Esta semana he terminado Cismatrix, de Bruce Sterling, novela que iba camino de convertirse en uno de esos imperdonables títulos olvidados por los editores españoles, recuperada por Bibliópolis hace un año. Y aunque ha habido instantes en los que no me he enterado de la misa la media, perdiéndome en un marasmo de nombres, corrientes políticas, chocantes elipsis de decenas de años, alteraciones científico-tecnológicos difíciles de intuir,… me ha gustado. Yo diría que bastante. Y creo que ocurrirá lo mismo con todos los que experimenten mi debilidad por la capacidad de la ciencia ficción para evocar el cambio.
Cismatrix tiene lugar en el futuro a unos cientos de años vista con parte de la humanidad fuera de la Tierra, sin poder retornar a su antiguo hogar y escindida en dos ramas: los formistas, que controlan sus organismos y producen mejoras en ellos por medio de la genética, y los mecanistas, que hacen lo mismo a través de las máquinas. No obstante, resumir el complejo tejido humano que puebla el sistema solar a estas dos familias es un ejercicio de reducción que atenta contra el espíritu que imprime Sterling a la obra. Cada una de estas familias se halla dividida en un enmarañado espectro de ideologías políticas y tendencias sociales que proclaman desde el enfrentamiento más beligerante a la distensión y el acercamiento, pasando por otras que buscan trascender este problema y llevar a la humanidad a metas mucho más lejanas.
A pesar de sus taras, que las tiene, me ha cautivado el modo en que el autor utiliza el escenario, los avances tecnológicos, los conceptos futuristas o la potencialidad del lenguaje. Todos orientados a transmitir que sólo es viable un futuro si hay movimiento, mutación, evolución, transformación,… En una sola palabra, cambio.
Lejos de describir un entorno asequible en el que nos podamos sentir cómodos, un escenario familiar construido a base de clichés y absurdas (por fuera de lugar) referencias a nuestro presente o nuestro pasado, nos sitúa ante una variación conceptual de tal calibre que cuesta horrores asentarse en ella. El conjunto va tan por delante de lo que esperamos encontrar, y la inmersión resulta tan violenta, que muchas veces nos hallamos perdidos intentando asimilar la información recibida y descubriendo que cuando parece que lo hemos logrado se ha producido un giro que destripa nuestra comprensión. Afortunadamente dicha tarea no está abocada al fracaso y del caos surge una realidad ajena a la nuestra pero, también, misteriosamente familiar.
Cismatrix es una de esas novelas únicas que produce inquietud y desasosiego. Sin llegar a la brillantez de Neverness o Luz, pero con su misma desmesurada facilidad para provocar extrañamiento futuro. Porque si para un campesino castellano del siglo XVII la España del año 2006 debía ser ciertamente insólita… ¿qué serán para nosotros nuestro planeta y nuestros descendientes de un par de siglos en el futuro? ¿Gente que habla igual, escucha a los Beatles y añora la tierra de sus ancestros o seres que han alterado tanto su entorno y su propia esencia que sienten otras inquietudes y manejan otros registros?
Desde luego el futuro no será como Sterling lo plantea. Pero al menos resulta tan chocante y excepcional como si lo fuese.
>>>>> Y queda claro que el futuro no será como Sterling lo plantea. Pero al menos es tan chocante y excepcional como si lo fuese.
Claro, porque esta novela es una respuesta a la pregunta: ¿tal como avanza la ciencia que es una barbaridad, los seres humanos tendremos un aspecto reconocible como humano?. Y la respuesta es contundente, NO. No seremos como especula Sterling, será todavía más irreconocible, raro y extraño (como «Retorno de las estrellas» pero a lo bestia), pero la idea está muy bien y ha influido muchísimo en la space opera moerna. Y tiene momentos tremendos, como el mal rato que se pasa en el interior de aquel asteroide…
Eso sí, la novela no acaba de ser redonda porque plasmar esa inmensa complejidad del sistema solar quizá sea demasiado ambicioso para el talento de un Sterling que, como le pasa siempre en novela, se va por los cerros de Úbeda. Pero es la mejor de las que le he leído (y eso que debo ser uno de los dos o tres lectores que le cogió el punto a «Islas en la red»). El final vagamente trascendente tampoco me acaba de convencer como escribía Spinrad. Si la vida avanza en ramificaciones (o clades como han traducido), no se llega a ningún sitio, sólo a una complejidad creciente, a un magma de ADN humano de fascinantes posibilidades.
Una pena que la edición de Bibliópolis no incluya los cuentos de la serie que venían en «Crystal Express».
¿Qué escribió Spinrad? Me pica la curiosidad
SPOILERS
Pues venía a decir que si el motto de Cismatrix era que «la vida avanza en ramificaciones» (o «clades» como creo que han dejado traducido), en una complejidad evolutiva creciente de especies posthumanas que no tiene fin, la novela se traiciona con ese final en el que Lindsay parece que trasciende a un estado superior evolutivo. Aunque el final de la novela es bastante vago, creo recordar.
Por lo demás la ponía estupendamente. Puedes leer el artículo en el Gigamesh nº3 (primera época), el especial cyberpunk, un ejemplar que yo tenía prácticamente de biblia.
Joer, pues ese artículo lo tengo leído… hace la intemerata, cuando salió la revista hace casi 15 años. Normal que esté olvidado.
Lo que no tengo tan claro es que la vida tenga que llegar a ningún sitio. Sterling insinúa que durante el avance se producirá una selección en la que los conceptos vetustos, agotados,… irán siendo deglutidos, reaprovechados, desplazados por los nuevos, que ocuparán su lugar hasta que sean reemplazados por los nuevos. Sin un objetivo fijo más allá de mantener a la especie en marcha. Quizás por eso la novela no tiene un desenlace y sólo ese paso de Lindsay a una realidad superior (cierto, muy vaga). Una vez que ha conducido (más bien inspirado) a sus congéneres en nuevas direcciones, ya próximo el fin y con su «misión» cumplida (entrecomillo porque este tipo lo único que hace durante el primer tercio de novela es huir y sobrevivir), recibe el premio de ver qué están haciendo otros seres en el universo. El mismo premio que recibimos nosotros cuando nos encoñamos por un cierto tipo de ciencia ficción 😀
Por cierto; la palabra que han utilizado es clado, el término adecuado para hablar de una rama del árbol filogenético. Es genial el modo en que Sterling utiliza todo el lenguaje a su disposición para darle, además, nuevos sentidos. Lo de llamar a los planetas una y otra vez pozos de gravedad es la caña por todo lo que implica.
Me la acabo de terminar esta mañana y me ha parecido fascinante, de lo mejor que he leido de Sterling. Es cierto que es complicada e irregular pero el tio tiene una imaginacion impresionante, la cantidad de posthumanos que llega a inventarse y los entornos tan peculiares que diseña para ellos.
Ademas, me ha sorprendido ver cuan conectado esta este libro con los relatos que se publicaron en Ultramar, de hecho casi merece la pena leerselos seguidos, hasta salen personajes y situaciones en un sitio y otro.
Eso si, lo malo es que es un libro tan, tan cf que solo lo podemos degustar frikis como nosostros, al gran publico se le hara imposible de digerir.
Cierto. Es una pena que Bibliópolis no haya recuperado los relatos, porque desluce un poquitín las ediciones definitivas que acostumbran a vender. Aunque en este caso entiendo al editor. Sterling no es un autor con público (recordemos que las editoriales que lo han sacado apenas han publicado una novela), y se corría el riesto de que hubiese que pagar 21 o 22 euros con parte del material ya traducido. Y el público aparte de cobardica y abominar de los cuentos, es pelín roñica.
Y sí que es un libro exclusivamente para lectores de ciencia ficción. Un gran handicap que, para nosotros, malditos degenerados, cuando es tan atractivo, supone pura miel.
Yo, siempre que sale este libro en la conversación, me quejo de lo mucho que ha tardado en ser editado en español. Es una de las novelas que más han influido en el género y nos ha llegado con 20 años de retraso.
Ya sé que más vale tarde que nunca, pero lo que hace 20 años era el no va más, «the state of the art» en la ciencia ficción, la obra que dejó boquiabiertos a los aficionados del otro lado del charco (y los cuentos también) con una ambición y una brillantez pasmosas, ahora suena casi «demodé», a ya sabido. ¡Una pena!
Si Ultramar (o quien fuera) se hubiese atrevido con ella en su momento, otro gallo cantaría; se la consideraría un clásico.
La he disfrutado, sí, pero pienso en lo que podía haber sido si la llego a leer en la época en que conocí «Crystal Express»… Y me da rabia. :-))
Tengo la sensación de que Barceló se debió de plantear su publicación allá por los primeros años de Nova, cuando los libros eran pequeñitos. He estado releyendo su «Guia de lectura» y tiene una entrada para Sterling, algo muy raro teniendo en cuenta que en aquel momento solo tenía publicado en español su mediocre «El chico artificial». En cambio habla largo y tendido de «Islas en la red» y un poco de «Cismatrix» para acabar diciendo que es de esperar que se publique «Islas» y, a lo mejor, «Cismatrix».
Interpretación barata que se me ocurre a tan críptico mensaje, sabía que «Islas» iba a ser publicado por Destino y como le gustó por eso le dio bola. Tenía en mente publicar «Cismatrix» y de ahí su comentario.
Al final, obviamente, se acojonó y lo dejó pasar, seguramente por el caestañazo que se dió con «Radix» de Attanasio, un libro que pasó sin pena ni gloria y que tenía fama de díficil. Igual pensó que a «Cismatrix» (que también es un poco complejo) podía pasarle lo mismo.
En fin, no deja de ser una paja mental mía, pero me apetecía compartirla.
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