El martes 20 la Obra Social de Caja Cantabria trae a Santander a Elia Barceló para presentar Corazón de tango. Aprovechando la ocasión he leído la novela y me ha dejado un agradable sabor de boca. Quizás es una historia demasiado sencilla para mi gusto, en los últimos años aficionado en demasía a narraciones más alambicadas. Sin embargo comparto la satisfacción generalizada que ha producido en los sitios de la red que había consultado previamente: es una novela muy bien planificada, está escrita con un estilo muy cuidado, cuenta una historia de amor triangular manteniendo un difícil equilibrio, y acierta a tocar una serie de cuerdas ciertamente emocionantes. Como ocurre otras tantas veces, poco o nada puedes aportar a lo ya escrito. Así que aprovecho que tengo abierta la sección Sospechosos habituales para construir una reseña a base de lo que han escrito tres aquilatados lectores.
Comienzo con el resumen de su argumento que hizo Mariano Villarreal en la crítica que escribió para su Literatura Fantástica,
Elia Barceló nos presenta una historia arquetípica y atemporal, que trasciende el estereotipo gracias a la magia de su particular estilo: sentimental, nostálgico, íntimo; un cuadro trágico que parte del sempiterno triángulo amoroso para morir en el inevitable desenlace fatal, como un drama novelesco reflejado en tantas y tantas letras de famosos tangos. Sin embargo, la novela, por contraste, comienza en nuestro presente: un hombre solitario en una triste ciudad centroeuropea (el Innsbruck donde habita la autora); de día oculta su condición pasional, de noche su “yo nocturno y milonguero” abraza su cuerpo y se entrega al hechizo del tango en impersonales centros multiusos reconvertidos en improvisados salones de baile. Allí conoce a una atractiva mujer “como una estampa arrancada de un libro antiguo”, que le seduce con su mirada y con quien baila hasta la hora del cierre sin mediar palabra, pues todo queda implícito en la sensualidad del baile. En la abrupta despedida, una nota conduce al galán a Buenos Aires, y al pasado.
A partir de ese instante tiene lugar una historia paralela, ambientada en el barrio porteño de La Boca en 1920. Natalia, una bella y humilde emigrante española; Bernstein, un marino alemán fuerte, serio y honrado, pero quince años mayor que ella; y Diego, un músico de origen italiano, con fama de juerguista y excelente bailarín. Personajes exquisitamente retratados en su época y circunstancias, que viven, aman y se comportan de manera completamente consistente. Especialmente Natalia, cuyos anhelos, esperanzas y sentimientos encontrados se reflejan con la candidez y confusión que supone atravesar el momento más trascendental de su existencia; o Diego, cuya pasión sólo es pareja con su amargura por encontrar el amor de su vida y perderlo casi en el mismo instante.
Esta última es la parte capital de la novela. En ella se suceden capítulos bastante breves que concatenan los puntos de vista de Diego y Natalia primero, a los que después se añade el de Bernstein. A partir de esas voces, como cuenta Alberto García-Teresa en la extensa crítica que publicó Bibliópolis,
la escritora nos está contando una historia de seres empequeñecidos, solitarios, asfixiados, que buscan un asidero o una evasión: una promesa; el tango, que es la constante de casi todos los personajes; el amor correspondido apenas vivido y largamente ensoñado; la esposa en tierra del marinero… Todos los personajes, desde sus narraciones en primera persona, parecen personas desamparadas, bondadosas, aunque desde otras perspectivas se presenten severos y firmes, cuando no agresivos o distantes. Es una historia tremendamente triste, de seres que anhelan un sueño para mantenerse a flote, que lo buscan sin descanso pero que se van hundiendo cada vez más.
Sin embargo, se abre una vía a la esperanza (simbolizada en el libro con un vestido), y esa vía está marcada, cómo no, por el tango. El tango, por tanto, es asociado con vitalidad, con energía. Se trata de la evasión de una sociedad triste, monótona y previsible. La intensidad, el sentimiento y el sabor del tango es lo que permite sobrevivir a varios de sus personajes, que se llegan a encontrar en ese mundo cotidiano viviendo dos vidas (combinando un «yo diurno» y un «yo nocturno, el tanguista, el milonguero») o procurando hacer convivir en sí mismos a dos pasiones incompatibles causadas por ello.
También merece la pena remarcar la cadencia con la que la autora ha construido la narración. Como escribe García-Teresa
Ya desde el comienzo, el ritmo es marcado con firmeza e intensidad. El libro discurre con una enorme fluidez, con la resonancia más o menos audible de los tangos entre sus líneas. Por momentos, esa particular confluencia parece sugerir que la obra, efectivamente, avanza a golpe de tango: flexible, tensa, dinámica y mágica. Esos momentos de irrealidad, en esos bailes, van punteando la trama como momentos climáticos, que aumentan conforme pasan las páginas. Son episodios límites, de felicidad e intensidad extremas.
Para el lector aficionado al fantástico, ofrece el aditamento que lo sobrenatural juega un papel estelar en la novela, por el énfasis que añade a la tragedia que asola a sus protagonistas y que convierte en algo atemporal. Por último, aunque apenas he leído tres novelas de Barceló, comparto lo que comenta Julián Díez en su comentario en La tormenta en un vaso
Aunque alguna de sus novelas más extensas —caso de El vuelo del hipogrifo— resulten satisfactorias, es significativo que las obras más redondas de la autora hasta la fecha se muevan en distancias más breves: Corazón de tango se suma a la extraordinaria El secreto del orfebre para defender esta tesis. Parece como si la vitalidad de Barceló, su personalidad entregada y amante de sus amores, encontrara un mejor acomodo cuando se limita a una historia directa, sin artificios, sin subtramas.
Llevo unos días duros en el trabajo, por el día a día del centro (hoy era la fiesta colegial y todo tenía que salir rodado) y la batalla por su continuidad, y la presentación de Elia ha sido mano de santo. Qué alegría, tranquilidad, pasión, gusto… transmite esta mujer. Dos horas para disfrutar de y con la literatura.
Para la hemeroteca, los números: casi medio centenar de personas, la mayoría con un ejemplar de «Corazón de tango» para que se lo firmase, un grupo de jovencitas de un club de lectura que habían disfrutado a rabiar con la novela, algún emigrante argentino… y varios miembros de la TerSa.