Peace me produce pereza

Generalmente los escritores que te maravillan constituyen un auténtico placer y esperas con expectación cualquier obra suya para lanzarte sobre ella desde el mismo momento de su aparición. Sin embargo un servidor padece, en algunos casos, de un extraño mal (y supongo que será compartido). A pesar de dicha ilusión me entra una pereza enorme de enfrentarme a cada nuevo libro, y me puedo tirar años reuniendo los ánimos y fuerzas necesarios (en algún caso veo que se convertirá en más de una década).

Por poner un ejemplo, me ocurre con Daemonomanía, el tercer libro de La Historia secreta del Mundo John Crowley, que supongo aguardará su lugar en la estantería de casa al menos hasta que salga el último libro (diso sabe cuándo; había problemas para encontrar editor en su versión original). También me ocurre con varias obras de Gene Wolfe, como la serie de Nocturno del sol largo, en la que me quedé en el primer volumen. Y seguramente, el año que viene le ocurrirá lo mismo a The Knight y The Wizard, que van a aparecer en Minotauro, o esta edición de Peace que publica la editorial argentina Interzona.

Sí, por fin alguien se atreve a editar esta novela que figuraba en la lista de Pringle de las 100 mejores novelas anglosajonas de fantasía, que tanto puede ser un petardazo como una delicia. Para que se hagan una idea, la contraportada dice:

“Anoche cayó el olmo que había plantado Eleanor Bold, la hija del juez.” Con esta engañosa frase comienza Paz, novela inasible y conmovedora. El que habla es Alden Weer, un hombre de unos sesenta años que siempre vivió en un pueblo del Medio Oeste norteamericano. Nunca sabremos si Weer no ha muerto ya de un infarto. Él mismo ignora si está en su oficina o en un cuarto de la exagerada casa que mandó construir. Puede que sea un fantasma; lo que oímos, por cierto, no es un formal recuento de vida sino una atmósfera hecha de gente y momentos. Abundan las digresiones, la acción recae en personajes secundarios y todos cuentan algo –hasta parábolas chinas–, cada uno en su estilo y siempre a la perfección. El lector tendrá que establecer los vínculos. Por lo pronto, no tarda en conocer a la madre, el abuelo y la niñera de Weer. También a la adorable tía Olivia y a sus tres peculiares pretendientes. Ninguno está vivo; en realidad, pese a su humor estrafalario, Paz es un gran Libro de los Muertos del corazón del siglo veinte. Cada uno a su turno, tres excursionistas descubren en una cueva el mismo cráneo humano, vestigio de un pueblo extinguido diez mil años antes, y deciden callarse la boca. Alguien describe las angustias de un farmacéutico que creía tener en casa al fantasma de su esposa. Un anticuario fragua las memorias de una granjera rica e induce a una lectora incauta a buscar una fortuna enterrada. El capataz de una fábrica de jugos recuerda la muerte de un peón encerrado en una cámara de frío. Todo en la novela habla de lo mismo: vivimos entre vidas desaparecidas, cada una presente en su historia y su voz característica. Wolfe adopta esas voces, con un oído soberbio, como si sólo así pudiese alumbrar la verdad sobre Alden Weer. Y aunque el libro que resulta no es para impacientes, el que persevere tendrá recompensas sustanciosas y un recuerdo imborrable.

Hace un par de años, perdiendo el tiempo en la red, descubrí esta crítica del libro que, además de animar a leerla, se ajusta bien a lo que supone leer a Wolfe. Un autor que pone tantas cosas en sus libros que se pueden leer una y otra vez descubriendo en el proceso cosas nuevas. Quizás por eso encandila tanto a unos pocos. Y quizás también por eso produce tanta pereza en la gran masa. Una pena que no ocurra como con su equivalente en el mundo del cómic, Alan Moore, que aparte de ser idolatrado por la crítica es conocido y adorado (en parte) por el gran público.

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12 respuestas a Peace me produce pereza

  1. fonz dijo:

    Buf, a mí Wolfe no me da pereza, lo que ocurre es que ya no sabes a que atenerte cuando sale algo suyo, pude ser una maravilla como un rollete, y la verdad es que la cantidad de obras flojas que le llevo leídas superan a las buenas (y encima las buenas fueron las primeras que leí, circunstancia que creo clave en este «mal de la pereza»). Pero claro, las buenas son tan espectacularmente buenas que no dejo de insistir. Bueno, con la saga del Sol Largo me paré en el primer libro, aburridísimo, aunque dicen que mejora bastante en los siguientes volúmenes (de todas maneras un famoso traductor me chafó toda la saga en una crítica y ya como que no tiene gracia). La temática y las circunstancias de publicación de «The Knight» y «The Wizard» tampoco me atraen demasiado.

    Sin embargo sí que me interesa este «Peace» que es una de las novelas de Wolfe que más prestigio arrastran. Aunque con tan mala suerte me la pillé en inglés antes del verano pero no pude pasar de la página diez; la complejidad del argumento y, sobre todo del lenguaje, pudieron conmigo. A ver si aparece en Amazon, como la otra de Harrison que publicó Interzona, y me hago con ella (aunque eso de «la fábrica de jugos» como que me ha dejao un poco a cuadros).

  2. Nacho dijo:

    También me rechinó lo de los jugos, pero es algo habitual cuando recibimos traducciones de otros países. No sabes muy bien el uso del español que se hace por allá (estoy pensando p.e. en los dos libros de la editorial Colihue que tengo, en los que abundan este tipo de términos) y supongo que a la inversa ocurre lo mismo.

    Por si acaso, aclaro que la traducción es de Marcelo Cohen, un autor relativamente conocido y que ya tradujo la serie de El Sol Nuevo. Al menos tenemos esta garantía.

  3. fonz dijo:

    Sí, tienes razón con los libros que vienen de Argentina, aún se recuerda en casa mi chirriar de dientes con las traducciones de Matilde Horne («El programa final» de Moorcock es tremenda). Pero si dices que la traduce Marcelo Cohen me quedo tranquilo, su trabajo en el Sol Nuevo me pareció excelente y era una labor difícil.

    Por cierto, sorry por la horrorosa redacción del post anterior, espero que se haya entendido algo…

  4. Xoota dijo:

    A mí el que me está dando pereza es the scar de China Mieville. Y eso que me gustó el anterior… A ver si reúno fuerzas…

    ¡Un saludo!

  5. Nacho dijo:

    Me uno al club. A diferencia de fonz, disfruté a lo grande de «Perdido». Pero «La Cicatriz» lleva ¿dos años? en la pila, esperando. Qué pereza!!!!!!!!

  6. Nacho dijo:

    Joer, y ahora van y sacan «El concilio de hierro». A ver si obligado consigo leerme otro de Miéville.

  7. fonz dijo:

    Si es que en el fondo de vuestro corazón de lectores sabéis que el Miéville es un pesao pero no queréis reconocerlo…, jejejeje, es broma.

    O a lo mejor os pasa como a mí, que cuando sale algo nuevo del autor que idolatras lo que te entra es pánico; «Mira que si es un truño…», «como sea malo me suicido…». A mí me pasaba eso con Gibson en tiempos y aterrado estoy de leerme el nuevo de Banks.

  8. Menti dijo:

    Uf, Peace es un libro dificilísimo. De los más difíciles que me he encontrado en mi vida, y bastante difícil de clasificar como literatura fantástica. Es un libro buenísimo, ojo. Contando la vida corriente en un pueblo americano en las primeras décadas del siglo, es mucho mejor (sorprendentemente) que Bradbury. Y se supone que si te lees el libro cuatro veces empiezas a descubrir tantísimas historias ocultas que acabas leyendo un libro distinto (es lo que dice Neil Gaiman; evidentemente es lo que yo no pude llegar). Pero me alegro infinitamente de que lo saquen en España (sólo me jode que no sea Minotauro), este tipo de libros es lo que hace falta. ¿Se sabe algo de que vayan a sacar más de Jonathan Carroll?

    A mí La cicatriz me gusta bastante más que La estación de la Calle Perdido. En realidad es lo mismo, pero con menos paja, con más imaginación, con mejor historia de aventuras, muy en la tradición de las novelas de aventuras marítimas. Formidable, vamos.

  9. fonz dijo:

    La Factoría está a puntito de sacar «El museo del perro» de Carroll, la novela favorita del propio. A mí no me gustó, o sea, que probablemente sea del agrado de todo el mundo. Luego caerá «From The Teeth Of Angels», que me gustó bastante más.

    «Peace» la saca una editorial argentina Interzona. Pedirla directamente en su web te sale por un dinero y su sistema de pago es un rollo, pero suelen aparecer ejemplares por Amazon, como ocurrió con una antología de John Harrison que editaron el año pasado.

    Vale, al final me vais a hacer picar con «La Cicatriz» si decís que es menos espesita (en el estilo) y con una estructura más pensada que «La Estación…». Lo que pasa es que casi cinco talegos por chorrocientas páginas dan eso, pereza 🙂

  10. DavidM dijo:

    ¿Sabes esa parte en La estación de la calle perdido que el libro se convierte en una pelea con los monstruos detrás de otra? Pues en La cicatriz lo ha quitado y por eso es más corto. Y más interesante. Y más imaginativo.

    Me resulta muy extraña la selección de libros de Carroll que están haciendo. Cualquiera dirá que saquen primero Bones of the moon, Voice of our shadow o Sleeping in flame…

  11. Lenore dijo:

    Paz me parece una novela increible. Estaba buscando opiniones, lecturas, etcéteras. Además, trabajo en varias áreas de Interzona. Sé que Harrison ha llegado a España y Wolfe debe estar a punto. De cualquier forma, no duden en escribirnos para más información acerca de la colección y de las posibilidades de compra. La traducción de Marcelo es impecable -creo que de las mejores-. Para el 2006 publicaremos algo de Mieville y alguna sorpresa más. ¿Qué opinan de Steven Millhauser?
    Saludos, Len.

  12. Nacho dijo:

    Estaremos atentos a esas sorpresas (a ver si el de Miéville es el libro de relatos) y, en mi caso, haré lo posible por hacerme con el libro de Wolfe. Aunque me de pereza es uno de esos escritores que apetece leer cuando se dispone de tiempo. Como en verano.

    A Millhauser no le conozco. Lo que, analizando lo que sé sobre Literatura, tampoco quiere decir nada.

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