Sobre El granjero de las estrellas y la reedición de «clásicos»

Granjero de las estrellasEn la política de recuperación de novelas y autores clásicos que ha afrontado La Factoría, en la que se cuentan aciertos como la reciente aparición de una de las mejores novelas de aventuras de la ciencia ficción, A vuestros cuerpos dispersos, o la reedición con el pie apretado en el acelerador de las tres primeras novelas de La Cultura, me llama la atención la maniobra editorial detrás de la publicación de una de las obras juveniles inéditas de Robert A. Heinlein, El granjero de las estrellas. La presencia de un par de libros más conocidos de Heinlein en su reciente saldo me inducen a pensar que sus ventas no fueron las esperadas (cosa que no ha ocurrido, por ejemplo, con un autor mucho más reeditado como Asimov), y antes que continuar con reediciones que no iban a correr mejor suerte han apostado por un Heinlein inédito. Quizás para llamar la atención de los lectores más tradicionales, siempre deseosos de descubrir nuevas obras de uno de sus autores favoritos; quizás para atraer a los compradores habituales con un título «olvidado», a priori bien considerado por los aficionados americanos.

Juan Carlos Planells escribió sobre ella hace unos días en su blog y la ponía bastante bien, sin olvidar lo que es:

Su valor como lectura exclusivamente juvenil, al margen de su pertenencia al género de ciencia ficción, es notable: Heinlein acertó al tratar a sus juveniles lectores como pequeños adultos, es decir: enseñándoles la importancia de la responsabilidad, el trabajo, el coraje, el sacrificio, la tenacidad, la solidaridad (Heinlein no es tan individualista como sus contrapropagandistas de izquierda nos quieren hacer creer)… Son virtudes que el autor inculcaba en sus pequeñas aventuras espaciales y que calaban hondo entre los lectores. Sus personajes maduraban a lo largo de la historia, como hace Bill Lerner, protagonista de esta El granjero de las estrellas, aprendían de sus errores, rectificaban sus conductas, se mostraban tercos y tenaces, pero sabían reconocer sus errores. Se enfrentaban a nuevos retos, a nuevos mundos, a nuevas formas de vivir en el universo…

He leído varias de estas novelas y salvo una excepción (¿hace falta decir cuál?) no tengo demasiado que objetar. Quizás desprendan un potente olor a naftalina y sus lectores potenciales se hayan distanciado de los protagonistas en los que debieran identificarse y de sus peripecias. Pero aún mantienen ese pulso narrativo tan característico de su autor y un aire aventurero que puede atraer a algún chaval pre o adolescente (no a todos se les ha pasado la fascinación por el espacio). Las dudas me surgen cuando me acerco a una librería y observo el tipo de edición que han ¿pensado? en La Factoría.

Un libro destinado exclusivamente para el aficionado, de (a ojo) poco más de 70000 palabras, 300 páginas (un espacio donde en la misma colección se encajan novelas del doble de extensión) publicado en tapa blanda y papel feo a un precio de 20 euros. Sí, lo habitual, pero no puedo dejar de preguntarme no ya si servidor estaría dispuesto a comprarlo en estas condiciones, que está claro que ni de coña, sino si alguien llegaría a pagar esa cantidad por una novela de Lucky Starr inédita. Que no es exactamente lo que nos están vendiendo, pero casi casi.

Un visión agravada por cómo otras editoriales como Gigamesh o Bibliópolis han encaminado su política de edición de libros de la misma época, apostando por volúmenes integrales como las de Universo de locos y otras novelas de marcianos de Fredric Brown o las todavía inéditas Los viajes de Joenes de Sheckley o La trilogía del Imperio Asimoviana. Ediciones más cuidadas, que recopilan varias obras en un mismo tomo y que, como ocurre con la recuperada por Gigamesh, son más baratas, o, como lo que presumiblemente ocurrirá con las de Bibliópolis, tendrán una relación número de páginas/precio más ajustada.

Supongo que es lo que tiene poner el piloto automático a la hora de realizar la labor editorial y convertir el asunto en una mera producción industrial. Como quien fabrica tornillos o salchichas. Si al menos la hubiesen publicado en una colección más acorde (¿Ventana abierta?) a un precio menos desproporcionado…

Lo que también me lleva a preguntarme (¿a que soy ingenuo?) por qué no publicar conjuntamente A vuestros cuerpos dispersos con El fabuloso barco fluvial, lo que habría redondeado un volumen de lo más apetecible, muy cercano a las intenciones iniciales de Farmer y el preámbulo perfecto para poder seguir el desplome de la serie.

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8 respuestas a Sobre El granjero de las estrellas y la reedición de «clásicos»

  1. Iván dijo:

    Las ediciones de la Factoría son, como poco, discutibles pero, siempre hay un pero, también muy a menudo ineludibles. Puede que sea cierto todo lo que se ha dicho sobre Heinlein y este libro pero Heinlein es un autor básico en esto de la cf y un inédito suyo (o una reedición de algún inencontrable) siempre será bienvenida entre cierto sector del público entre el que, me temo, me encuentro.
    Y eso, por desgracia, también lo saber la Factoría…

  2. Mon dijo:

    Estoy de acuerdo con Iván, yo lo he comprado con esa misma visión. Un inédito de Heinlein, es algo que se tiene que valorar independientemente de precio, para los coleccionistas siempre será una opción aceptable. Además es un Hugo creo con caracter retroactivo, toda una pieza que me ha hecho ilusión que se publicara. Cada editoriar trabaja de una forma concreta… Tambien estoy esperando los demás libros de la serie de la Catastrofe despues de publicar ‘Todos sobre Zanzibar» algo que me parece mucho peor.
    A la Factoria siempre habrá que agradecerle que recuperara a Banks.
    Perdonemos estos afanes mercantilistas… no ?

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  4. Farseer dijo:

    Pues es verdad que lo del precio es durillo, pero también habrá quien diga que prefiere pagar 20 euros por una novela con la que se lo pase bien que pagar lo mismo por otra más sesuda y con más páginas pero que le resulte una pesadez…

    En fin, hoy por hoy la CF/F es una afición cara, para qué vamos a negarlo, salvo que uno se acoja a saldos, bibliotecas y ediciones de bolsillo (o lea en inglés).

    Por cierto, Bibliópolis publicó Marcianos, go home, que debía ser más breve que ésta, por un precio parecido.

  5. Nacho dijo:

    Este comentario va en la línea de este otro que escribí hace un par de años http://aburreovejas.com/2005/09/28/%c2%bfy-si-los-cortos-se-vendiesen-en-dvds-como-si-fuesen-peliculas/

    Así como hay letras que, por minúsculas, son una tortura para el lector, en este caso ocurre lo mismo por el otro extremo. Si publican «Espacio revelación» con esta fuente lo dividen en lo menos 6 volúmenes.

    Lo de «Marcianos» estuve pensando en incluirlo. Es una novela de una extensión similar (sobre 70000 palabras), que hace cuatro años se publicó a un precio equivalente de forma «parecida» (bueno, cien páginas menos y una letra más «normal»). Sin embargo creo que la comparación no es válida desde el momento en que «Marcianos» es una novela clásica con todo lo que implica este apelativo y «Granjero» no pasa de ser, históricamente, un título menor que se nos intenta colar como clásico olvidado. Como curiosidad a Bibliópolis la reedición de clásicos de esta forma (y extensiones similares; «La invasión de los ladrones de cuerpos», «Bóvedas de acero», «Tú, el inmortal») , por lo que sea, parece que no les funcionó y ahora da la impresión que apuestan por darles un valor añadido mediante los omnibuses.

    En el fondo, detrás subyace algo que a mi me molesta desde hace años: creo que los libros tienen que tener el número de páginas que han de tener. Y si en el original son 150 páginas, que no nos jueguen con los márgenes, el tamaño de la letra o el gramaje del papel para hacernos creer que nos cobran 18€ por un libro de 300 páginas cuando, en realidad, debería tener 150. Un detalle que muchos profesionales de la edición no comparten porque o hay multitud de lectores para los cuales el volumen sí que es importante o los libros tendrían unos lomos más finos que no se verían en las estanterías de las librerías.

    Sobre los libros catastróficos de Brunner, son de lectura independiente así que no veo nada grave en que si uno no ha funcionado la editorial, siguiendo un criterio empresarial, no publique el resto (otra cosa es si han hecho lo suficiente o si podían haberse arriesgado con el siguiente). De todas formas «El rebaño ciego» aparecerá en breve en AJEC con una nueva traducción (cosa que no ocurrió con «Todos sobre Zanzíbar», que mantenía la de Acervo)

  6. Kaplan dijo:

    Antes de nada, un detalle. Bibliópolis al menos trata de dar algo más, supongo que consciente del problema que les supone a ciertos lectores el precio. Marcianos… se complementa con un ensayo muy ingenioso de Lorenzo Luengo, y Tú el inmortal, otro clásico que presenta el mismo problema, con otro ensayo de Iván Fernández Balbuena. Es decir, que hay una cierta preocupación por lo que pueda pensar el lector (aunque luego el material extra pueda gustar o no), cosa que en otras editoriales brilla por su ausencia.

    En todo caso, entiendo que el precio sea un problema para quien no puede gastar mucho. Yo tengo la rarísima preferencia por pagar por calidad más que por cantidad, aun en los libros, así que la relación longitud/precio no me importuna mucho. Y encima prefiero la letra grande a la pequeña (la cual odio y es la razón de que no tenga muchos de los libros de La Factoría), así que no me encontraréis en el bando de los que se quejan. La verdadera raíz del asunto está en el cambio que ha dado el libro de género como producto en estas últimas décadas. Los libros han ido engordando, llenándose de páginas y páginas, como excusa para poder cobrar más. Es curioso lo que eso quiere decir del lector tipo de género, al que parece importarle más el tiempo de inmersión en el universo de la novela que su calidad misma, al contrario de lo que ocurre en la literatura general. Las últimas obras de Roth o McCarthy, por poner un ejemplo, rondan las 200 páginas, y cuestan más de 18 euros. Lo pueden hacer porque el público generalista no va a protestar por ello, ya que está educado en valores distintos, como la calidad o el prestigio del autor.

    La literatura de género, y especialmente la de género fantástico, ha evolucionado hacia la fat fiction. Es muy raro encontrar un libro actual de ese género que no baje de 400 páginas. Como efecto colateral, este presente hace que cuando reeditas un clásico de hace décadas, tiempo en el que esta perversión de la longitud aún era rara de ver, tengas un problema, ya que la mayoría de los grandes clasicos de entonces rondaban las 250 páginas, para mi gusto, la extensión perfecta para una novela.
    Como lector, en todo caso, el ómnibus me parece una solución excelente. Y yo me quejaría más del tamaño de letra (por pequeña) que del número de páginas. Naturalmente, soy consciente de ello, porque para mí los problemas de vista han adquirido mayor importancia que los de bolsillo. Reconozco, eso sí, que para un chaval, que es quien mejor disfrutará está novela de Heinlein, la cosa está en la cuantía, no en la calidad.

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  8. Farseer dijo:

    Simpatizo bastante con el comentario de Kaplan. A mí tampoco me agrada cuando reducen mucho el tipo de letra para que quepa la novela en menos páginas (me resulta agobiante). Sin embargo, me gustaría puntualizar que, siendo cierto que las últimas obras de Roth o McCarthy son bastante breves, igual se podrían poner ejemplos de mucha más extensión. Además, con la literatura mainstream existe la ventaja de que sabes que saldrá posteriormente en edición de bolsillo, cosa que aquí no ocurre siempre, precisamente.

    En fin, que me parece mal que el mercado obligue a los escritores a escribir obras de una determinada extensión. Habrá historias que requieren extensiones más breves y otras que requieran extensiones más largas. Hay novelas en las que es un placer sumergirse en mil páginas de historia y aún se te hace corta. No veo nada de malo en principio en que una novela sea larga, siempre que no se haya tratado de hinchar artificialmente.

    Y si la novela es muy corta… pues a mí también me parece estupenda la solución del ómnibus. Así no tienes la sensación de que te toman el pelo agrandando la letra para que parezca más larga.

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