Tiempo de Saló. Tiempo de novedades y gastos. Tiempo de ilusiones y de decepciones. Entramos por la directa con mis primeras compras que, como suele ser habitual, no son precisamente de mi lista de cien euros por aquello de que muchas cosas todavía no habían llegado a la librería cuando me pasé por ella. Y comienzo con un título que, creo, agradará a los seguidores de las series de televisión norteamericanas de la última hornada.
Ex Machina: Estado de emergencia. Historia de presentación de unas de las colecciones de superhéroes que más está dando que hablar. Partiendo de la premisa de moda de los últimos años (¿cómo sería un superhéroes de existir realmente?), y con un tratamiento muy televisivo (en este caso en entorno político, como El ala oeste), Brian K. Vaughan consigue un resultado óptimo fundamentado en una estructura inteligente. Lejos de plantear una narración lineal, en el número de presentación fragmenta la historia del héroe, La Gran Máquina (el único que aparece en el tebeo), en varias etapas: antes de ganar los poderes, el momento en que los manifiesta, sus primeros pasos, su posterior elección como alcalde de Nueva York,… Y las mezcla de la forma más fluida que recuerdo haber leído en los últimos tiempos, consiguiendo una presentación de lujo. Posteriormente se desarrolla la primera historia larga (cuatro números), más centrada en la interacción de personajes, que mezcla de forma equilibrada la trama superheroica, la historia política, la temática social y unos leves toques policiacos. En la parte gráfica tenemos a un Tony Harris en plenitud de facultades que sabe sacarle el máximo partido a sus referencias fotográficas sin caer en el estatismo extremo de otros artistas que utilizan la misma técnica. Me ha enganchado.
Richard K. Morgan es el autor de la adrenalítica, enrevesada y bien resuelta Carbono alterado; un cruce ejemplar entre ciencia ficción, la novela negra y las películas de James Bond. Los editores de Marvel, en su búsqueda de escritores más o menos mediáticos que atraigan hacia sus cómics nuevo público, le captaron para escribir historias de uno de sus personajes secundarios, La Viuda Negra. El resultado se puede leer en el tomo Hogar, dulce hogar.
El modus operandi es nítido: hacer historias a lo 007 con un toque más racial, arranques más violentos, lenguaje más soez, unas libras más de carne,… (no por nada estamos ante un cómic de la línea MAX). La pena es que tanto exceso desemboca en un resultado decepcionante. No hay frescura, la historia que reformula el origen de la Viuda está más vista que el baile de caderas de Shakira y el dibujante inicialmente contratado, Sienkiewicz, pega la espantada después del primer número para encargarse únicamente del entintado de un más canónico y anodino Goran Parlov. Aun así depara (contados) buenos momentos y tiene gotas de un humor negro iconoclasta. Las portadas de Greg Land son tan buenas que curan el estrabismo. O lo fomentan.
En el reciente festival de cine y cómic que se ha realizado en Santander tuve la fortuna de ver junto a Jean Mallart American Splendor. Una maravillosa película, al límite del documental, centrada en la vida y obra de Harvey Pekar (para mi un desconocido). Tenía muchas ganas de acercarme a este autor y nada mejor que este El derrotista, publicada por Planeta coincidiendo con el Saló.
Estamos ante una historia autobiográfica centrada en los primeros años de vida de Pekar, hijo de judíos emigrados de Polonía, crecido en barrios de clase media baja y con una personalidad que compendia una serie de trastornos que van de la conducta obsesiva compulsiva a un enorme complejo de inferioridad. La historia es lo que podríamos llamar realismo extremo: Pekar no se esconde y plasma su vida tal y como recuerda, reflejándose a través de un personaje nada idealizado que se muestra enormemente sincero. Para ello va recorriendo estampas fundamentales de su vida muy bien hiladas. En esto me ha recordado al tono que reproduce Philip Roth en su notable La conjura contra América.
Por último, siguiendo la recomendación de dos avezados connaiseurs como fonz o xoota, me pillé este tebeo sin siquiera echarle un vistazo. Eso se le llama fé ciega. Y, pena me da decirlo, menuda cagada. Si lo hubiese hojeado seguramente lo habría dejado allí donde estaba, porque no es para mi. Es tan tan tan naif, que me resulta absolutamente indisfrutable.
Magic boy, de James Kochalka, recopila historias cortas que van de una a diez páginas en las que el autor coge pequeñas escenas de su vida cotidiana (coger una bici para hacer la compra, un flexo bajo el que dibuja que se rompe, una tarde de verano junto a su pareja), y las somete a una leve deformación fantástica (él se ilustra como un elfo, los animales hablan, a la bici hay que atarla para que no se «escape»). Así consigue que algo completamente habitual tenga matices extraños… Pero como las anécdotas son eso, anécdotas, no hay nada más (y si lo hay soy incapaz de verlo). Además el dibujo tiene un tamaño enorme. La historia larga de dos viñetas por página parece absolutamente desproporcionada, como si se hubiese ampliado dos o tres veces y remontado para imprimirse en formato comic book, con un aspecto final feo y deslucido.
>>>> siguiendo la recomendación de dos avezados connaiseurs como fonz o xoota, me pillé este tebeo sin siquiera echarle un vistazo. Eso se le llama fé ciega. Y, pena me da decirlo, menuda cagada.
Pffffjuajajaja. No te puedes fiar de nadie, está visto. No, ya en serio, siento la metida de pata, yo todavía tengo que pillármelo, a ver si salgo escaldado como tú o me acaba gustando.
Hombre, para compensar te recomiendo «Los muertos vivientes» si no la sigues ya y todavía te quedan ganas de hacer caso a una recomendación mía, jeje. No es que sea una maravilla, es un tebeo de entretenimiento puro y al estilo de Deus Ex, una adaptación de las maneras televisivas al tebeo. Pero la verdad es que engancha bastante, entretiene y divierte, que tal como está el patio ya es bastante.
De alguna manera teníais que devolverme cosas recomendadas que a vosotros os defraudaron. Eso sí, a éste antes échale un laaaaaaaargo vistazo 😀
Tengo leídos los dos primeros tomos de «Los muertos vivientes». Estaban bien pero al final del segundo me quedé un poco estancado porque la historia no parecía avanzar y las relaciones entre los personajes tampoco. Lo dejé en suspenso, aunque sigo leyendo buenas críticas de los tomos siguiente. Supongo que lo recuperaré en el futuro.
Como llego siempre tarde a todo me enganché a esto de los difuntos en el tomo 3. La verdad es sí que es lenta y la historia no va a ningún lado en concreto, más que nada se centra en las reacciones de los personajes ante situaciones cada vez más puñeteras. Así que corre el peligro de estancarse en un progresivo rizar el rizo, no sé. No obstante los dos últimos tomos aguantan y están entretenidos.
Cagüen. Lo siento mucho Nacho. Ale, para algún sillón que cojee.
Si te quieres que te sea sincero, a mí me pasó exactamente lo mismo al principio. James Kochalka cuesta, y a veces da la sensación de que no remata la faena. No es un autor grande como Chester Brown, por ejemplo… Kochalka te tiene que llegar. Demasiado costumbrista, o demasiado naïf como dices. Quizá habría sido mejor que te hubieses pasado por su http://www.americanelf.com durante una semana o dos (así dejo el beneficio de la duda a todo el mundo), y si sigue sin gustarte, a pasar de él.
Pero bueno, tiene sus cosas, y creo que si te llega, puede ser bastante bueno. Por ejemplo, la historia Pinky & Stinky, una suerte de dos pokémon cerdos astronautas que van de viaje a un planeta (ya no sé si era a marte o a la luna), y les odian por todos los demás porque los han escogido para el viaje sólo por ser bonitos… Una idea estúpida, pero que al fin y al cabo funciona.
Bueno, yo realmente no busco la redención mediante otra recomendación. Esperemos a que saquen a Chester Brown en castellano de nuevo…
Creo que aquí también hay un error en la selección: dudo mucho que las historietas seleccionadas sean las mejores de su autor y como presentación son… Buff. Parecen más material adicional para una «edición de coleccionista» que algo que por sí mismo pueda atraer compradores.
Eso sí, ya he leído lo que has escrito sobre Brown y aquí te haré caso otra vez. «El Playboy» me pareció cojonudo y me apetece leer cualquier cosa de este hombre.