Seis años han pasado desde que Algaida publicó Los arácnidos, la anterior colección de relatos de Félix J. Palma; un periodo en el que ha estado enfrascado en la escritura de Las corrientes oceánicas primero y de El mapa del tiempo después, tiempo en el que apenas ha cultivado los cuentos… al menos al ritmo que nos tenía acostumbrados. Para llenar este hueco la editorial Páginas de espuma ha reunido sus últimos cuentos en El menor espectáculo del mundo. Un volumen de apenas 200 páginas que recoge nueve piezas, el complemento perfecto a las anteriores colecciones de Palma además de una puerta de entrada ideal para aquellos lectores que desconozcan su faceta como escritor de narrativa breve.
Los mejores cuentos se sitúan al comienzo y al final de El menor espectáculo del mundo. El primero, «El país de las muñecas», se centra en un padre que al no encontrar la muñeca preferida de su hija, para no desilusionarla, escribe una serie de cartas en las que, haciéndose pasar por la muñeca, relata su fuga y las aventuras que vive mientras busca el legendario país de las muñecas. Detrás aparece una crisis en su matrimonio que, como suele ocurrir en muchos relatos de Palma, se encuentra estancado en la rutina. Igualmente se vislumbra otro rasgo que reaparece en otros relatos: la importancia de la ficción (literaria o no) como tabla de salvación. Ya sea para romper la monotonía, insuflar color en la vida, vencer a la soledad, comunicar sentimientos…
Otra pareja aquejada por una vida aburrida y sin emoción capitaliza «Margabarismos», donde un hecho fortuito deja al descubierto la infidelidad de un marido con la hermana de su mujer. En este caso aparece un elemento fantástico que redefine esta situación convencional con un pequeño aldabonazo: unas misteriosas pintadas que aparecen en la puerta del baño de un bar de mala muerte a través de las cuales el tío fallecido del marido le anuncia lo que va a ocurrir. «Margabarismos» es una singular historia de fantasmas en clave española que muestra otro de los rasgos de Palma: un toque irónico más o menos ácido que, sin llegar a ridiculizar a sus personajes, quita hierro al patetismo en el que viven sumidos. Un mecanismo que dota de un humor delicioso a algo que, de otra manera, sería sumamente triste.
Pegando un brinco hasta el último cuento de El menor espectáculo del mundo, cierra la colección «Bibelot», cuento publicado hace unos años en la primera edición de la antología Paura que relata el encuentro fortuito entre un joven vendedor de enciclopedias y una anciana que lo confunde con su hijo. Lo interesante de «Bibelot» está en que la narración se enrosca sobre sí mismo a través de un juego de reflejos que tanto se presta a una lectura realista como, si el lector así lo prefiere, una fantástica. Una ambigüedad que unida a la emoción que lo impregna redondea un soberbio relato sobre la soledad.
En medio se encuentran el resto de piezas que no desmerecen para nada a este triunvirato y que nos sitúan ante situaciones cotidianas que se deslizan en diversos grados hacia lo insólito. Tal es el caso de «Una palabra tuya», en el que un padre encerrado por azar en un cuarto de su casa se consume pensando en cómo escapar para recoger a su hija pequeña que le espera en la puerta del colegio. Por momentos me recordó a La silla de David Jasso, aunque se le echa en falta una atmósfera un poco más angustiosa. O «Un ascenso a los infiernos» en el que tres ancianos se reúnen mañana tras mañana en la puerta de urgencias de un hospital y donde a partir de la soledad germinan sentimientos como el compañerismo, el amor o el sacrificio. O «El síndrome de Karenina» donde los secretos más profundos de una familia se esconden en una biblioteca repleta de subversivas revelaciones. O en «Las siete vidas (o así) de Sebastián Mingorance», que despliega las diferentes posibilidades de un día en la vida de un hombre anodino según las elecciones que toma cuando sale de casa. Quizás el cuento más endeble pero, a la vez, el más ambicioso y estimulante.
El menor espectáculo del mundo es una obra sugerente con la que me he «reconciliado» con Palma después de la leve decepción que me supuso El mapa del tiempo. Espero con interés su próxima novela, pero sobre todo aguardo una nueva colección de relatos que, me temo, tardará demasiados en llegar. Un nuevo catálogo de miserias humanas fraguadas con humor, contención, un estilo muy cuidado y auténtica pasión por el arte de contar historias. Mención aparte merece el esfuerzo de Páginas de espuma por continuar ofreciendo colecciones de relatos de los mejores autores contemporáneos en nuestra lengua en ediciones impecables. De quitarse el sombrero.
Para más información, recomiendo la presentación que Ángel Olgoso realizó de Félix J. Palma a raíz de la publicación de este libro: «10 razones por las que odio a Félix J. Palma«.
Después de años de dedicación plena, creo que he llegado a un cierto empacho de ciencia ficción, por lo que, hará menos de un mes, he decidido darme un respiro con dosis alternas de terror y fabulación para desintoxicarme un poco. Esto me va a conducir, claro está, a crear dos nuevas pilas, qué horror ! (ebook readers más baratos ya, por favor!!). Como tu criterio casi siempre me ha parecido muy acertado, seguiré tu recomendación con esta colección de relatos, ya que, todo sea dicho de paso, también estoy un poco saturado de lo anglosajón. Saludos.