El creador de videojuegos pocas veces corre la misma suerte que el escritor o el director de cine, trascendiendo su nombre al gran público. Más en estos tiempos de proyectos de varios millones de euros, con decenas de programadores, grafistas, diseñadores,… trabajando en un mismo concepto en una tarea donde la cooperación entre los diferentes niveles es fundamental para conseguir el objetivo. Perdurar.
Atrás (joder, 20 años han pasado ya) quedaron aquellos computadores de 8 bits en los que uno o dos colegas se encerraban en un cuartuco minúsculo durante unos meses para parir maquiavélicas obras maestras como La abadía del crimen, en la que Paco Menéndez, ayudado por el excelente trabajo gráfico de Juan Delcán, rompió el tarro de las esencias; o las geniales aventuras isométricas de John Ritman y Bernie Drummond, que tienen en el Head over Heels su máximo exponente; o los demenciales puzzles en pseudo 3D creados por los hermanos Stamper para su Ultimate Play the game;…
(Nota mental: ¿Y para qué coño sirve saber estas cosas, además de para dárselas de marisabidillo? Ya me dice mi madre que he perdido demasiado tiempo con cosas que no dan de comer)
Con la llegada de los 16 bits y el consiguiente aumento de complejidad, salvo excepciones alucinantes como Chris Sawyer, que hasta el Rollercoaster Tycoon de finales de los 90 seguía preparando de forma casi íntegra sus juegos, los grupos de programación se convirtieron en ley y el sello acabó sustituyendo al nombre como distintivo creativo de calidad. No obstante, contados programadores, con un papel preponderante como diseñadores conceptuales, han mantenido su papel de prima donna y han trascendido más allá de la marca colectiva bajo la cual aparecen sus juegos. Japos a parte, ahí está, por ejemplo, Peter Molyneux, que desde Populous lleva revolucionando, con mejor o peor suerte, el mundo de los juegos de mover la materia gris con joyas como Powermonger, Syndicate, Theme Hospital, Dungueon Keeper o Black and White. Otro nombre que mueve a los jugones al mismo nivel es Sid Meier.
Decir su nombre es hablar de la serie Civilization, que nos ha mantenido enganchados a muchos al ordenador (en mi caso, tanto en las dos primeras entregas como en el absorbente Colonization) llevando una civilización antigua desde la edad de piedra hasta las estrellas; o del Railroad Tycoon, el delirio de todo (tardo)adolescente que de pequeño jugaba con los trenes de juguete y que podía llevar sus sueños a la realidad conectando las dos costas de los EE.UU. o iniciando la aventura del ferrocarril en la Inglaterra de comienzos del siglo XIX; o del primer Silent Service, un juego de submarinos donde tras ver mucho relojito estabas deseando sacar el periscopio para hundir un par de barcos; o del Gettysburg, en el que con tino mezclaba los wargames con la estrategia en tiempo real. Pero si hay una obra, a parte del primer Civilization, que me ha mantenido enganchado al ordenador, esa fue el Pirates.
Jugué en un 286 a 12 Mhz, con sus raquíticos 640 Kbs de RAM y 384 Kbs de video, que podía situar 256 colores en pantalla. Un alarde innecesario ya que el juego con 16 iba que chutaba. Su argumento era sencillito. Entrabas en la piel de un aspirante a pirata (Inglés, Francés, Holandés o Español) en el Caribe de los siglos XVII y XVIII. Llegabas a un puerto, te hacías con una tripulación, cogías un barco… y te lanzabas a recorrer el mar en busca de fortuna. Lo mejor era que tenías una relativa libertad para afrontar tus numerosas horas delante del ordenador. Podías ir de legal mercadeando con bienes entre diferentes puertos, obedeciendo la ley de la oferta y la demanda (ya lo decía Homer Simpson: Compra barato, vende caro. Ese es mi lema), rastrear la pista de piratas buscados para llevarlos ante la ley o mapas del tesoro que aumentasen tu riqueza, intentando encontrar una mujer entre las hijas de gobernadores de las diferentes ciudades,… O te podías lanzar a la aventura de convertirte en un filibustero, asaltando con tu pinaza mercantes españoles, enemistándote con los franceses, asaltando ciudades por mar o por tierra,… En suma, haciéndote una leyenda de esas de espantar en cuanto aparecías por el horizonte. Desde luego, para alguien con 15 años, está claro qué camino era el más atractivo.
Resultaba divertido eso de lanzarte con tu pequeña Carabela en pos de una Fragata francesa, de esas que de una andanada destrozabala mayor y masacraba a media tripulación, para dar vueltas alrededor suyo haciendo sonar tus 4 cañones hasta que, después de varios minutos de juguetear con ella, la diezmabas lo suficiente como para abordarla y acabar con su capitán en reñido duelo a espada. O sacar de quicio a los siempre victoriosos ingleses, protagonistas estelares de toda película de piratas que se precie y que vencían una y otra vez a unos malvados españoles que perdían recursivamente (claro, por no contar con alguien tan astuto como sevidor dirigiendo sus naves). O lanzarme al saqueo de alguna gran urbe como Maracaibo o Santiago de Cuba, de esas que a parte de gloria aseguraban un botín de retirarte y no volver a llevar esa vida. O casarme con la hija de gobernador más bella de las Indias Orientales.
Y quizás su gran atractivo residía en que, como en la vida real, había un comienzo y un final. Un momento de ser joven y hacer el tarín sin preocuparse de las consecuencias, y un momento de sentirse mayor, padecer los achaques de la edad y de las múltiples heridas recibidas durante veinticinco años de correrías, y decidir abandonar la carrera, repartir el botín, retirarse a la hacienda con tu querida esposa y observar qué lugar ocupaste, definitivamente, en el corsiarómetro.
¿Por qué me doy a la nostalgia con este tema? Ando bastante desconectado del tema de los juegos de ordenador, pero he visto que el año pasado salió una nueva edición adaptada a los tiempos del PC y, lo que es más importante para mi, en agosto se publica en España la edición de XBOX, que me compraré sin dudarlo a ver si recupero estas sensaciones. El juego se habrá hecho mucho más complejo (ya me ocurrió con las continuaciones de Civilization) porque es lo que se lleva. Pero estando Sid detrás seguro que conserva ese hálito que en los viejos tiempos me hizo perder incontables horas delante suyo. Ahora no tengo el mismo tiempo, pero siempre se le puede sacar dos o tres horas los fines de semana para reverdecer viejos laureles haciendo respirar a esos pérfidos ingleses toda la pólvora que nos hemos tragado en las películas y en la realidad. Se van a enterar.
Como fanático del Spectrum este post sí que me ha llegao al alma, tienes que abandonarte más a la nostagia jueguera y contarnos tus batallitas, nunca mejor dicho.
>>>>>(Nota mental: ¿Y para qué coño sirve saber estas cosas, además de para dárselas de marisabidillo? Ya me dice mi madre que he perdido demasiado tiempo con cosas que no dan de comer)
Hombreeeee, pues porque esto es cultura aunque todavía no se reconozca y da para horas y horas de charla. Y la de cosas útiles para la vida diaria que aprendimos con los videojuegos, como por ejemplo a disparar a todo lo que se mueva… Y no veas la de sitios que hay dedicados a clásicos de los ocho bits como Jet Set Willy, Lords of Midnight…, internet ha generado una nueva edad de oro nostálgica por la prehistoria de los juegos. Lo que hace falta ahora es un emulador de 386 para jugar a los antiguos juegos de PC.
Aunque soy fanático de Sid Meier y su Civilization, que daría para un artículo entero (la de noches que me habré tirado con este juego hasta el amanecer, y soltando risotadas de desequilibrado como un Dr. Muerte cualquiera mientras bombardeaba sin piedad a las civilizaciones enemigas) no conocía este Pirates. Tiene una pinta excelente y se parece muchísimo al mítico «Élite» de otro genio, David Braben, fantástico juego en el que comenzabas con una nave espacial y tenías todo un universo a tu disposición para prosperar comerciando, robando, currando de mercenario en el Imperio o la Federación… Lástima que ya no pueda jugar porque no rula en una máquina con un Windows superior al 3.1, aunque creo que el equipo de Braben está a punto de sacar una nueva versión. Pero este tío es ya de la época del Spectrum, donde los programadores eran chavales locos que se hacían millonarios con dieciocho años. Y luego desaparecían como el famoso caso de Matthew Smith el autor de Jet Set Willy un éxito de la época. Ahora va la cosa por equipos y pierde parte del encanto, aunque sigan saliendo juegazos con los que me lo paso como un crío, como el irónico GTA (sí, bueno, yo es que soy más de hacer el borrico que de pensar).
Ah, coñe, y me enterado por un enlace que has puesto que los de Ultimate han publicado unos cuantos juegos para Nintendo ¡¡¡en los que sale nada menos que Sabreman!!!, si al final me tendré que buscar un emulador del engendro japonés éste…
En fin, que me has picao, a ver si me curro un artículo sobre los diez juegos que me convirtieron en lo que soy o algo así pero ya.
Ah, esta camiseta te va a encantar…
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Diez cosas que aprendemos de los videojuegos:
01.- There is no problem that cannot be overcome by force.
02.- If it moves, DESTROY IT!
03.- Piloting any vehicle is simple and requires no training.
04.- One lone «good guy» can defeat an infinte number of «bad guys.»
05.- Make sure you eat all food lying on the ground.
06.- You can break things and get away with it.
07.- You can push other vehicles off the road and get away with it.
08.- If someone dies, they disappear.
09.- If you get mad enough, you can fight even better.
10.- You can overcome most adversaries simply by having enough quarters.
11.- You can operate all weapons without training.
12.- No matter how long you fight, you can always fight again.
13.- Death is reversible (only for you!)
14.- Ninjas are common and frequently fight in public.
15.- Whenever big fat mean guys are about to croak, they begin flashing red or yellow.
16.- You never run out of ammunition, just grenades.
17.- All women wear revealing clothes and have great bodies.
18.- Shoot everything. If it blows up or dies, it was bad.
19.- Don’t worry if your vehicle crashes and explodes. A new vehicle will appear in its place.
20.- A thousand-to-one odds against you is NOT a problem