La guerra de las salamandras

Si alguien lo recuerda, había prometido que el próximo libro sabroso sería el Idios Kosmos de Capanna. Pero me ha sido imposible escribir el comentario; lo dejo para una próxima ocasión. Me tengo que conformar con repescar esta reseña de la que suele considerarse como obra maestra de Karel Capek.

Definitivamente en Europa las cosas se hacen de otra manera. Mientras, a grosso modo, en las primeras décadas del siglo pasado en EE.UU. los escritores de la incipiente ciencia ficción estaban jugando con sus naves espaciales, las amenazas surgidas de otros mundos o unos personajes y tramas más planas que la Tierra del siglo XII, a este lado del charco sus colegas estaban extrayendo petróleo de los provechosos yacimientos del romance científico o la temática utópico-distópica. Ahí están las fábulas morales y los visionarios viajes al futuro de Stapledon, Viaje a Arturo de Lindsay, Nosotros de Zamiatin, Un mundo feliz de Huxley o 1984 de Orwell. Entre esta retahíla de autores y títulos suele olvidarse injustamente la obra Karel Capek, quizás porque en los últimos sesenta años, sin comerlo ni beberlo, nos han convertido en anglófilos practicantes que desconocen todo aquello que no ha sido creado o no se nos vende desde aquellos países. De ahí que debamos felicitarnos porque Gigamesh se lanzase hace tres años a la reedición de este libro, con un precio tan acertado como viene siendo costumbre y que abunda todavía más en la idoneidad de leerlo.

Las salamandras del título son unos seres inteligentes que vivían plácidamente en una pequeña isla del océano pacífico, ajenos a la presencia del hombre, hasta que éste llegó a perturbar su placentera existencia. Prolijos a la hora de reproducirse y condenadamente hábiles en el desempeño de cualquier trabajo, pasan, después de un periodo de impacto mediático, a ser explotados en todo tipo de labores como mano de obra barata y fácilmente reemplazable. Con el tiempo el ser humano manipula su vida a otro tipo de niveles sin darse cuenta que, tras unos años, ha puesto en manos de dichos seres un poder que le puede conducir a su propia destrucción.

La guerra de las salamandras es, como algunos de los libros de Olaf Stapledon, una narración peculiar. Carece casi por completo de protagonistas que sirvan de hilo conductor de la historia, y es la propia sociedad (en este caso la que hoy podríamos llamar occidental) el núcleo en torno al cual todo sucede. A esto se añade el recurso de reproducir una serie estudios ficticios sobre las salamandras del título, situados entre los diferentes pasajes narrativos como artículos divulgativos sobre sus costumbres, recortes de prensa sobre sus andanzas, diarios de personas a los que les ocurre algo con ellas,… que proporcionan una mayor verosimilitud y variedad al relato.

En sí, el libro adolece de un arranque tibio. El modo en que la humanidad entra en contacto con las salamandras se dilata más de lo debido y roza la frontera de lo soportable. Aunque hay un simpático pasaje en el que Capek se carcajea del star system del Hollywood clásico, entonces en plena efervescencia. Sin embargo, si se persevera más allá de la página 50, pronto llegan los buenos momentos, muchos de ellos escondidos en los juegos metaliterarios a los que antes hacía referencia y que también se dejan ver a modo de divertidas notas a pie de página.

A través del conjunto, se sueltan cargas de profundidad contra algunas de las actitudes endémicas de la sociedad de su época que perseveran hoy en día. La xenofobia, la tendencia a jugar con una naturaleza que no se comprende, el capitalismo salvaje, la carrera armamentística, los nacionalismos o el fascismo son denunciados sin tapujos en esta sátira elegante y no por eso menos cruel. Sirva como ejemplo la divertida anécdota de la «creación» por parte de una Alemania en plena vorágine nazi de la llamada salamandra aria, cúmulo de todas sus «virtudes» y sin ningún «defecto» apreciable. O cómo, en el momento de máxima tensión cerca del desenlace, las salamandras hacen uso de su arma definitiva: los abogados. Sólo pequeños retazos del sentido del humor multidisciplinar de Capek, que juega por igual en el terreno de la sátira que en el la ironía y que sabe sacar el máximo partido a cada situación.

Al final La guerra de las salamandras resulta un libro deslumbrante que condensa la inagotable estupidez humana en una fábula mordaz e incisiva. Y aunque al principio todo suena a chirigota, el laberinto en el que se va metiendo el género humano crea una creciente angustia que cristaliza en un final perturbador, del que el propio Capek tiene que venir a sacarnos aunque sólo sea para aliviar levemente nuestras conciencias.

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3 respuestas a La guerra de las salamandras

  1. Yarhel (Enric Quílez) dijo:

    Parece que esos defectos de Occidente que tan claros nos parecen hoy día y que podían parecer algo bastante reciente, son más antiguos de lo que nos suponíamos, como el libro pone al descubierto.

  2. Errantus dijo:

    Gracias por la recomendación, Nacho. Como siempre, me fío de tu criterio y es el siguiente en la pila; lo mejor de todo es que tengo el libro de Nebulae que me costó menos de 2€ hará un mes o así.

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