La red de Indra

Hace ya tres meses que leí La red de Indra, pero por hache o por be no he encontrado tiempo para reseñarla. Y no ha sido por falta de ganas; disfruté con ella hasta el punto que me la leí casi de una sentada en Junio de este año. En esto tengo que darle la razón a su autor, Juan Miguel Aguilera, que durante la pasada Feria del Libro de Madrid nos comentó a Santiago L. Moreno y a un servidor que se lo había pasado genial mientras la escribía y que esperaba que, de alguna manera, esa sensación llegase al lector.

La red de Indra es, en cierta forma, la «respuesta» a la petición que, desde un sector de los aficionados a la ciencia ficción en España, se hacía a los autores que se han movido sobre todo en las colecciones de género: escribir un tecnothriller; la temática prospectiva más exitosa entre el gran público. No tengo ni idea de cómo le ha ido en los cuatro meses que lleva en el mercado, pero he de reconocer que, con sus carencias, me ha parecido de lo más refrescante que he leído en este nicho. No se conforma con, como suele ser habitual, plantear su enigmática situación de partida para desarrollarla y resolverla dentro de las convenciones. En sus páginas Juan Miguel Aguilera abre un juego más arriesgado que le da un sabor casi único.

Como bien comentó José Antonio del Valle en la reseña que escribió para Prospectiva, La red de Indra recuerda en su planteamiento a novelas como Esfera de Michael Crichton, tanto en la forma, con su grupo variopinto reunido por los militares de EE.UU. para explorar un extraño artefacto que se ha encontrado en un lugar apartado, como en el fondo. Hecho para nada molesto porque tanto el enigma como las teorías que sustentan la trama o las situaciones de conflicto que la impulsan mantienen el interés hasta que, llegado el ecuador, la narración pega un requiebro brutal para introducirse en el campo de la ciencia ficción más aventurera.

Esta parte recuerda a los momentos más exuberantes de las historias de Akasa-Puspa escritas por Aguilera, cuando los protagonistas exploraban un mundo alienígena repleto de especies exóticas sin perder la sólida base científica que las caracteriza. Después de todo ese choque al que somete a sus protagonistas y, por extensión, a nosotros mismos es uno de los elementos recurrentes de su narrativa. Eso sí, no tengo claro que el lector generalista se vaya a sentir cómodo cuando vea volatilizarse todos los referentes cercanos; aunque el menos acomplejado, o el aficionado a la ciencia ficción, se sentirán gratificados con esta irrupción del sentido de la maravilla más clásico. Supongo que esa es precisamente la gran virtud de La red de Indra, la que la separa de la mayoría de tecnothrillers: ahorrarnos un castrante clímax pedestre para explorar una vía alternativa llena de color y extrañeza (algo que, creo, realzaría mucho otros títulos como, por ejemplo, la bibliografía completa de Robert J. Sawyer).

También es cierto que hay detalles que no me han acabado de agradar, fundamentalmente en lo que se refiere a los personajes y sus relaciones, que apenas se alejan de los estereotipos iniciales, o un despliegue de la trama demasiado lineal y, me ha dado la sensación, un tanto apresurado. Pero supongo que en una obra así debe primar lo que se suele buscar: una aventura frenética repleta de enigmas, ciencia de la última hornada, intriga y peripecias… insólitas.

Se reedita junto a la novela el relato «Todo lo que un hombre puede imaginar«. Un colofón de lo más adecuado que supone la vuelta de tuerca definitiva a las ideas que han movido la narrativa de Aguilera desde que comenzó a escribir ciencia ficción hace ya tres décadas y que, sin una continuidad clara, hemos observado en La red de Indra o en otras obras suyas como La locura de Dios, Rihla o El sueño de la razón.

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4 respuestas a La red de Indra

  1. kaesarc dijo:

    Con esto no estoy de acuerdo contigo.

    A mi no me gustó. Me pareció que se quedó a medio camido de un techo-thriler y una novela de CF, sin saber hacia donde caer.

    Los personajes son absolutas caricaturas, y la historia no termina de funcionar.

  2. Kaplan dijo:

    En esta te has adelantado tú por bastante. Yo me lo he pasado pipa. Es cierto que el cambio de dirección en determinado punto (incluso de subgénero podríamos decir) se nota mucho, pero en cuanto te adaptas mantiene la diversión sin problemas.

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