también, del Gran Mississippi de los tiempos en los que los enormes vapores lo recorrían de punta a punta transportando mercancías y pasajeros. Y de los años previos a la Guerra de Secesión y la diatriba entre abolicionistas y esclavistas, la excusa que desencadenó el conflicto que arrasó el país durante un lustro.
Estos y otros elementos forman el excepcional retrato histórico del mundo del Mississippi a mediados del siglo XIX. La riqueza de unos barcos que desarrollaron la economía de una parte inmensa de los EE.UU., los focos de marginación y pobreza que malvivían a su sombra, el trato a los esclavos, las opíparas comidas que se servían… aparecen descritos con la misma exquisitez que se desarrolla la sociedad vampírica estancada en la ribera de sus aguas. Una especie tan antigua como la humanidad, de una vida mucho más extensa, que necesita la sangre para alimentarse… y que le permite a Martin tocar algo que ya había tratado en Muerte de la luz: el cambio en una sociedad apegada a la tradición. En este caso yendo mucho más allá de los hábitos sociales, bajando a un nivel más primario.
El segundo puntal de Sueño del Fevre, el corazón que mueve la sangre de sus arterias, es el relato de la amistad entre sus dos protagonistas: Abner Marsh y Joshua York. El orondo capitán de vapores del Mississippi y el vampiro inconforme con los hábitos de su especie desarrollan una camaradería que trasciende todas las barreras existentes entre ambos, las sucesivas desconfianzas que florecen… hasta mostrar valores como la empatía, la fidelidad, el honor, el perdón… bastante habituales en muchos protagonistas de Martin.
También merece destacarse la labor de Martin, un narrador nato que encaja y depura todos los elementos de la trama. Ha conseguido una maquinaria narrativa engrasada que se mueve con una fluidez descomunal sin recurrir a los trucos más socorridos (capítulos ultracortos, encadenar cliffhanger tras cliffhanger, abusar de los diálogos…) Aunque para mi Sueño del Fevre presenta dos pequeños handicaps. Primero, el escaso (por no decir nulo) interés que tiene Martin en relatar una aventura; se nota demasiado que las peripecias son una mera excusa para desplegar todo lo anterior. Y, segundo, el salto en el tiempo que se produce bien avanzada la novela; no me funcionó cuando la leí hace más de diez años y sigue sin funcionarme ahora. Sí que veo su utilidad a la hora de transmitir la herida que se produjo en el país tras la guerra de Secesión y que hizo saltar por los aires la cultura del río, devorada por las florecientes compañías del raíl (los nuevos vasos conductores de EE.UU.). De alguna manera había que incluir esa discontinuidad para marcar el impulso que experimentaron tanto el país como la propia cultura vampírica aquí descrita. Pero violenta la unidad de narración hasta un extremo en el que, al menos a mi, me costó entrar de nuevo.
Destacar la reedición de Gigamesh, fiel a las que nos tiene acostumbrados, con una nueva traducción que, acompañada de un precio por debajo de los 18 euros, convierten a Sueño del Fevre en una alternativa obligada a la legión de pésimas novelas de vampiros que hay ahora en el mercado. Una historia donde el romanticismo es mucho más que un no-muerto hechizando con su mirada lánguida a la jovencita de turno. Un relato que viaja a una época fastuosa y miserable narrado por un contador de historias único.
La ambientación es cojonuda, de hecho, da la impresión de que también viajes con ellos por todos esos ríos caudalosos y por esas ciudades tan barrocas y mestizas, menudo «lujo» de viajecito, casi pegan más los vampiros por ahí que por Transilvania. Y la progresiva revelación de la naturaleza misteriosa del vampiro y sus acompañantes, la leche, que habilidad dosificando.
Quizá, un pelín forzada la explicación naturalista del vampirismo, chirría a veces, pero en fin, son tan solo algunos párrafos.
A mi el libro me encantó y no me resultó raro el cambio de época a mitad de novela. A fin de cuentas los grandes protagonistas siguen ahí.
Oportuna reedición como bien dices en esta época de vampiros descafeinados pero, siendo egoista, hubiese preferido que sacasen de una puñetera vez Armaggedon Rag. Que el Sueño del Fevre ya lo tengo. Es que Gigamesh mira que va despacito.
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