En picado

En picado

En picado

Cuatro londinenses coinciden la noche de año nuevo sobre el tejado de un bloque de apartamentos para suicidarse: Martin, estrella de la televisión caída en desgracia cuando se descubrió su relación con una menor; Maureen, madre de un disminuido psíquico que ha llevado una vida de entrega y sacrificio; Jess, tardoadolescente deprimida porque su chico, Chas, no quiere saber nada más de ella; y JJ, norteamericano que en una semana vio cómo se desintegraba su banda de rock y le abandonaba su novia. Cada uno se siente atrapado en un callejón sin salida y se encuentra sumido en una angustia existencial que le ha conducido hasta esa «solución». Sin embargo esa extraña conjunción aletarga sus impulsos suicidas y les sirve para darse un plazo prudencial; si deciden continuar con sus planes iniciales o si encuentran fuerzas para seguir adelante.

En picado está contada en primera persona a través de sus cuatro protagonistas. En capítulos muy cortos de apenas tres o cuatro páginas cada personaje relata su visión de la historia, solapándose sus testimonios entre sí para construir una narración continua que se desarrolla con un ritmo frenético. En cada una de sus voces se aprecia el esfuerzo de Nick Hornby por diferenciarles, tanto en sus formas de pensar como en su manera de expresarse. Son reconocibles per se sin necesidad de mirar los encabezamientos de cada capítulo, leyendo simplemente lo que piensan, dicen, su manera de encarar la vida… Aunque la habitual locuacidad de Hornby es demasiado poderosa y su obsesión por crear diálogos y monólogos ingeniosos termina imponiéndose, a veces más de la cuenta.

Al final, como suele ocurrirme con sus obras, me resulta mucho más interesante cómo cuenta las cosas y la manera en que sus personajes se enfrentan a la vida que el argumento en sí. Su estilo chispeante, cargado de referencias a la cultura popular, o sus tramas erráticas, me son lo suficientemente atractivas como para olvidarme de si el argumento es o no creíble. De la cretinez mayúscula de la mayoría de sus protagonistas. Del buenísimo general que se apodera al final de sus novelas. Le perdono todo porque detrás de una pose cínica, «rebelde» y un tanto superficial, es un optimista. Y sabe transmitir buen rollito.

Y aunque me gusta el título de En picado, que refleja bastante bien la situación en la que se presentan los personajes y lo que les ocurre, es una pena que se haya cambiado el original: Long Way Down. Algo que no es la primera vez que le ocurre a este autor (me viene a la cabeza About A Boy, traducido como Érase una vez un padre), y que pierde un matiz importante. No es sólo que los cuatro protagonistas sean la viva imagen de que, por muy mal que vayan las cosas, estas pueden empeorar todavía más; lo importante es que el camino hacia la catarsis va a ser también largo.

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