Gracias a un compañero he llegado a esta novela que relata la vida de Nikola Tesla. De una manera cinética, en apenas centenar y medio de páginas, desgrana los momentos clave de su biografía haciendo uso de unas elipsis brutales que prescinden de todo lo accesorio para dibujar al personaje. Y, no sé hasta qué punto, la persona detrás de él.
La labor de reconstrucción de Jean Echenoz parte de los datos que existen sobre su figura: su condición de visionario, su pasión por la ornitología, su conflicto con Edison, su nulo interés por el dinero que le llevaba a «regalar» sus inventos sin preocuparse del beneficio que otros podían sacar de ellos, cómo se codeó con las estrellas de la época y lo más granado del mundo empresarial neoyorkino… También lo describe a partir de sus desórdenes obsesivos compulsivos, su rechazo por el contacto humano, la aversión hacia cualquier tipo de joya… Un acercamiento un poco desequilibrado hacia facetas, digamos, negativas que me ha producido un relativo distanciamiento del relato, aunque termina recuperándose cuando aparece la faceta más tierna cuando explotó su peculiar versión de la colombofilia. Tampoco me ha ayudado el narrador elegido, con una voz un tanto monocorde no exenta de una fina ironía y pequeños chispazos de humor. Sin embargo esgrime un rompehielos que me ha terminado ganando: forja el melancólico retrato de un perdedor.
Tesla era una figura que lo tenía todo para haberse convertido en el científico fundamental del siglo XX y, aun así, fue deslizándose poco a poco del centro del escenario que ocupó durante un dilatado periodo de tiempo para terminar obliterado en una cuneta. En primera instancia debido a esas «taras» para desenvolverse que acostumbran a tener muchos soñadores, dueños de una visión de la realidad genuina en las antípodas de la más vulgar normalidad. Pero sobre todo cayó bajo la acción del cinismo, la hipocresía, la envidia, la incomprensión… que «despertó» a su alrededor. Actitudes que, conviene recordarlo, han terminado por definir la condición humana durante estos últimos 100 años. Un periodo de tiempo que no se puede entender sin los grandes logros conseguidos por él (la corriente alterna y los alternadores a partir de los cuales se genera; el nacimiento de la radio o la radioastronomía; las primeras nociones del radar;…) pero tampoco sin todo lo que le convirtió en ese charlatán gracioso que a veces los medios ponían en portada cuando su tronera alumbraba una locura. Una descripción que Relámpagos borda.
He leído que Echenoz tiene dos biografías noveladas más, una de ellas sobre el más grande corredor de fondo de la historia (otra víctima de la sociedad que le tocó vivir): Emil Zátopek. No creo que tarde mucho en leerla.
Nota: Brutal el relato de todo lo que Edison llegó a hacer para desprestigiar la corriente alterna de Tesla y que condujo a la invención de la silla eléctrica.
Nota 2: Aunque Echenoz desnuda la narración de referencias temporales o, incluso, geográficas, hay momentos en que Relámpagos parece más un texto del Reader’s Digest sobre la figura de Tesla que una novela propiamente dicha. Lo que quizás alguien pueda sentir como una limitación.
Pingback: Correr, de Jean Echenoz | C