Furia feroz

Furia ferozA veces te preguntas por qué las editoriales ya no publican libros como éste: una novela corta que no llega a 150 páginas, en formato bolsillo, que se puede comprar por unos 6 o 7 euros y que depara un par de horas de provechosa lectura. Un volumen que recupera una novela corta que, lo más seguro, habría quedado inédita ante la caída en desgracia de ese proyecto imprescindible que era la anunciada recopilación de la obra breve completa de J. G. Ballard por parte de Minotauro. Pero la duda no se mantiene durante demasiado tiempo cuando caes en la cuenta que, en estos tiempos de grandes lanzamientos, inundación de estanterías y apatía lectora, novedades como ésta o pasan desapercibidas como si hubiesen sido publicados en la clandestinidad o no despiertan interés, terminando a los dos años en una «oferta». El sino de estos tiempos.

Escrita a finales de los años 80, Furia feroz narra los asesinatos de Pangbourne Village, una masacre que ha terminado con la vida de todos los adultos de esta urbanización y en la que han desaparecido sin dejar rastro todos sus hijos. Ballard aborda el relato a través de las notas que escribe un psiquiatra para la policía de Londres; un narrador neutro que elabora un informe objetivo de las conversaciones que mantiene, los documentos que lee, las grabaciones que obtiene, el clima de los medios de comunicación, de la sociedad… y en el que apenas aparece un posicionamiento subjetivo. Una investigación de la que se extraen una serie de conclusiones que, dada la «frialdad» con la que se abordan, acentúan el horror que producen.

Pangbourne pasa por ser una urbanización idílica: un grupo de viviendas de lujo situadas en la campiña inglesa aisladas del exterior con un sistema de seguridad que debería salvaguardar a las diez familias que allí viven. El lugar perfecto para que altos ejecutivos de la banca londinense, jueces, médicos de prestigio… eduquen a sus hijos alejados de urbe y los peligros que allí pueden encontrar. El problema es que esa soledad, el ambiente de extrema sobreprotección, el alejamiento de cualquier foco de conflicto, ha creado una neurosis que desemboca en una reacción tan tremenda que la propia sociedad se niega a asumir aunque todas las evidencias apunten hacia ello.

Ésta es una obra dura, no tanto por el tono con el que se narra, completamente aséptico (tal y como se puede leer en el relato de la masacre, antagónico a otras historias de Ballard), como por la postura de una sociedad sobrecogida por la tragedia, incapaz de reaccionar ante ella e ideando todo tipo de extrañas teorías para edulcorar la realidad. O por las preguntas que quedan en el aire y las frases lapidarias con las que el autor inglés nos golpea esporádicamente. O, también, por cómo nos enfrentamos a nuestra propia ausencia de ingenuidad e inocencia. En todo caso, estamos ante un excelente preámbulo de las últimas novelas de Ballard traducidas por Minotauro, SuperCannes y Milenio Negro, o la todavía inédita Kingdom Come (que, parece, será publicada en junio), y cómo nos afectan los cambios que afronta nuestra sociedad.

Nota: Para un análisis exhaustivo de Furia feroz recomiendo la lectura de la crítica que Juanma Santiago escribió para su sección «La quinta columna» en Bibliópolis. ‘Nuf said.

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4 respuestas a Furia feroz

  1. Abuelo Igor dijo:

    Puntualización superflua: «Furia feroz» no estaba incluida en el volumen de los relatos completos de Ballard. Con lo cual, habría quedado inédita de todos modos.

    Aunque, ahora que se dice que al señor Ballard le quedan dos telediarios, quizá la coyuntura sea más favorable para semejante tocho…

  2. Desde luego es una novela corta impresionantemente buena.

  3. Me encantó. Lo más destacado es esa incapacidad que citas de la sociedad a reconocer que los asesinos han sido los que han sido. La sobreprotección de la infancia es uno de los temas que parecen estar de moda hoy día. Preguntas del tipo: ¿cómo pudo mi hijo salir así, con lo bueno que parecía y la maravillosa educación que le di?

  4. Pingback: Milenio negro, de J. G. Ballard | C

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