Como ya he comentado alguna vez, Samuel R. Delany no es un escritor que me atraiga especialmente. Salvo Babel 17, y con reservas, el resto de lo que he leído (La intersección de Einstein, el comienzo de La caída de las torres y varios relatos) me dejó frío, casi gélido. Aprovechando que necesitaba hacer un pequeño descanso en la obra que estoy leyendo (la tremenda Meridiano de sangre) y que tenía fresca su presencia en la última AsturCon, he leído La balada de Beta-2, otra de sus primeras novelas, y esta vez las sensaciones han sido diferentes. Aparte de su brevedad, el ritmo ágil y lo rápido que entra en vereda, Delany realiza un acercamiento a la ciencia ficción antropológica de temática religiosa que, a pesar de una cierta precipitación, funciona a pedir de boca.
Joneny Horatio Twa’bogua es un estudiante de antropología al que encargan un trabajo a priori tan aburrido como poco espectacular: un análisis histórico del poema «La balada de Beta-2», uno de los romances que se conservan de uno de los primeros viajes interestelares que se realizaron desde la Tierra a otro sistema. El texto se refiere a una de las naves, Beta-2, que llegó a su destino con todos sus tripulantes muertos, sin que se haya podido precisar por qué ocurrió la catástrofe. Joneny viaja hasta el sistema de Jeffer, donde orbitan los pecios, para descubrir unos hechos que pasaron desapercibidos cuando llegaron hasta allí, hace siglos.
Con este argumento, Delany pone en marcha una variación de la tradicional historia de nave generacional; no parte del pueblo que ha perdido sus orígenes sino de la interpretación de un texto críptico que habla de sus últimos días. En un principio la lectura textual de la balada parece que va a conservar su significado local. Pero, como es de esperar, capítulo a capítulo emerge un significado oculto que desvela los misterios que envolvieron a la flota, la degeneración de su tejido social, los problemas que encontraron en el camino y el trágico final de algunas de las naves.
El desarrollo de la historia presenta un par de agujeros considerables y, sin pudor, Delany acude a un deus ex machina que puede resultar un tanto incómodo. Sin embargo esta debilidad argumental queda en un segundo plano tras el enfrentamiento entre ciencia y superstición (muy en la línea de «Anochecer» de Asimov), el hálito poético tan propio de este autor, y un tono a mitad de camino entre la ciencia ficción distópica de los años sesenta y la parábola social. Si pueden encontrarlo a buen precio no lo dejen pasar. Es una de esas obras previas a la new wave de una extensión muy breve (inferior incluso a El laberinto en la Luna) que nadie va a reeditar.
El resto del volumen, para completar, está ocupado por un extenso ensayo de Tony Rough sobre ciencia ficción y religión al que únicamente se echa en falta un poco de cohesión (y un poco más de tolerancia con la obra de Tolkien), y una introducción del editor a lo defensa numantina de la ciencia ficción carpetovetónica, demostración de que algunos prólogos de Nova no han surgido ex nihilo. Al loro con el siguiente párrafo que, entre otras lindezas, considerar a Delany como un autor ajeno a la «Nueva Ola» y perteneciente a una generación definida bajo un parámetro como el que he marcado en cursiva. Uno de los muchos prejuicios casposos que desvirtúan la visión de la ciencia ficción que describe.
La llamada «Nueva Ola» de la ciencia-ficción fue, no una salidad a la crisis, sino un síntoma de la misma. Se buscó la renovación del género a base de introducir técnicas literarias vanguardistas; penoso fenómeno que se dejó sentir con más fuerza en Europa, como era de esperar, por ser ésta la cuna de todos aquellos «ismos» (1). No obstante, y si se exceptúan algunas revelaciones de interés la elaboración elitista y minoritoria de la ciencia-ficción ha experimentado un merecido fracaso por lo que respecta a los favores del público lector.
La verdadera «tercera generación» de escritores es la que renueva el género acudiendo a su genuina fuente originaria: el progreso científico y sus repercusiones sobre la vida de todos nosotros. Esta tendencia es la que contienen las nuevas promesas de la ciencia-ficción. Ahora bien, la revolución científica más reciente, cuayos efectos aún no se han revelado siquiera en toda su amplitud, ha sido la introducida por la informa´tica, cuaya aplicación más espectacular es el «ordenador» o «cerebro electrónico».
(1) Se refiere a un párrafo anterior en el que habla del pesimismo, el catastrofismo y los totalitarismos en la ciencia ficción escritas en clave postmoderna.
Esta novelita no la tengo muy fresca en la memoria, recuerdo que me pareció un borrador de lo que luego más tarde ofrecería un Delany más seguro de sus poderes: Nova, Tritón, Babel 17… Pero vamos, está bien, entretenida, sin los excesos de otras obras posteriores; un Delany para quien no guste mucho de este escritor.
Ya te he dado la murga otras veces pero vuelvo a insistir; léete Nova y tu opinión sobre Delany cambiará absolutamente -aunque a mí Babel 17 me gusta bastante-. Nova es un maravilloso homenaje a Bester, la novela de aventuras espaciales que habría que dejar a todo adolescente para que quedara irremediablemente enamorado del género.
Te lo advierto. Con Cormac McCarthy no podrás parar.
Yo ahora estoy terminando «Sutree». Tuve que dejar las otras lecturas que simultaneaba. Ni el último Potter, ni I. Banks, ni alguien tan poco sospechoso como Joseph Roth, todo aparcado. McCarthy es como un agujero negro.
Curioso. Coincidimos bastante en nuestra apreciación de Delany. Incluyendo lo que comentas de «La balada de Beta-2», que fue de los primeros libros de CF que leí, hace ya… bueno, mejor lo dejamos. Recuerdo que, en su momento (no tendría más de diez u once años) la novelita me impactó bastante. Releída, ese impacto ha disminuido, cierto, pero la historia pese a todo sigue funcionando y me parece una de esas pequeñas joyitas que a menudo pasan desapercibidas porque el autor tiene obras más famosas.
McCarthy es increiblemente bueno. Quizá «Meridiano de sangre» sea su obra maestra, pero no dejes de leer «No es país para viejos».
A mí Delany tampoco termina de emocionarme: La caída de las torres es directamente mala, ni te molestes en seguirla; Dhalgren promete hasta que terminas las 1000 páginas y piensas ¿A qué viene semejante tomadura de pelo?; Tritón es pasable, y Babel-17 curiosa.
Vamos, que la nota final no es excesivamente positiva, así que no creo que le dé muchas más oportunidades en el futuro. Lo mismo meto la pata por ello, pero no quiero arriesgarme a volver a enfadarme con un libro suyo.
fonz, aprovecharé que este año no soy jurado del Xatafi-Cyberdark para leer cuentas pendientes, entre las que espero se encuentre «Nova». A ver si es para tanto 😉
Gandalf, César -> Lo de McCarthy me lo ha pegado Santi L. Moreno y coincide plenamente con vuestras apreciaciones. Si he tenido que tomarme un descanso en la lectura de «Meridiano de sangre» ha sido únicamente porque es tan opresiva, salvaje, nihilista… que necesitaba «airearme» un poco. Lo estaba pasando demasiado mal. La otra novela suya que tengo es «No es país para viejos». Ya contaré, porque supongo que será la que coja cuando termine «Meridiano» (si no necesito otro descanso).
Yo no podría haberlo descrito mejor de lo que lo ha hecho Gandalf: McCarthy es como un agujero negro. Cada vez que vayas a una librería te descubrirás comprando uno a uno todos sus libros. The Road (La carretera) ya figura en las webs de las grandes librerías, así que ya se puede encargar. «No es país para viejos» es una obra menos densa estilísticamente, novela negra de frontera, pero no vas a poder soltarla, así que asegúrate de que la coges con tiempo por delante (tampoco mucho, que se lee en un pis pas).
Yo también tengo muchas ganas de «The Road».
Supongo que sabréis la noticia. «No es país para viejos» se ha adaptado al cine. El proyecto que se va a estrenar anda, nada menos, que en manos de los Coen. Lo que puede salir de ahí.
De hecho, ya se estrenó en Cannes, y hubo cierta desazón generalizada porque no le dieron el premio a mejor actor a Bardem, que parece ser que borda el personaje del malísimo Chigurh. Hay algún sitio desde le que te puedes descargar la escena (no podía ser otra) de la moneda.
El trailer por si alguien está interesado
Aquí no se estrena hasta el 28 de Marzo (según imdb) 🙁
Por cierto, una opinión en la misma web sobre el papel de Bardem. No sé si será promocional, porque lo pone al mismo nivel que la película. Sublime.
Y me sumo a los que están esperando con expectación «The Road».
Delany es uno de mis autores preferidos, aunque soy el primero en reconocer que peca de excesivo demasiadas veces. Me gusta casi todo lo que he leído de él (la excepción sería la primeriza «Las joyas de Aptor», aunque, claro, tenía 17 años cuando la escribió) y es una lástima que se haya dejado de editar.
Siempre me ha llamado la atención que nadie hablase de «La balada de Beta-2», para mi lo mejor que ha escrito. Reconozco que con ese gusto soy un tanto atípico pero yo también lo leí con pocos años y el impacto me dejo anonadado.
Eso sí, la portada es horrible.
Pingback: La balada de Beta-2 « Rescepto indablog