Como es conveniente conocer otros puntos de vista, enlazo unos artículos bastante optimistas (yo incluso diría triunfalistas) que publicó El Mundo en su edición impresa el pasado domingo con motivo de la celebración del día del libro. El primero, el más extenso, habla sobre las estadísticas que todos los años publica el gremio de editores y que no me merecen mucho respeto. Son burdas (p.e. meten en el mismo sector a adolescentes de 14 años y a adultos de veintipocos, supuestamente más maduros), se basan casi al ciento por ciento en la parte comercial del negocio (que, no lo olvidemos, es lo que hoy ocupa y preocupa al gremio de editores), son un tanto increíbles,… Al menos son mejores que las que había hace veinte años.
Y después dos artículos que abundan en el camino apuntado en la primera entrada, reivindicando el placer de la lectura como fuente principal para introducir en el mundo de los libros a los jóvenes. El segundo es una columna de opinión que con formas la mar de correctas termina siendo un tanto provocadora.
Pues yo opino de la misma guisa: que los clásicos no son recomendables, en especial para la gente joven. Creo que para acceder a ellos (salvo excepcionales mentes precoces) es mejor tener una cierta edad y experiencia en la vida. Se disfrutan mejor, se entienden mejor, sirven de más.
Por otro lado, me temo que habría que realizar una poda bastante extensa en lo que las élites culturales consideran «clásicos», porque para ellos, clásico es cualquier libro de autor famoso (que hayan estudiado en el instituto, vaya), generalmente aburridísimo y que utiliza un lenguaje la mar de culto.
De acuerdo en la primera parte. En BUP iba por ciencias, así que la literatura del siglo de Oro por ejemplo, no la vi en clase. Luego en COU me cambié a letras mixtas y acabé en Periodismo, pero casi todo lo que he leído del barroco español fue ya en la facultad.
Pero no comparto mucho es lo que dice Yarhel de los clásicos y las élites culturales: ¿Lope no es un clásico? ¿Calderón? ¿Tirso? ¿Cervantes, Quevedo, Góngora? Los clásicos son clásicos no porque nos los den en secundaria, sino porque hay un “consenso” de todos los estudiosos de la Literatura. Vale que el Quijote tiene cuatrocientos años y te puede aburrir, pero…
Si nos referimos a los clásicos “modernos”, la cosa ya cambia un poco, pero la verdad: me sigue pareciendo que es generalizar demasiado. Creo que el objetivo debería ser formar un lector que pueda disfrutar igual con “Tiempo de Silencio” o “Volverás a Región” que con “Sin noticias de Gurb” y “Cuentos de los días raros”. O por lo menos que sea capaz de leerlos todos sin prejuicios.
Clásicos clásicos… a mi me atrajeron mucho a los 14 o 15 años las obras de teatro de Lope de Vega que cayeron en mis manos, lo poco que leí de Calderón, una adaptación del Mío Cid o varios episodios nacionales de Pérez Galdós (novelas de aventuras muy entretenidas). O, tirando hacia clásicos de los de verdad, aluciné con Aristófanes y varias de sus sátiras. Y me aburrí soberanamente con «La Celestina», un intento de leer «El Quijote», «El libro del buen amor» o, pásmense, El lazarillo.
Después ya o me hice un progre con «Pedro Páramo», García Márquez, Calvino o Borges, o un «perdido» con todo tipo de literatura fantástica, dragonadas incluidas.
Desde esta perspectiva tan limitada considero que hay clásicos que son más accesibles y otros que no hay quien se los fume. Como supongo que cada uno es un mundo y, además, tiene su propia lista de experiencias, será casi imposible encontrar un lista consensuada. Pero con el «El Quijote» seguro que habrá quorum 😀
Lo del «Tiempo de silencio», que intenté leer en COU (no di literatura, pero como se lo estaban leyendo los de literatura lo probé), es la polla. Menuda tortura!
Pues yo estoy muy de acuerdo con la opinión de Santos Sanz Villanueva. La lectura es un acto de libertad, lo que no puedes hacer es obligar a la gente que lea y reírte de él porque no lo hace.
Hay clásicos y clásicos; la gente dice que un clásico es aquel que se lee, se leyó y se leerá, ¿no? Pero en pleno s. XXI puede que ahora Madame Bovary no nos diga nada porque las mujeres han alcanzado un estatus social en el que un divorcio es totalmente factible y no hay que hacer las filigranas aquellas para conseguir el adulterio. Y normalmente, para disfrutar un clásico normalmente hay que leer/saber más allá de la letra; y muchas veces ponerte en situación para disfrutarlo… Y tenemos que darnos cuenta también que ahora más bien somos lectores de argumentos; nuestro cerebro está acostumbrado a que toda narración esté centrada en el argumento (el cine, las series de televisión y la novela con la que nos educamos a leer). Y es ahí donde hay que empezar a enganchar a la gente; libros con un buen contenido, y poco a poco, evolucionar, acostumbrarse y llegar a apreciar la forma; quizá más importante en los clásicos.
Me acuerdo de una tira de Liniers, en el que aparecía un pobre individuo que se iba a enfrentar al Ulises de Joyce porque se lo habían recomendado, y su libro anterior (de iniciación) era el Código da Vinci. Si existiera tal hombre, estoy seguro de que aborrecería los clásicos durante toda su vida y se quedaría en los Clancy, Neville o Follet.
En cuanto al lector polivalente que apuntaba Javier Esteban, pues digo, olé. Pero también hay que tener en cuenta que uno puede tener también sus gustos propios y lo que a uno le parece mierda al otro le puede parecer sublime… Y que no poder acabar un libro no es un acto *tan* deleznable. A mí me encanta enarbolar mi ignorancia y necedad al admitir que nunca he acabado una novela realista o que no volveré a James Joyce hasta dentro de 10 años. Pero sé también que no soy el único que lo piensa; conocí a un librero en Berlín que llegaba a decir que qué pena que no hubiera estado en la quema de libros para poder quemar las obras de Dickens. Y aunque sea una broma totalmente aborrecible y de mal gusto, la carcajada que solté hizo que un escalofrío recorriese mi espalda.
Yo tuve el típico escarceo con Asimov, Clarke, Tolkien a los 13 años, luego leí un par de dragonadas más que no me gustaron y no volví a tocar un libro de ciencia ficción ni fantasía hasta los veintitantos. Aunque tampoco era mucho de narrativa, la verdad.
Pero una cosa sí: leí «Tiempo de Silencio» con 17, de motu propio, y es uno de los libros que más me impactaron, así que… :p
Hombre, no me refiero a que haya que hacer leer a un chaval ciertos libros, sino que hay que educar a un lector capacitado para leerlos y que no se pierda al segundo párrafo. Un lector inteligente. Aunque luego digan que Dickens, o Joyce, o Santos o Tolkien merecen arder en la hoguera. Pero lo dirán con conocimiento de causa.
«clásico es cualquier libro de autor famoso (que hayan estudiado en el instituto, vaya), generalmente aburridísimo y que utiliza un lenguaje la mar de culto.»
Tú no has leído _Luces de Bohemia_…