Siempre ha supuesto un aliciente para los lectores de tebeos de superhéroes más entregados establecer la comparación entre las dos grandes urbes del universo DC, Metrópolis y Gotham, y sus respectivos guardianes, Superman y Batman. La primera habitualmente ha jugado el papel de ciudad dorada; todo ocurre a la luz del sol, las amenazas superheroicas son de gran calado y los villanos buscan algo más que hacerse ricos o sembrar el caos. Por pura contraposición, la segunda ha sido la ciudad de la noche, un escenario donde priman las guerras de bandas, los atracos, asesinatos y secuestros, y «sus» villanos carecen de poderes especiales, aunque aúnan mentes privilegiadas con serios transtornos mentales.
Esta dicotomía, consciente o inconscientemente, ha sido explotada por los guionistas de rigor, que han situado en ambas tramas nítidamente diferenciadas, creando a su vez una serie de estructuras organizativas y personajes diametralmente opuestos. Sirvan de ejemplo los STAR Labs de Metrópolis, institución en la que se han desarrollado todo tipo de investigaciones fantacientíficas, foco de múltiples amenazas o aventuras vividas por los superamigos. A su vez el departamento de policía de Gotham City, durante casi seis décadas regentado por Jim Gordon, ha tenido una importancia creciente en las correrías de El Señor de la Noche hasta el punto de nutrir sus tebeos de múltiples secundarios que, en algunos casos puntuales, tenían un papel protagónico por delante del propio superhéroe (algo también observable en la exitosa serie de animación creada por Paul Dini, Eric Rodomski y Bruce Timm hace una década y que se ha convertido, por derecho propio, en la mejor serie de televisión hecha nunca sobre ningún superhéroe)
Sin embargo, mientras que el entorno de Superman en tiempos recientes no da para mucho más (aunque, como se vio en el divertidísimo Superboy de Karl Kesel y Tom Grummett, en los STAR Labs había cantera para conseguir decenas de historias de aventuras, científicos locos, viajes a universos paralelos,…; es una cuestión de habilidad creadora), en el cuerpo de policia de Gotham sí que hay cantera para buenas historias. Y más ahora que lo policiaco y, en menor medida, lo noir están pegando con fuerza entre el gran público. Ya sea en el mundo del cine, de la televisión, de la literatura o del propio cómic.
De ahí arranca Gotham Central, uno de los tebeos de la temporada que reúne bajo su cabecera a tres grandes nombres del cómic americano actual: los guionistas Greg Rucka y Ed Brubaker, dos prima donnas que gustan mucho de introducir en las historias superheroicas elementos que derivan de la literatura policiaca y la novela negra más pura, y el ilustrador Michael Lark, dibujante que despunta tanto a la hora de diseñar escenarios derivados de las ilustraciones pulp de los años 30 y 40 (Terminal City o Legend of the Hawkman) como cuando hay que desarrollar una historia en ambientes urbanos con mucho juego de personajes, una atmósfera ligeramente oscura o, por qué no, un poco de acción.
La idea en torno a la que se articula es tan sencilla como efectiva: tenemos un cuerpo de policia enfrentado a criminales endemoniados, que tanto pueden ser personas normales con un avieso propósito como tipos enloquecidos que acostumbran a jugarse sus lentejas con Batman, caso de Mr Hielo, Dos Caras o el mismísimo Joker. Y mientras realizan sus pesquisas establecen todo tipo de relaciones entre ellos, se enfrentan a los problemas internos derivados de su trabajo o intentan conciliar su labor con una vida privada bastante compleja. Una receta nada novedosa que funciona a pedir de boca.
Todo aquél que eche de menos las buenas temporadas de Canción triste de Hill Street o esté enganchado ahora mismito a series como CSI o El comisario debería darle una oportunidad porque es más o menos lo mismo y, además, bien hecho. Tenemos unas historias poco originales pero sólidamente construidas, unos diálogos sublimes, una caracterización de personajes espectacular, un trabajo artístico del mismo nivel que el que realizó David Mazzuuccheli en el casi insuperable Batman: Año uno y un tratamiento del mundo superheroico serio y alejado de estridencias; ajeno a la que estamos acostumbrados del mainstream. Quizás este último detalle explica que en EE.UU. no esté funcionando demasiado bien entre el gran público y sólo se mantenga gracias a sus excelentes críticas o un grupo de tenaces seguidores.
Norma ha publicado hasta el momento tres tomos que mantienen un nivel uniforme rondando el notable alto. Quizás el mejor de los tres sea el segundo, «Media vida», centrado en los problemas que tiene la detective Montoya para mantener su vida privada al margen de su trabajo.
El último aparecido hasta el momento, «Blancos fáciles», que es el que me ha llevado a escribir este comentario, es otra sólida y vibrante muestra del potencial de esta colección. Primero con un capítulo de pura interacción de personajes en el que se nos introduce en la dinámica de sus relaciones a través de un observador externo, una empleada de la comisaria que va entrelazando varias historias para ofrecer un vistazo diferente a lo que habíamos leído anteriormente.
Y, a continuación, se sitúa un arco argumental de cuatro números en el que la ciudad de Gotham es amenazada por un francotirador que empieza a «retirar» grandes piezas. En sí este tema no sería muy novedoso… si no fuese porque éste es el señor J. Sí, sí, el mismísimo Joker. Y es una jodienda reventar así la sorpresa, que los guionistas intentaron mantener durante un tiempo. Pero como los sagaces chicos de Norma nos lo han puesto tal cual en la portada no hay mucho que desvelar.
Su hilo central no deja de ser la habitual sensación de indefensión bajo la que vivimos, pero el hecho que sean los propios guardianes los que se ven amenazados por el loco disfrazado de payaso y que estén por momentos más perdidos que esquimal en una playa de Benidorn le proporciona una tensión absorbente.
A ver qué tal se desarrollan las próximas historias, que habrá que degustar con calma. Según cuentan las noticias Brubaker ha firmado un contrato en exclusiva con Marvel y deja la serie, y otro tanto le ocurre a su ilustrador. Habrá que confiar en que Rucka siga adelante y que se encuentre alguien adecuado para dibujar estas historias de polis y cacos de las de toda la vida que se leen con sumo deleite.
Para información sobre su edición visitar el siguiente enlace
¿Este Brubaker es tan bueno como en La escena del crimen o Sleeper?. Porque si lo es me agencio el primer tomo sin dudarlo aunque el Batman de Rucka que he leído (un par de números Norma) no me gustó demasiado, no era malo en absoluto pero tampoco tenía nada que me hiciese ir al kiosco con ganas de seguir la serie. Sin embargo Brubaker es harina de otro costal, ando buscando Brubakers por todos los lados, me falta picar con Catwoman pero no sé, no sé… ¿alguna opinión?.
Lark es buenísimo como bien dices, ha mejorado mucho desde Terminal City y allí era ya muy bueno (haría un Superman años 30 precioso, si no lo ha hecho ya). Creo que se iba con Brubaker a hacer Daredevil (Brubaker además hará Capitan America, creo). Mira, hacía años que no seguía dos colecciones Marvel a la vez, a la vejez viruelas, jeje.
He leído que su Batman es bastante corrientito. Quizás porque, como se disculpaba en una entrevista que apareció en Trama, McDaniell no era el dibujante ideal para sus historias. Se veía condicionado; muy superheroico para sus propósitos. Sin embargo el de Rucka, que es el que he leído, sí que me pareció interesante. Aunque claro, a mi me gustaban también el Batman de Alan Grant o Chuck Dixon (sonrojo)
De Catwoman leí los doce primeros números USA y me gustó bastante; se acerca un poco al estilo de los tebeos que comentas. Pero (para mi) no es Sleeper (sobre este habrá entrada cuando termine la primera temporada) o La escena del crimen. Eso sí, te prevengo. El segundo arco argumental de Gotham Central; está guionizado en solitario por Rucka. Y como es el que más me ha gustado…
Por último, estoy deseando que aparezca ya Revolution, la miniserie que le llevó a guionizar The Autorithy. A ver qué tal lo hace en esa serie superheroica pura y dura.
Gracias!, probaré con Catwoman de momento, a ver que tal, como ves soy difícil de convencer, jeje.
A ver que tal se porta en The Autorithy, supongo que hacerlo más down to earth, más político. Y a ver que dibujante le ponen. Lo que sí he leído son tremebundas críticas favorables a su Capitán América, a éste tebeo le tengo muchas ganas. A mí es que, rarito que es uno, el Capi siempre me ha caído bien; iba al psiquiatra, la tía que le gustaba pasaba de él y tenía de enemigo mortal al malo más chulo de todos, el Cráneo Rojo.
fonz dijo probaré con Catwoman de momento, a ver que tal, como ves soy difícil de convencer, jeje.
Espero (y deseo) que después no tengas que revenderlos en algún foro por ahí de la red XD
fonz – A mí es que, rarito que es uno, el Capi siempre me ha caído bien; iba al psiquiatra, la tía que le gustaba pasaba de él y tenía de enemigo mortal al malo más chulo de todos, el Cráneo Rojo
Pues como personaje a mi no me atraía mucho. Sin embargo su «historia» ha estado sazonada de etapas que merece la pena recordar. Las clásicas de Jim Steranko o Stan Lee & Gene Colan, el setentero post Water Gate de Steve Englehart & Sal Buscema, el aventurero sin complicaciones de Roger Stern & John Byrne o Mark Waid & Ron Garney (o Andy Kubert). Cada equipo creativo citado, con sus «cosas», hizo tebeos muy entretenidos con un personaje que a priori no da para mucho más que para entonar el «Star Spangled Banner» a todo pulmón. Y sin embargo…
Eso sí, lo de Brubaker promete ser algo superior incluso a la etapa de Englehart. Aunque costará que me olvide de la saga del Capitán América de los 50…