La Casa de la Colina Negra es la novela con la que José Antonio Cotrina inicia su carrera como escritor de literatura juvenil. Como ya he reconocido otras veces, gran parte de lo que ahora se entiende por novela juvenil me saca de quicio; sobre todo de los libros que aparecen publicados en las colecciones específicas orientadas hacia el lector escolar (lo que se denomina Plan lector). Dejo claro que no soy el lector blanco de esos libros, pero hay detalles que encuentro particularmente enervantes.
En muchas ocasiones recurren a personajes jóvenes que no se parecen en nada a los de hoy en día observo en mi puesto de trabajo y que surgen de la idealización de lo que un autor entrado en años crea entre lo que él era y lo que conoce de la juventud actual a través de las series de televisión. Existe una obsesiva necesidad de educar valores que surge a través de estereotipos como, por ejemplo, ese amigo del protagonista que le da al alcohol y después de una tajada monumental tiene un accidente de moto o el padre del amigo que pega a su mujer. Y suele estar presente el didactismo facilón en plan ¿No sabes lo que es la leyenda de la Atlántida? Espera que te lo voy a contar (perorata de tres páginas sobre el tema).
Los dos últimos detalles son valiosos en sí mismos y no tendría nada que decir si no fuese porque suelen afrontarse sin ningún criterio narrativo, ni afán de «enmascarar» el mensaje, con un exhibicionismo rayano en lo pornográfico. Por fortuna en La Casa de la Colina Negra no hay (bueno, un poquitín sí) nada de esto porque no se ha puesto el carro delante de los bueyes; Cotrina primero escribió la novela y después se preocupó de «moverla» para publicarla en una colección de literatura juvenil, sin la necesidad de introducir las muletillas que los editores demandan en esos libros. Colección que, dicho sea de paso, no está incluida en el mentado plan lector (tapa dura, precio por encima de 12 €). Y no entiendo muy bien por qué. Con un libro como éste, si interesa, es bastante fácil no soltar el libro mientras dura.
Con toda la intención, a parte de depurar su estilo al máximo, el autor ha dividido sus 350 páginas en capítulos de tres o cuatro páginas, jugando a suspender muchos de ellos en momentos «álgidos», con el resultado de que no puedes parar de leer. Esto, que es un recurso sibilino que a veces canta más de la cuenta, aquí funciona con plena naturalidad. No sólo se utiliza para cambiar de segmento narrativo (paso de un personaje a otro, de una ubicación a otra), sino que el montaje es sencillamente insuperable. Sirva como ejemplo el clímax final, con dos acciones paralelas unidas por un personaje «nexo» que va dando la alternativa entre ellas y que mantiene un ritmo elevadísimo, y constante, hasta el desenlace.
¿Pero de qué va el argumento? Víctor Torres es un niño que habita junto a sus padres, un mago y un hada, en la Casa de la Colina Negra. Un lugar donde los fantasmas deambulan por los pasillos, los ratones duermen en las zapatillas, las habitaciones cambian con regularidad de lugar y forma y hay un tiburón blanco en la piscina. Un vínculo con el mundo mágico y separado de él por un motivo ominoso hasta que Paula, un fantasma perseguido por La Sombra, llega al desván. A partir de ahí, como se puede suponer, todo se pone de vuelta y media.
Superficialmente estamos, con variaciones importantes, ante el arquetipo fundamental de la literatura de fantasía. Un niño destinado a cambiar el mundo y que es, además, el objeto de poder buscado por las fuerzas de la oscuridad y de la luz; un lugar encantado en el que se ha refugiado junto a sus padres; un proceso de iniciación repleto de contratiempos; un peligro omnipresente que amenaza a todo el mundo; una búsqueda que hay que culminar;… Una historia bien llevada y sin connotaciones éticamente cuestionables, agradable para el lector adolescente y que puede interesar al lector talludito. Pero lo realmente interesante de La Casa de la Colina Negra, y lo que me atre de la obra de Cotrina en general, es la rica imaginería que sitúa en cada una de sus obras. Aquí un tanto atenuada, sin la expresividad o riqueza de su anterior novela, Las fuentes perdidas, pero igualmente poderosa. Y con sus toques oscuros, pesimistas, maduros.
La Casa de la Colina Negra es el catalizador donde se condensa y cristaliza toda la potencia evocadora, tanto por lo que se describe como por lo que se sugiere. Un lugar donde se respira la magia, en el que la sorpresa aguarda a la vuelta del pasillo y que junto a los personajes simboliza la obsesión de Cotrina por el contacto entre las dos realidades: la cotidiana, la de todos los días, la nuestra, con la mágica, onírica, sobrenatural. Una comunión exquisita y fecunda de la que surgen un arsenal de reacciones, situaciones, criaturas,… de lo más variadas.
Hay detalles que no me han terminado de convencer, porque, para empezar, no está escrito para mi. Como un lenguaje demasiado directo, una formulación de la prosa sencilla y efectiva o los habituales lugares comunes de los que ya hablaba en una reseña que escribí sobre Las fuentes perdidas (lo del templo del amazonas es puro Indiana Jones). Y otras cosillas que, supongo, se corregirán a medida que el autor vaya puliendo sus artes en este nuevo campo.
Cotrina promete que esto de la literatura juvenil es una opción más a la hora de escribir y que aunque ahora esté centrado en ella (una novela nueva y una continuación de La Casa de la Colina Negra) no se olvida de sus historias de ciencia ficción o del universo de Las fuentes perdidas. Esperemos que sea así. Aunque si nos está dorando la píldora y piensa dedicarse al 100% a ganarse las lentejas en este sector tenemos dos motivos para regocijarnos. No sólo podrá ganarse la vida haciendo lo que le gusta sino que además tendremos buena literatura juvenil, apta también para otro tipo de público deseoso de una aventura sobrenatural sin afán de trascendencia.
No se olviden de ella si tienen un primo, sobrino, hijo,… de entre doce y dieciseis años y quiere regalarle un libro de temática fantástica. Una alternativa a Harry Potter.
Editado (2/2/2010): Para los que quieran un resumen La otra casa de la Colina Negra y no les apetezca leerlo, pueden encontrar uno muy completo en Resúmenes de libros.
Lo he leído yo,lo ha leído mi madre, la hija de mi compañera de trabajo, mi hermana, mi novia y mi cuñada, y mi sobrina (de cuatro meses) tiene su ejemplar dedicado por el autor en su cuarto, a la espera de que tenga edad para leerlo, o que alguien (su tío, tal vez?) se lo lea. Y no conozco a nadie que no le haya gustado. Incluso entusiasmado.
Así que, suscribo al 100% lo que dice Nacho: si sientes cariño por alguien entre los 10 y los 17 años (y no me refiero solo a la edad física), regálaselo, aunque no sea su cumpleaños. Quedarás de P.M. y, además, no siempre se van a hacer los regalos el día del cumpleaños, ¿verdad?
Amén. 32 años y lo leí del tirón, y me pareció perfectamente adecuado para lectores jovenes, pero en absoluto exclusivo para ellos. Disfruté mucho, la verdad.
Hola!todavia no me le he empezado a leer pero por todo lo que me han dicho sobre él tiene que ser muy bueno ya que a mi me encantan los libros de casas abandonadas. Espero que haga más libros de terror este fantástico escritor, o… una segunda parte!!!!jajajaj. Bueno hasta luego!!!
Segunda parte de «La casa» habrá, porque la historia termina pero no termina 😉 Ya lo descubrirás cuando la leas.
Buenas tardes.
A/A Nacho
Es la 2ª vez que entro en esta página y me ha sorprendido mucho encontrar en una crítica que pretende ser rigurosa la siguiente ¿errata? : «el carro antes que los buelles» . ¡ Y por lo visto ahí sigue desde el 2006 !
De verdad que daña la vista.
Un saludo.
Muchas gracias por indicarme el error. Ya está corregido. Y lamento haberle dañado los ojos. No siga leyendo entradas; sufrirá más.
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