El alzamiento es oooootra novela de zombies, de esas que florecen como las malas hierbas en un huerto abandonado y que, si me permiten la exageración, está llenando de basu… digo de novedades las estanterías de las librerías (no sé si han hojeado Apocalipsis Island, del editor Vicente García. Si me baso en las dos páginas que he leído en una librería, a su lado Apocalipsis Z parece escrita por Robert Silverberg a comienzos de los años 70). Su peculiaridad está en que frente a los muertos-vivientes-sin-cerebro tipo, los zombies ideados por Brian Keene tienen inteligencia. Son muertos poseídos por seres de otra dimensión que aprovechan cualquier cadáver para invadir nuestra realidad, sembrar el caos y la destrucción y alimentarse de la carne de los vivos (en esto son como el resto, no se iban a poner a repartir amor y felicidad). Y poseen cualquier tipo de animal vertebrado, sean mamíferos, aves, reptiles…, lo que obliga a los supervivientes a vérselas con hordas de humanos capaces de manipular objetos (siempre que sus putrefactos cuerpos se lo permitan) apoyados por todos los bichos que han pasado a peor vida. Así Keene crea una sensación de lo más opresiva: no hay respiro cuando, además de los zombies humanos, debes esconderte de rataz, palomaz, carpaz, zarigüeyaz, ciervoz, lagartijaz…
Pasando al relato en sí, el narrador omnisciente de Keene sigue a una serie de personajes condenadamente estereotipados. El padre que busca a su hijo que parece estar vivo a cientos de kilómetros (a cientos de miles de km según el texto de la cubierta trasera), el hombre religioso que se aferra a su fe para salir adelante, el científico que ha participado en el experimento que trajo el mal a nuestro mundo, una prostituta drogadicta que le da un nuevo significado a la palabra supervivencia… se encuentran a lo largo de la trama a través de unas situaciones un tanto previsibles que convergen (¿ podía ser de otra manera?) en un pirotécnico fin de fiesta. Una conflagración de esas que no ponen la carne de gallina pero aseguran un buen rato y te hacen preguntarte si el autor no estaba pensando en vender los derechos al cine de lo cinematográfica que resulta. Contiene las dosis adecuadas de humor negro, situaciones límite, mala baba, crudeza… y está escrita con un estilo aseado y ágil que, si bien se recrea en escenas truculentas y plantea situaciones extremadamente duras, evita caer más de la cuenta en lo gratuito.
Y no puedo escribir mucho más. Sólo apuntar un par de detalles. Debería haber tenido una corrección más exigente y, además de estar indicada para al público Zz, es posible que pueda agradar a los aficionados a las historias de supervivencia con unas tragaderas holgadas.
P.D: Es divertido leer el enfado de un «publicador» cuando otra editorial adquiere un libro, este, de un autor, Brian Keene, del que hacía cuatro años que no publicaba nada, Terminal. ¡Pero qué desalmada es la competencia! Y qué arraigado se puede llegar a tener el sentido de pertenencia sobre algo que no se ha pagado…
Por lo que comentas, la única novedad, es que son invasores de cuerpos carroñeros. La imaginación de estos autores parece estar poseída (zombie_abducida) por las modas, el dinero también manda en Frikiland.
¿Conoces Despertar, de Sheri S. Tepper? en el el territorio está dividido en zonas, los humanos pueden viajar hacia el oeste y los muertos los tiran en la zona situada al este ( o al reves, no recuerdo bien), los cadáveres son inoculados con un hongo por una especie de sacerdotes que los hace revivir y los usan como esclavos. Ademas hay extraterrestres quese alimentan de humanos y no se cuantas cosas mas. Es de 1987, no aprovecha la moda esta de los zombies, a mi me gustó bastante.
No lo he leído. Con Tepper tengo un problema: comencé «Hierba» hace un porrón de años, lo dejé por la mitad y no he vuelto a leer nada suyo. El tratamiento que comentas parece muy interesante. En la antología «Zombies» de Minotauro algunos de los mejores relatos son los que más se alejan del tópico. Estoy recordando especialmente el de George R. R. Martin, «Hombre de burdel», en el que unos cuerpos sin mente son utilizados para todo tipo de tareas y en el que se relatan, con acritud, los fracasos sentimentales de un personaje y cómo responde ante ellos. Y también me estoy acordando de «Huerto de cruces», un relato de Santi Eximeno que siendo la historia de zombies de toda la vida estaba contada de una manera única, lo que le daba una frescura que esta legión de muertos vivientes jamás podrá tener.
Para mi la clave está en o buscar un argumento lo suficientemente novedoso como para llamar la atención o una voz narrativa personal, única… El resto poco aporta.
Por cierto. Me hace gracia la caña que se daba a las novelas de vampiros romanticones bobalicones y ahora se está explotando casi lo mismo. Pero supongo que como el componente rosa es inexistente molesta menos.
«Pero supongo que como el componente rosa es inexistente molesta menos.»
Para, para, no no precipitemos: http://www.youtube.com/watch?v=1R1meTk6GTY
Yo ya la tengo en La Pila, estoy así de poseído 🙂
Creo que Marc me había hablado de esto hace unos meses. La pongo al nivel de la novela del zombie que relata su experiencia comiendo cerebros y devastando el mundo en primera persona (WTF!!!)
Madre mía, todo este tema zombie está llegando a un punto que… yo que sé. El otro día leí algo sobre un libro, «Paul is Undead: The British Zombie Invasion», que relata la aventuras de unos Beatles zombies que van de gira por el mundo… lo próximo que será? La Casa de la Pradera Zombie?
Me gusta tu blog, hace poquito que lo he descubierto, saludos!
Muchas gracias. Ya he enlazado el vuestro, que tiene muy buena pinta.
Y está llegando a un punto en el que los zombies ya no son zombies, como los vampiros de, p.e., «Crepúsculo» ya no son vampiros. Pero es la historia de los bienes de consumo desde… joder, desde siempre. ¡Pobres zombies!