Mujer abrazada a un cuervo y Aquelarre

Mujer abrazada a un cuervo

Mujer abrazada a un cuervo

Ya tengo en mi poder dos de los libros que más esperaba este final de año en lo que a género se refiere: Mujer abrazada a un cuervo y la antología Aquelarre. Ambas novedades publicadas por Salto de página, una de esas editoriales pequeñas que se caracteriza por la esmerada selección de títulos y el cuidado que presta hasta el más mínimo detalle de sus ediciones.

Mujer abrazada a un cuervo es la nueva novela de Ismael Martínez Biurrun. Autor de Infierno nevado, una muestra (más) de cómo la hibridación de géneros y un escenario novedoso son una apuesta segura para apasionantes aventuras, y Rojo alma, negro sombra, con la que ganó el premio Celsius a la mejor novela nacional de literatura fantástica del año 2009 y que fue finalista de los premio Xatafi-Cyberdark e Ignotus de ese mismo año.

Mientras, Aquelarre es una antología de terror que se suma a otras antologías genéricas made in Salto de página: Perturbaciones y La lista negra. Echando un vistazo, y desde un punto de vista de aficionado al género que ha vivido la última década dentro del mundo aficionado, alegra mucho ver junto a Cristina Fernández Cubas, Pilar Pedraza, José Carlos Somoza o Ángel Olgoso a autores que velaron sus primeras armas a finales de los años 90 y comienzos de esta década en fanzines y revistas tristemente desaparecidas (Gigamesh, Artifex…) como Félix J. Palma, Santiago Eximeno, Marc R. Soto, Lorenzo Luengo o Alfredo Álamo, o escritores surgidos un poco más tarde como el ya mentado Ismael Martínez Biurrun, José Miguel Vilar-Bou o Emilio Bueso. Aunque en un primer vistazo he echado en falta algo que en Perturbaciones estaba: una relación de las publicaciones donde apareció por vez primera cada cuento y cuáles son inéditos, escritos ex-profeso para la antología.

También, desde un punto de vista todavía más personal, me agrada comprobar que en la antología están los dos premios Xatafi-Cyberdark al mejor relato de las dos ediciones en las que participé como jurado: «La cotorra de Humboldt», de Lorenzo Luengo, y «Huerto de cruces», de Santiago Eximeno. Además de otro finalista de esos dos años: «Gatomaquia», de Marc R. Soto. No se nos dio mal la labor en aquellos años (2005 y 2006) de abundancia.

Y, como curiosidad, se vuelve a utilizar en la cubierta de una antología nacional al toro de Osborne. Algo que, al menos, ya hizo AJEC en su Cuentos fantásticas de la España profunda.

Aquelarre

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