Hoy he mirado las esquelas de todos los periódicos y no veo la necrológica de PulpEdiciones. ¿Acaso estaremos muertos y no nos hemos enterado?
Esta mañana nos ha llamado un distribuidor para preguntarnos si habría próximas novedades, ya que había recibido una información anónima en la que le aseguraba que echábamos el cerrojo. El hombre no ha sabido decirme de dónde le ha llegado el mail que había recibido (le hemos pedido copia para ver qué podemos descubrir), ya que el remitente era una serie de códigos alfanuméricos.
Este incidente, de una importancia a nivel editorial equivalente al cuesco de una monja, me hace pensar sobre los, afortunadamente muy escasos (si de algo puede enorgullecerse la gente del mundo de la literatura de la fantasía es de su incondicional apoyo a cualquier proyecto que tenga que ver con lo que nos ocupa) monfloritas y miramelindos morales que pueblan este tan, en muy contadas y desafortunadas veces, cainita mundillo. O, para decirlo de una forma un poco más clara, sobre este puñadito de degolladores de vuelta de esquina que, a falta de otras preocupaciones o trabajos dignos de esos que te requieren por completo para salir adelante, se dedican a minar de la forma más cobarde y rastrera posible el trabajo de otros a falta de una ocupación más honrada.
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Román Goicoechea
PulpEdiciones (3 años, 50 títulos y creciendo)
Así comenzaba y firmaba Román Goicoechea, ¿director editorial? y ¿traductor? de Pulp Ediciones, su último mensaje en los foros de Cyberdark, el 9 de diciembre de 2003. Días antes que las irregularidades cometidas por la editorial para la que trabajaba saliesen a la luz y el más atronador silencio cayese sobre su teclado. Era difícil explicar tal número de extrañas coincidencias.
Esta discusión representa por qué echo de menos Cyberdark. No tanto por la polémica que surgió, del tipo que si se estuviese alrededor de unas cañas se vería de otra forma, como por la vida que desprende la discusión. Cómo se podía asistir en sus foros a un caudal de opiniones que enriquecía constantemente los hilos. Claro, la «temperatura» en algunos momentos subía por encima de lo «soportable», pero es el precio a pagar por tener algo tan dinámico. Que, le pese a quien le pese, y mira que se discutió, era fandom puro y duro.
Esto viene a que ayer por la tarde me entregué a la nostalgia, repasando otros hilos que atesoro de aquellos días y la controversia surgida entre los administradores de la web sobre qué postura se debía mostrar ante los libros de Pulp: si retirarlos de la tienda; si subir a la portada las reseñas en las que señalábamos que las traducciones de M. Blanco eran un bluff y que ocurría otro tanto de lo mismo con otras firmadas por Romás Goicoechea; si publicábamos el artículo que Alberto Cairo estaba preparando o si pasábamos de él (que fuese otro el que «se pringase»; hay que ver lo que se llegó a escribir)… Una árdua discusión que no trascendió y en la que había, a grosso modo, dos posturas: en un lado, que debían ser los jueces los que tenían que hablar. En el otro, que los libros tenían que retirarse, que no se podía dar la espalda a algo tan flagrante, comprobable con los libros que teníamos entre nuestras manos (era uno tras otro). Miles y miles de palabras escritas en un par de cientos de correos para al final hacer lo correcto. Aunque no publicamos el artículo de Alberto con la rapidez que me hubiese gustado, teniendo que esquivar por el camino alguna maniobra artera que pretendía evitarlo (je je, dejadme que yo también tire la piedra y esconda la mano).
De aquello y de lo que ocurrió un año después aprendí mucho, sobre todo que las discusiones en la red desgastan mucho. Pero esa es otra historia… Y me reafirmó en un hecho que, con el dejá vù de estos días, tengo tan nítido como una heladora noche en el desierto: que no se necesita a un juez para saber si algo es o no correcto. Que cuando hay personas con criterio y, sobre todo, nombres y apellidos y una trayectoria que hacen una afirmación tajante, no se puede mantener el beneficio de la duda. Que se puede ser ingenuo hasta un cierto grado…
De verdad, qué flash :), casi parece que todo esto sucedió en otra vida, te lo prometo. Anda que no nos quemamos con el tema Pulp…
Snif, yo también echo de menos cyberdark 🙁 Por dios, ¡hubo veces que hasta me lo pasé bien! 😉
Tema interesante en aquel momento… Yo recuerdo que siempre opiné que no se debían tomar medidas sí no había otras judiciales de por medio, pero tengo mis dudas sobre que opinaría a día de hoy… Supongo que uno se hace mayor.
Yo echo mucho de menos la web. No he vuelto a participar en ninguna otra comunidad… y los sitios que ocuparon el hueco para mi no están a la misma altura (con todo el respeto que me merecen, yo veo que siempre hay «algo» que les falta…).
Y, al final, más incluso que el haber perdido la conversacion, mas incluso que saber que ya no tengo a quien contarle lo que me ha gustado y lo que no del último libro leído… lo que mas me duele es que ahora leo menos.
Cyber, en algún correo creo recordar habertelo dejado caer… Trae la web de vuelta. Mis dos manos para ayudar ya las tienes 😉
Ey, Folken. ¡Cuánto tiempo sin saber de ti! Sí que es una pena que con el petardazo la gente se disgregase y se perdiese la masa crítica.. Yo tampoco me he sentido próximo a ninguna comunidad y aquí estoy, pegando tiros en solitario. Como otros tantos XD
Siempre que puedo le pido a David que, al menos, recupere los foros tal y como quedaron el último día; como un monumento estático a lo que fue Cyberdark que durante tres años (2002, 2003 y 2004) se ganó la categoría de mito. Venga tío, aunque sólo sea para cuando unos pocos queramos darnos a la nostalgia naranja 😀
Bueno, yo creo que llueve sobre mojado, y que esta vez sí que «no va a colar» como coló en su momento. No hay más que ver en Sedice como está el personal. Hasta he tenido que pedir calma y todo.
Normal por otra parte no teniendo todavía fans y amigos como tenía Pulpediciones, que ahí estuvo el problema.
¿Medidas? Pues habrá que pensarlas, como ya digo, con calma. De momento pienso que como aficionados lo suyo es informar al personal de la situación y de por qué estas cosas no son buenas para nadie, como se está haciendo en este mismo blog. Luego ya… no sé.
Las únicas medidas que podemos tomar son las del ataúd de la «editorial». Ya se encargarán los agentes de los autores de encargarlo y rellenarlo. Eso sí: yo, después, bailaré sobre la tumba.
Sí, ¡qué tres años! Todo lo que nos dio tiempo a hacer y todo lo que surgió de ahí. Que a muchos de nuestros conocidos todavía los asociemos a su nick y a veces ni nos acordemos de como se llaman de verdá es sintomático.
¡Qué tres años!, desde los foros a la biblioteca, pasando por los artículos…
El naranja grabado a fuego en nuestra curtida piel de veteranos.
Hay que instituir un Día Naranja y celebrarlo cada año.
Buffff, que nostalgia chicos…
Yo personalmente me considero un privilegiado por haber vivido esa época. No se la de veces que le he dado las gracias a David, pero esta es una más 😉
– Gracias David por crear la mejor comunidad de género fantástico que ha habido y que seguramente habrá en castellano. ¡¡¡ Gracias !!!
Me sumo a la petición de que se suba la web al menos para consulta.
Y a: Hay que instituir un Día Naranja y celebrarlo cada año.
+1
Un saludo
Daniel
Cias por la parte que me toca. Por cierto, se acaba de crear el grupo «Cyberdark» en Facebook… 🙂
Que buenos tiempos y como se echan de menos, la verdad es que todo este tema si que da una gran sensación de haberlo vivido y discutido hace poco. Será la edad 🙂
Pues sí, fueron años muy buenos. Probablemente irrepetibles.
Sucedió que, por primera vez, hubo un gran lugar de reunión para los aficionados al fantástico. Hubieron algunos antes, durante y después, pero de menor tamaño.
De todos modos, yo creo que «murió» en el momento adecuado. Al final, los foros estaban un tanto desiertos y con poca participación. En dos años y picos de hablar diariamente, nos quedamos sin cosas que decir. Y es que el volumen de los posts era increible. En un mismo día, se creaba un post y llegaba a las 4 ó 5 páginas. Había gente, literalmente, enganchada al foro. Yo, entre ellos. Por las tardes podría tirarme 3 ó 4 horas escribiendo sin parar.
Fue bonito mientras duro.
Es cierto. También hubo valores que se hastiaron de los foros: el tiempo que necesitaban, el enconamiento en algunas discusiones, decisiones cuestionables por parte de los administradores…
Aún recuerdo cuando el cyber se metió una vez para leernos la cartilla (es un decir) porque aquello más parecía un chat que un foro. Y claro, a las dos semanas nos echaron del hosting por enésima vez XD