Garra, energía, intensidad. Estos son los primeros calificativos que se me ocurren cuando pienso en Richard Morgan, un autor tan nuevo como prolífico que después de dar lo mejor de sí mismo, que es mucho, en la intersección entre ciencia ficción, novela negra e historia de espías, se ha desplazado con Leyes de mercado a un terreno más agudo: el de la ciencia ficción de temática social; ésa que no ha olvidado el momento decisivo que atraviesa nuestra sociedad, zarandeada por la globalización, el ultraliberalismo, las corporaciones transnacionales, la pérdida de derechos, la fragmentación social,… Un compromiso militante que comparte con otras novelas y autores recientes como Jennifer Gobierno de Max Barry o Cazadores de luz de Nicolás Casariego.
El protagonista de Leyes de mercado es Chris Faulkner, un joven que tras una rutilante trayectoria en Hammen McColl es contratado por la división de Inversión en Conflictos de Shorn Associates. IC pasa por ser la rama más agresiva de cualquier corporación, especializada en gestionar proyectos en regiones subdesarrolladas donde la inestabilidad política va de la mano de la lucha por el poder. Lugares en los que el control de los recursos es fundamental, la industria se orienta para satisfacer las necesidades del primer mundo y se puede sacar una tajada considerable si se apoya al bando con mayores perspectivas de éxito.
Como el mundo y las zonas interesantes son limitadas, existe una pugna continua entre las empresas, a veces resuelta a la antigua usanza (más dinero, inversión para alterar el equilibrio de fuerzas de la zona,…) otras a la nueva. Los ejecutivos ya no son anodinos hombres y mujeres de negocios sino que se han convertido en una suerte de gladiadores modernos que, conduciendo coches especialmente preparados, dirimen los conflictos sobre las abandonadas autopistas que tapizan el globo. Un mecanismo de competencia intraespecífica al que también se acude cuando alguien quiere promocionar dentro de la estructura de la empresa: se reta a la persona que ocupa el puesto al que se quiere acceder y se lucha con él hasta que se mata… o se muere.
En esta jungla mundial Chris está acompañado por Mike Bryant, su colega en Shorn, enlace con la faceta nihilista y hedonista que potencia Shorn, y Carla, su mujer, la conciencia crítica que no encuentra nada agradable el viaje sin retorno iniciado por su marido. Ambos representan los extremos entre los que bascula Chris y, a través de la «colisión» con varios personajes secundarios, funcionan como catalizadores en su camino hacia su explosión final, tan piroclástica como lúgubre (la última frase del libro es a la vez definitoria y desoladora).
Cuando presentó la novela en Gijón hace un par de semanas, Morgan comentó que mientras escribía Leyes de mercado se dejó llevar por la rabia surgida de la situación socioeconómica mundial; rabia que ha cristalizado formalmente a través de un exposición directa claramente cinematográfica, en la que los demoledores diálogos llevan la voz cantante, los pasajes descriptivos se resuelven con certera eficacia y los narrativos transcurren a una velocidad elevada a veces confusa.
También resulta patente en las imágenes y situaciones creadas exprofeso para caracterizar ese mundo corporativo llevado hasta sus últimas consecuencias. La realidad del Reino Unido que se describe, con unas carreteras utilizadas únicamente por los directivos de las empresas; unos suburbios paradisíacos donde los yuppies gozan de todos los privilegios; unas atestadas zonas urbanas en las que la mayor parte de la población malvive con trabajos malpagados y acosada por una violencia omnipresente; esos duelos deliberadamente extraídos de Mad Max o Rollerball; unos ejecutivos con carta blanca para hacer lo que deseen sin intromisión de nadie que haga valer el derecho; … llega a acumular tal grado de desmesura que, desde fuera, pudiera parecer que compromete la credibilidad de la propuesta. Sin embargo comparada con multitud situaciones que proliferan a nuestro alrededor es una extrapolación angustiosamente verosímil.
Quizás la más estremecedora consecuencia a que nos lleva Morgan, como bien apunta Fernando Ángel Moreno en la presentación, se vislumbra a través de las decisiones que tiene que tomar Chris para salvar las situaciones límite de su táctica comercial y perpetuar los intereses de su corporación. Una estrategia que abunda en su total entrega y la dramática ausencia de un código ético o legal de referencia. O, más bien, en la escritura del mismo sobre la marcha de manera que sea uno con sus intereses; cuando cualquier factor pone en cuestión el plan, los beneficios, los objetivos,…, como bien dijo Nicolás, el fin justifica los medios.
Por esto el cambio de título en la edición española (en el original era Market Forces) me parece hasta adecuado. Y el libro igual de recomendable que Carbono alterado. No tiene un protagonista tan carismático pero el conjunto es, si cabe, más sólido y resulta completamente ajustado a la propuesta.
Me alegro que te haya gustado, a mi me ha encantado. Por cierto, ¿no crees que el hecho de haber conocido al autor (y que encima te caiga bien) hace que veas la novela con otros ojos?
Yo sólo le pongo un «pero», que el protagonista no sea Takeshi kovacs. XD
Quita, quita, que a mí, Faulkner me parece mucho más creíble que Kovacs. Al menos, tiene cargos de conciencia 😀 Y no lo digo porque Carbono lo haya publicado la competencia 🙂
Por cierto, tengo una foto tuya durante la firma de libros… 🙂
Alex, Kovacs tiene muuuchos cargos de conciencia. Sobretodo en Woken Furies.
Por cierto, que sepas que esa foto se hizó sin mi autorización, y que, tal García Obregon, podría llevarte a los tribunales. XD
Vale, pero yo sólo me he leído Carbono alterado. Y ahí no parecía tener muchos cargos de conciencia, la verdad 🙂
Y sobre la foto… podemos alcanzar un acuerdo para no distribuirla… ya sabes… 😉
Pues fijate que yo lo enconetro muy superior a Altered carbon y el personaje de chris faulkner me parece mucho mas humano y creible que Kovacs (que también me gustó mucho)
Por cierto, en plan mas frivolo, ya que dicen que sacan la película, no puedo dejar de ver al Brad Pitt mas macarra de Fight Club en el papel de Mike Bryant 😛
Alvy ha tenido la gentileza de apuntar un enlace desde Microsiervos
http://www.microsiervos.com/archivo/libros/leyes-de-mercado.html
Nemes -> Es difícil hacer una comparación, como es difícil comparar (yo que sé) «Chinatown» y «Wall Street». Pero coincido en que «Leyes de mercado» es una obra más hecha y más incisiva que «Carbono alterado».
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