El sábado 11 de Marzo a las 19:30 estaba previsto el segundo momento álgido de la Septentrión: la tertulia en el Naroba. Para los que lo desconozcan, que supongo serán mayoría, el Naroba es nuestro lugar habitual de reunión; una acogedora cervecería, relativamente tranquila, en la que se puede degustar un adecuado arsenal de cervezas mientras pasas las horas charlando, jugando a los dados o echando unas cartas. Lo habitual.
La llegada fue escalonada y, para nuestra sorpresa, nos encontramos el local relativamente concurrido para lo que suele ser un sábado a esa hora. Considerando que a cenar éramos 48 personas, y que se acercaron varias personas más, nos juntamos más de 50 aficionados. Encontrar una mesa para tanta gente era una tarea abocada al fracaso, así que nos distribuimos como pudimos. Algunos en las mesas de la planta superior que el equipo Astur había ocupado hábilmente durante el desembarco, otros en el piso de abajo charlando animadamente de pie en diversos grupos, unos cuántos en una mesa ligeramente apartada iniciándose en la caída libre del Falling bajo la batuta del páter Fernando Ángel.
Como hecho más curioso, por imprevisto, se hace obligado recordar la presencia de Miguel Gutiérrez, que lleva muchos (pero muchos) años editando Sferoj, una publicación de ciencia ficción en esperanto. Al principio me quedé completamente desconcertado por lo que estaba viendo ante mis ojos: no tenía ni la más remota idea de que algo así se estaba haciendo y mucho menos por alguien que vive en mi misma comunidad. Pero cuando después sacó los libritos que ha publicado, muy majetes, y empecé a ver entre nombres desconocidos otros como Asimov, Clarke, Varley o Ángel Torres Quesada… descubrí una realidad completamente nueva que se basa en la utópica visión de ver un mundo comunicado a través de una única lengua. A ver si se pasa por la tertulia otro día en el que haya menos ajetreo para hablar.
A las 22:15 nos acercamos hasta el Equilibrio, un amplio restaurante de las proximidades en el que teníamos reservadas cuatro mesas. Como el resto de locales de avituallamiento concertados durante la Septentrión, no era el más indicado para probar las bondades de la cocina cántabra. Sin embargo en este caso, por un precio módico (la cena 20 €), se pudo comer unos platos más que decentes en un lugar amplio y agradable. El objetivo era estar la mayor cantidad de tiempo posible juntos y no cebarnos con los bolsillos menos pudientes. Creo que al menos eso lo conseguimos.
Y sobre las 1:00 llegamos al Silos/Temple/Antigua Bola de Oro/ Como se llame, el local que nos iba a acoger hasta las 4:30 y en el que teníamos preparada la gran sorpresa. Marisa Gutiérrez, a partir de múltiples fotos, había montado una presentación de media hora con imágenes de convenciones pasadas (HispaCones, AsturCones, TerSas, fiestorros en Vitoria,…) mezclados con carteles de películas. Gracias a las negociaciones de Lessa pudimos proyectarla mediante un cañón y las múltiples televisiones repartidas por todo el local. Fue bonito eso de ver a la gente acumularse frente a la pantalla mientras miraba, reía, jaleaba o suspiraba recordando tantos buenos momentos, vividos juntos o no. No tengo ni idea lo que pensarían las personas que había ajenos al espectáculo, sobre todo cuando casi al final apareció el vídeo de la AsturCon de 2004, con sus numeritos pecaminosos con las espadas. Pero después del aplauso con el que fue aclamado (a la izquierda he puesto la foto), no hay duda que gustó a las más de cuarenta personas que lo estábamos observando. Mucho. Aunque se te hace raro estar en la barra pidiendo algo, mirar a una tele y verte bailando en un pub gijonés el pasado verano.
Y después… esparcimiento por el local, el mismo en el que nos habíamos refugiado tras la última cena navideña y al que, sin duda, volveremos en próximas ocasiones. Unos cuantos se dedicaron a jugar al billar, otros se decantaron por la máquina de dardos, la gran mayoría se aplicaron, entre copa y copa, en el noble arte de la conversación,… y unos pocos se pusieron a jugar a las cartas. Esta vez a otro juego del que hablaré en una próxima entrada, de esos que lleva en el bolso ese vector infeccioso llamado Santiago Eximeno y que aquí consiguió otro hito.
Y así, entre charlas, diversión, estupefacción (¡Horror! El musical de Buffy sonando y proyectándose en el local), mucho cansancio (algunos se metieron la cafeína en vena para poder despertar del sopor), juramentos de Linterna Verde, múltiples fotos, recuerdos de libros y películas, si es mejor Nunca me abandones que La mujer del viajero en el tiempo, chanzas de múltiple pelaje, despedidas a los que se iban retirando, hacer de GPS para los que no sabían llegar hasta su alojamiento,… nos dieron las 430 y recogimos. Un servidor, animal diurno, se quedó con ganas de más. Y no fui el único. Pero la mayoría estaban extenuados y al día siguiente tenían que retornar a sus hogares.
Ahora que estoy recopilando las fotos para montar un DVD que servirá de memoria gráfica del fin de semana, me entretengo mirando las múltiples fotos que ya están en mi disco duro y veo caras de satisfacción. El mejor pago que hemos recibido los miembros de la organización.
Vaya, que parece que os lo pasasteis en grande 🙂
¿Y no hubo incidentes con tanto friki junto? Las malas lenguas dicen que estuvieron a punto de intervenir los antidisturbios tras una tumultuosa partida de falling… XD